Friday, January 16, 2015

Lorenzo Castillo: ¡más de 20 años en Junta del Café!

Lorenzo Castillo: ¡más de 20 años en Junta del Café!
por Cristóbal Llanos; cllanosb@gmail.com

16-1-2015

En un comentario extraño y poco afortunado, el gerente de la Junta Nacional de Café, Lorenzo Castillo, citando a la red social rusa RT, que avisaba sobre la inminente creación de un mercado de cambio directo entre Rusia y la RPC, alerta al público, sobre el colapso del dólar como medio de cambio, diciendo nada menos que los mercados tiemblan.

En medio de lo confuso de este anuncio, y para mayor panorama de su visión de dirigente cafetalero, ese mismo día, se desplomaban los mercados europeos tras los problemas de Grecia, con elecciones en que la izquierda podía ganar y lo que eso significaba, por supuesto trascendente.

Pero lo que es en apariencia un total desconocimiento de que es lo que un dirigente de sector debe seguir como información relevante e importante, nos muestra un peligroso desconocimiento de lo que los mercados de monedas significan para los commodities o materias primas. En efecto en su comentario al poner el post de RT, nos comenta, "tiemblan los mercados", como si esta unión de dos monedas irrelevantes, pudieran hacer temblar los mercados, y lo peor: deja dudas sobre si le parece positivo que el dólar se desbarranque en algún escenario que solo él entiende.

Lo más extraño y más peligroso, por lo menos para los cafetaleros, es que, el dirigente parece olvidar que el café se cotiza en las bolsas de Nueva York y Londres, en dólares americanos, y se vende en todo el mundo en dólares, desde que entra en la planta o almacén ya no cuesta en soles, es una cierta suma de dólares en forma de sacos de café.

Los procesos, sacos, fletes, maquinas, servicios, hasta el Estado cobra en dólares.

Olvidar esto o creer que hay nuevos y mejores escenarios, y sobre todo que están entre el rublo y el yuan, lleva a pensar cuáles son las motivaciones de los dirigentes cafetaleros.
Hace un mes nos dejaba un comentario, también en el sentido que el incremento en el consumo interno era una tarea pendiente.

Nos preguntamos ¿hasta cuándo, Lorenzo Castillo? quien al mas puro estilo de los dirigentes colombianos y brasileños o los dictadores caribeños, tiene casi 20 años en la Junta de Café.
Tiempo suficiente para decir tarea cumplida y no tarea pendiente.

En la reunión Expocafé en la que nos encontramos con otras personas y al exponer nuestras actividades en Africa, comentó que Africa necesitaba como 20 años para alcanzarnos, obviando, olvidando o simplemente no sabiendo que Africa tiene los cafes mas finos del mundo, y además es la cuna genética del café de la que hoy en día se están extrayendo nuevas variedades. Etiopía es el café mas fino del mundo, seguido de Kenya, Tanzania, Ruanda que son comprados a varias veces el precio del café peruano.

Pero esto lo dice el férreo opositor a que se realice en el Perú el campeonato de taza de excelencia COE por sus siglas en inglés, que ya cumplió diez años en todos los países cafetaleros importante de AL.

Pero, si esto logra engañar a cualquiera y hacer ver una persona falta de brújula, nada más lejano. En los cuerpos dirigenciales y en sus declaraciones, se lee un total respaldo a las políticas anti-inversión, seudo protectoras de los ríos, selvas y cuanta causa haya que abrazar siempre que esté en estrecha coordinación con los rezagos de la izquierda marxista.

Las dirigencias cafetaleras son mixtas, variadas como variado es el panorama de la selva, pero los camaradas, con la ayuda de sus portavoces, como en este caso, han logrado encumbrar en cargos directivos a muchos cuadros políticos.

Es así que después de dos décadas vemos que el mercado interno es tarea pendiente, pero notorios dirigentes políticos ya pasaron por la JNC, dando su mensaje por todo el territorio cafetalero.

Esto nos dice de una agenda, los famosos procesos, que no es otra que apoyar en el sector cafetalero la agenda política de izquierda, o la que fuese.

En los últimos veinte años se han creado multitud de empresas que bajo la fachada de ONGs, venden servicios a los cafetaleros. Estos tienen que pagar certificación orgánica, fair trade, rain forest, o lo que fuese. Lo cierto es que hace veinte años no se pagaba.

Pero se podría decir que esto ayuda. Solo relativamente, las cooperativas y en general los cafetaleros no reciben precios por su café por encima de lo que recibe un cafetalero en Colombia, Panamá o Costa Rica, no hay un trabajo de prestigiar al café peruano mediante una política de calidades, más bien hay un trabajo político.

Entonces vemos que los dirigentes, más que liderar, también confunden, ¿qué puede pensar un productor si se le dice que le pueden pagar sus cosechas en rublos o yuanes, y que además esto es asi porque como consecuencia lógica de tan feliz evento, los mercados tradicionales han colapsado o van a colapsar muy pronto?

¡Es increíble leer al gerente de la Junta de Café que 2014 fueron los precios mas altos de los dos últimos años, todos lo sabemos y a la vez escucharle que la actividad cafetalera está en la ruina y no tiene el menor apoyo del Estado, para la roya, para los plantones, o para lo que sea, la cosa es usar la actividad cafetalera como un pendiente, como un casi desastre que va llevar a la pobreza a 300 mil familias, y decir al dia siguiente que Colombia sigue el ejemplo peruano!

Es decir la situación está tan mala, de correr, pero a la vez está llena de éxitos.

Hay una manera de dirigir entre otras, y es confundir y asustar, acusar y a la vez plantear nuevas tareas, para los que seguimos de cerca estos escritos no hay duda que sirven a propósitos no solo cafetaleros, sino políticos.

Es pertinente decir que el "post" con las referencias citadas al principio, fue borrado de la pagina del posteador.

Seria bueno que los dirigentes de la JNC analicen o revisen las informaciones que se vierten en la medida que tienen impacto directo en la actividad.



¡Superando otoños tristes de malos recuerdos!

¡Superando otoños tristes de malos recuerdos!
por Zully Pinchi Ramírez; alertasenhal@gmail.com

16-1-2015

¿Te imaginas tener 9, tan sólo 9 años y despertar una mañana de frío y ver a tu madre, a tu costado,  decapitada? La sangre chorreando a tu alrededor y ver su cuerpo separado de su cabeza, porque así suene irreal, fue un desalmado que entró en el silencio de la noche a asesinarla.

Eso le ocurrió a Adela, una mujer ayacuchana que fue víctima del terrorismo por los ochentas en el mega apogeo del pensamiento obtuso y radical más sanguinario de todos los tiempos de la era republicana del Perú.

Ella era muy humilde y su pequeña casa de una sola habitación, donde dormía juntos a sus padres y hermanos que, por cierto, fueron también asesinados. Su hermano Agustín logró escapar, pero cada uno, tuvo una historia completamente diferente.

A casi 35 años de tal masacre, Adela me cuenta algunos pasajes tristes de su vida, de escombros y cenizas, y cómo anhela el momento en que ella pueda volver a ver a su hermano quien como alondra de la sierra, voló y aún no puede encontrar sus huellas.

Dice que una maestra de su escuela primaria la ayudó a escapar y todo conllevó a que Adela pasara de pueblo en pueblo hasta Huacho y de allí a Lima, y en esta ciudad, a diferentes distritos donde sólo aprendió: "el dolor de los golpes de la vida".

Tuvo que trabajar  muy duro todos los días desde la mañana hasta altas horas de la madrugada y a sus nueve años sin papá ni mamá a su lado, no sabía hacer nada. Y a puro zapatazo, cachetadas, jalones de cabello, planchas calientes en su rostro e insultos tuvo que aprender y, aguantar para poder tener "un piso" donde dormir y un "pan duro" que comer.

Dime que hasta ahora no hay una sola lágrima en tus mejillas porque mis ojos se nublaron de dolor en este momento en que te cuento sobre ella, no puedo imaginarme tanto sufrimiento, ¡tan pequeña y tan sola!. Tanta injusticia, sin nadie que pudiera defenderla y ser su mano amiga.

No todo fue negro con gris para Adela, un día escapó y se refugió en Carhuaz, lugar donde por primera vez pudo admirar un arco iris, tener fe y un credo.

Pronto llego el verdadero amor a su vida y bajo el cielo bonito y azul de Carhuaz, con aire en el verano y abrigo en el invierno, finalmente formó un hogar.

Concibió niños que llegaron como lo hace la primavera, reemplazando sus otoños tristes de malos recuerdos, y le rogó con todas sus fuerzas a su Dios juntando sus manos en señal de pacto, que le permitiera ver crecer a sus hijos y que jamás nadie le robe la vida, como se la quitaron a su madre.

Nos volvimos a ver algunas veces y siempre era extraño ver sonreír en exceso a una mujer a quien la vida agarró tantas veces a patadas.

La última vez, estuvo en Lima me llamó por teléfono y fue a visitarme a mi casa de meditación, me llevo cuyes, panecillos, frutas y con mi oposición dejó brillando mi camioneta y limpió toda aquella casa con un amor y ternura que logró hurtar muchos suspiros en mi corazón.

Pero ¡Adela!, ¿por qué has hecho todo esto?, tú eres mi invitada, no hagas nada por favor te lo pido.

¡Y cómo no hacerlo Zully después de todo lo que me has apoyado, esto es solo una pequeña cosecha de las miles de semillas de esperanza que has sembrado en mí!

Le di un abrazo fuerte. Pero en mi mente no pude dejar de recordar que aún faltaba algo, lo más importante, ayudarla a encontrar a su hermano Agustín.



Extranjeros fusilados en Chorrillos, 1881

Extranjeros fusilados en Chorrillos, 1881
por Ernesto Linares Mascaro; elinaresm@yahoo.com

15-1-2014


Es conocido que después de la batalla de San Juan (13/I/1881) una parte de las tropas chilenas se dedicó a la destrucción de Chorrillos, el balneario más bello del Perú del siglo XIX. Existe la historia de que 13 bomberos italianos de la Compañía Garibaldi de Chorrillos fueron fusilados por el ejército chileno cuando intentaban apagar los fuegos del balneario (ver aquí). Estuve investigando qué tan cierta era esta versión y no hay nada similar escrito en los diarios o por los historiadores de la época (Barros Arana, Caivano, Markham, Paz Soldán, Vicuña Mackenna), sólo he encontrado relatos de este hecho en años posteriores a la guerra, no del mismo año de 1881, pero sí encontré un hecho parecido, el fusilamiento de extranjeros en Chorrillos, entre ellos tres italianos,ocurrido el 14 de enero de 1881.

La narración de este suceso la encontré en el archivo del Foreign Office (Relaciones Exteriores) británico, cuyas fotocopias de microfilm se encuentran en la biblioteca del Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú (IEHMP) hace cuatro décadas.

Spenser St John, ministro plenipotenciario británico en Perú, escribió un oficio al secretario de Asuntos Exteriores, conde de Granville, el 9 de agosto de 1881, en donde señala la responsabilidad que tiene el general Baquedano, jefe del ejército chileno, en la destrucción de Chorrillos, así como la muerte del doctor inglés Maclean en aquel acontecimiento. Entre los varios documentos que anexa, hay una relación de reclamos británicos al gobierno de Chile por daños en Huanillos, Pisagua, Miraflores, Chorrillos, Barranco, Ancón, Macas, Chimbote, Paita, Callao, Quilca, Supe, Arica y Cerro Azul por montos que ascendían a S/. 54,328.59 y £ 64,291 - s. 18 - d. 2,(1) y una declaración en francés de Charles Orengo al ministro plenipotenciario francés en Perú, Eugene Domet deVorges.

Testimonio de Orengo

Charles Orengo fue un francés que residió en Chorrillos y fue testigo de la destrucción del balneario.

Orengo cuenta que a las 5 am del jueves 13 de enero de 1881, se levantó por un cañoneo consecutivo. Salió de su casa, portando 2,000 soles y su reloj con cadena, después de haber colocado en su casa un letrero que decía Français como lo recomendó la Legación de su país.

Situado en una altura, Orengo fue testigo de la batalla hasta las 8 am, cuando vio que las rabonas corrían hacia la costa y las tropas peruanas se dispersaban. Orengo se escondió detrás de una gran roca en la orilla del mar con unos italianos. Fue testigo cómo los peruanos desde el Morro Solar, se arrojaban al mar, muriendo algunos al estrellarse en las rocas y otros retirándose a Chorrillos.

Como los chilenos empezaron a hacer fuego sobre la costa, Orengo cuenta que un italiano izó una bandera blanca con una falda que le arrancó a una mujer. Los chilenos capturaron a los hombres y un jefe les interrogó sobre la existencias de minas, a lo que Orengo respondió que el gobierno de Piérola ocupaba una habitación en el Club Regatas y que ahí residió un norteamericano que había colocado torpedos. (2) Orengo se separó del grupo y acompañó al subteniente Fuenzalida y a 30 soldados chilenos a buscar un salón donde alojarse.

Orengo cuenta que pasó la tarde del 13 tranquilo con Fuenzalida. Cuando cenaba con él, se acercó un soldado chileno para decirle que encontró a un soldado peruano escondido detrás de un bote y cuando le intimó rendirse le disparó; Fuenzalida ordenó que lo fusilen y lo arroje al mar.

El viernes 14 Fuenzalida le preguntó a Orengo si tenía licor y comida en su casa, a lo que respondió que solo aves de corral y pan.  Un sargento y dos soldados acompañaron al francés y a un italiano, Angelo Descalzi, quien debía llevar los alimentos. Orengo vio que las casas de la esquina de la calle Del Sol estaban en llamas y que el fuego comenzaba en el extremo de la calle La Mona, “pero que todas las casas ya habían sido saqueadas”.

La excursión fue inútil porque no había nada en la casa de Orengo. Al regreso pasaron por la calle del Tren y fueron testigos de los incendios y robos.

“En el trayecto, nosotros vimos el robo, el pillaje, el incendio, la muerte” narró Orengo, quien al arribar al hotel Terry a las 3 pm, se dio con la sorpresa que Fuenzalida había sido relevado por un subteniente del regimiento Santiago. Ese día 14, Orengo se la pasó sin beber y sin comer. A las 5:30 pm llegó el capitán Aguirre con 24 soldados y se llevaron al cementerio a Orengo y a los demás, un francés, un portugués, tres italianos y unos pescadores pobres, “cuyo único delito fue haber proporcionado pescado en la playa”.

Orengo cuenta que llegaron a las 6 pm y que tres peruanos heridos fueron fusilados en el camino. Como el capitán Aguirre le dijo a Orengo que lo iban a fusilar, para salvar su vida le entregó 2,000 soles y su reloj con cadena. Aguirre ordenó que Orengo se quedará atrás mientras él se bajó del caballo y marchó con el resto, que fueron fusilados. Ellos fueron el francés Pierre Gorrio, los italianos Paulino Marsano, Lucas Chiappe y Angelo Descalzi y el portugués Juan Pereira. Gorrio y los italianos eran conocidos de Orengo, quien dijo que ellos eran vendedores de limonada y propietarios de tiendas de comestibles, además que Gorrio dejó esposa e hijos. Pereira era un pescador desconocido para Orengo.

Luego de los fusilamientos, Orengo le dijo al capitán Aguirre que en su casa tenía un objeto de oro valorado en 50 soles, lo que era una mentira porque el mismo Orengo había visto su casa quemarse a las 2 pm. En efecto, cuando fueron a la casa, ésta seguía en llamas por lo que Orengo no podía cumplir con ningún obsequio. El capitán Aguirre intentó matar a Orengo, pero desistió después de las suplicas de éste y lo dejó en la calle del Tren a las 7 pm, frente al cable submarino que estaba ardiendo. Orengo cuenta que se escondió en un corralón mientras afuera los chilenos ebrios disparaban al aire y se disputaban el botín.

A las 6 am del día 15, Orengo salió del corralón y encontró al inglés Scott, plomero de Chorrillos, junto con Le León, teniente de navío francés observador de la campaña en el ejército chileno, quien le ofreció agua y galleta. Le Léon lo llevó al cuartel chileno, lo dejó en una ambulancia y le dejó su tarjeta.

“El mismo día a las 12, yo reconocí en el cuartel al capitán chileno que me salvó la vida y al saludarlo se perturbó un poco; le enseñé la tarjeta de Le Léon y al leer el nombre me dijo que lo espere al pie de una columna que allí había, para devolverme el dinero que le había dado para salvarme la vida. Efectivamente, él fue a los diez minutos con el dinero, del cual faltaba algo, e igualmente quería devolverme mi reloj, a lo que yo le pedí que lo guarde como recuerdo mío”.(3)

Charles Orengo no vivió mucho tiempo después de ese acontecimiento, falleció en Lima el martes 18 de enero de 1881. St John escribió que murió de sobreexcitación.

El tribunal franco-chileno y los casos de Orengo y Gorrio

Después de la guerra, Chile formó tribunales de arbitraje con Inglaterra, Italia, Francia y Alemania para solucionar los reclamos de los ciudadanos de esos países por los daños de propiedades y lesiones personales que recibieron durante la guerra. Entre los casos que se alistaron para presentar al tribunal franco-chileno están el de Charles Orengo y el de Pierre Gorrio. El punto débil del caso estaba en que Orengo fue el único testigo del fusilamiento de Gorrio, del portugués Pereira y de los italianos Descalzi, Chiappe y Marsano y falleció antes de que se instalara el tribunal.

Para la sustentación de las demandas, la Legación francesa en Lima contrató al abogado peruano Guillermo Seoane, uno de los más reconocidos juristas del siglo XIX.

Desde un inicio, Vorges intentó una compensación de Chile para Orengo, inclusive después de su muerte. “Ninguno de los oficiales citados por el señor Orengo existía en el ejército”, le respondieron a Vorges en 1881, pero cuatro años después, Seoane encontró que el capitán Manuel Aguirre estuvo el año 1881 en el regimiento Esmeralda que integró la expedición Letelier en el centro del Perú. (4)

En un contra-memorándum de respuesta al memorándum de Jose Eugenio Vergara, abogado que defendía a Chile de las demandas en el tribunal, Seoane defiende las reclamaciones francesas. Así narra que en Chorrillos perdieron su casa los franceses Dominique Ahanneau, Urbain Bon, Pierre Cluzeau, Félix Dibós, Bernard Gaillour, Gustave Heudebert, Gentil Layet, Félix Léonard, Jean Baptiste Malherbe y los hijos de Charles Orengo y Pierre Gorrio. (5)
Seoane transcribe varias partes de la declaración de Orengo y para sustentarla cita a otros testigos de los hechos de aquel día.

El italiano Domingo Massabó confirma que estuvo en la orilla del mar junto a los franceses Orengo, Gorrio y otros, bajo los peñascos del Salto del Fraile. Estuvieron una hora en el escondite hasta que se llenó de soldados dispersos, por lo que decidieron irse, “pero tan luego que salimos al descubierto, el gran número de balas que veíamos caer al agua, nos hizo retroceder a nuestro sitio; sólo el súbdito francés Pedro Gorrio continúo adelante”.

Massabó cuenta que los chilenos les hicieron fuego y una mujer que iba con ellos rompió un pedazo de fustán, lo amarró en el bastón de Massabó y se izó de bandera. Un oficial chileno les ordenó que suban al Morro y les inquirió si sabían de la existencia de minas, a lo que Orengo respondió que en el hotel Terry podrían haber porque unos norteamericanos estaban allí ocupados en el trabajo de torpedos. El mismo oficial se llevó a Orengo y a un portugués al hotel. Según Seoane, el hotel Terry estaba “situado al nivel de los baños, es decir, muy abajo del pueblo de Chorrillos”. (6)

Fidel Giovanini señala que el 14 de enero obtuvo un pase del general Baquedano para asilarse en una balandra de bandera alemana y bajó al hotel Terry, en donde encontró a los franceses Orengo y Gorrio y que el portugués Pereira lo condujo a bordo, agregando que Gorrio quiso acompañarlo pero no pudo porque no tenía permiso. Gorrio se había refugiado en el hotel Terry para alejarse de los peligros de la población, fue detenido por los chilenos y fusilado el día 14. (7) La casa de sus hijos en Chorrillos fue incendiada por los chilenos el 22 de enero de 1881, nueve días después de la batalla. (8)

José Cabañas también estuvo ese día 14 en el hotel Terry, pero salvó del fusilamiento porque estaba en la cocina cuando llegó la tropa a llevarse a los franceses Orengo y Gorrio y demás personas. (9)

El Tribunal franco-chileno no dio sentencia alguna, por lo que nos quedamos con la duda de qué tan ciertos eran los casos de Orengo y Gorrio. Chile y Francia firmaron un Protocolo el 26 de noviembre de 1887, mediante el cual Chile pagaba 300,000 pesos de 38 d. (£ 47,500) a Francia por todas las reclamaciones de ciudadanos de su país, entre ellos, los descendientes de Orengo y Gorrio. (10) Francia debía determinar cómo repartía ese monto entre los demandantes.

Conclusiones

Nunca hubo fusilamientos de bomberos italianos cuando ellos apagaban los fuegos del incendio de Chorrillos. Lo más probable es que los italianos muertos en Chorrillos por las tropas chilenas fueran miembros de la compañía de bomberos Garibaldi que hasta hoy existe y con el paso del tiempo, la versión sobre su muerte se fue deformando. Inclusive se menciona un bombero italiano fusilado llamado Giuseppe Orengo, pero tal nunca existió, sino es el nombre que reemplazó a Charles Orengo.

El testimonio de Charles Orengo permaneció inédito hasta que fue publicado en 1885 por Guillermo Seoane, pues personalmente he revisado libros y diarios entre 1881 y 1884 y nunca lo he visto publicado. Lamentablemente, su falta de publicación generó o aumentó el mito de los bomberos italianos.

Por Orengo sabemos que cinco extranjeros fueron fusilados al día siguiente de la batalla y revisando documentos de la época veo que los chilenos también asesinaron a dos ingleses y otros cinco italianos, demostrando que si bien no hubo bomberos, sí hubo extranjeros, en su mayoría italianos, asesinados en Chorrillos

NOTAS

(1)  En aquella época, una libra esterlina se dividía en 20 chelines y cada chelín, en 12 peniques.
(2)  Puede ser Paul Boyton, buzo norteamericano quien fue contratado por el gobierno de Piérola junto a George Kiefer para colocar torpedos marinos. Recomiendo leer la obra “George Kiefer and the Necropolis of Ancon” de Linda Jacobs para más datos al respecto.
(3)  Public Record Office. 1882. Correspondence respecting the conduct of war against Peru by Chile 1879-81, pp. 61-63.
(4)  Seoane, Guillermo. 1885. Contra-Memorándum sobre algunas reclamaciones francesas presentado al Tribunal franco-chileno, pp. 350-351.
(5)  Ibídem, pp. 96-97.
(6)  Ibídem, pp. 344-345.
(7)  Ibídem, p. 346
(8)  Ibídem, p. 98.
(9)  Ibídem, p. 346.
     (10) Soto Cardenas, Alejandro. 1950. Guerra del Pacífico, Los Tribunales Arbitrales (1882-1888), pp. 235-236.