A Carta Cabal
Ante próxima Gran Crisis: qué hacer como ciudadanos y qué como país
por Gonzalo Alegría; galegria@pucp.pe
16-11-2021
El gobierno
norteamericano del presidente Biden ha anunciado un plan de inversiones para
salir de la crisis que incluye la expansión de su masa monetaria en 3
billones (millones de millones) de dólares nuevos. Lo que se suma a los
anteriores planes de salvamento que incrementaron la oferta monetaria
norteamericana (desde tiempo de Barack Obama hasta Donald Trump) por un
equivalente de 1,9 billones (millones de millones) de dólares. Así las
cosas, nos exponemos a que el enorme exceso de liquidez internacional en el que
vivimos, termine de agudizarse, de manera que duplicaremos el número de
dólares norteamericanos en circulación en un tiempo récord, lo que nos lleva
inevitablemente a una escalada inflacionaria global. Este terrible fenómeno
que ya había empezado, terminará de agudizarse desbocándonos en una Gran
Crisis, peor que la de 1929. Así hemos visto recientemente que todo sube a
escala global, menos los salarios: el costo de la energía, los fletes del
transporte de mercancías, el transporte de pasajeros, el costo de la canasta
básica alimentaria, los materiales de construcción, etc. Ahora, con la
expansión monetaria de Biden (sin respaldo en la economía real), terminaremos
de distorsionar el mercado global con un importante inflación de activos
(el costo de los valores bursátiles, los inmuebles, etc., subirá más y más).
Para las familias de a pie, va a resultar cada vez más inalcanzable la casa
propia (vivirán de alquiler), como ya ocurre en ciudades como Londres o Nueva
York.
A escala global, la economía real (productiva)
crece en progresión aritmética mientras que la economía monetario-financiera
crece en progresión geométrica. No hay que ser malthusiano para darse cuenta
que tanta irresponsabilidad monetaria nos llevará a la extinción del sistema.
El exceso de
liquidez actual concentra el dinero en las grandes fortunas, las
multinacionales y los Fondos de Inversión, que invierten en Deuda Pública
(renta fija) y en los mercados bursátiles (renta variable). Ergo, las Bolsas
internacionales no paran de subir, pero una cosa es el análisis chartista (el
dibujito alcista) y otro el análisis fundamental (el respaldo real de los
activos y facturación de dichas empresas sobrevaloradas bursátilmente). Como se
observa en el histograma adjunto, a octubre del 2021, el valor bursátil del Dow
Jones de Nueva York ha alcanzado un máximo histórico cercano a los 35.000
puntos básicos. La última gran subida especulativa se registró hacia octubre de
2005, cuando se aproximó a los 14.000 puntos. En octubre de 2009 se registró
una fuerte corrección que hundió el indicador hasta los 7.000 puntos básicos.
Desde entonces, el exceso de liquidez se ha refugiado en la especulación
financiera al extremo de que estamos cercanos a los 35.000 puntos básicos (5
veces por encima del valor de la última corrección).
En el caso
peruano, el distanciamiento entre la recuperación económica oficial registrada
por nuestro PBI (producida por un auge de nuestras agroexportaciones y
minería), favorecida por el alto precio del cobre, estaño, zinc, arándanos,
mangos, paltas…; y la escasa recuperación de nuestras economías domésticas, ha
producido una reducción de la clase media peruana que ha pasado del 36,7% del
total poblacional en el 2019 al 26,7% en el 2020 (Diario El Comercio, primera
plana del 15-11-2021).
Nuestra
inestabilidad política, económica y social hace que la gente viva en la
incertidumbre, sumida en una suerte de anomia (ausencia de ley, normas o
convenciones) que nos coloca en una especie de “sálvese quien pueda” en el que
reina la delincuencia callejera y de cuellos blancos (burócratas corruptos), la
enfermedad (pandemia) y el desempleo.
Urge un Plan de
Reactivación Económica Nacional centrado en la generación de empleo, sumado a
un gobierno fuerte que recupere la seguridad sanitaria y social (lucha frontal
contra la pandemia y la delincuencia). El presupuesto presentado por el actual
gobierno para el próximo año 2022 no plantea ningún shock inversor, tampoco
medidas de reactivación del empleo sólidas. Casi es un incremento lineal del 7%
en todos los conceptos, de forma que predomina el Gasto Corriente y las
Transferencias Sociales sobre la Inversión Pública. Urge que los ciudadanos
extremen sus esfuerzos formativos y laborales, incrementando sensiblemente su
productividad y competitividad. Porque si seguimos así de indiferentes,
dejándonos arrastrar por la inercia de los mercados, cuando estalle la Gran
Crisis seremos uno de los países más afectados. O empezamos a trabajar
seriamente ahora o la improvisación volverá a pasarnos factura.