por Herbert Mujica Rojas
5-1-2008
Caso Antauro: ¡los esperpentos que produce el miedo!
En lugar de actuar las pruebas, examinar los móviles, en buena buena,
procesar a los presos de Andahuaylas, con Antauro Humala a la cabeza y
por los sucesos lamentables de tres años atrás, la ínsita cobardía de
la sociedad peruana y su vector, el Poder Judicial, prolongó por ¡36
meses más! el encarcelamiento de aquellos. Cuando un sistema reacciona
por el miedo, azuzado por mercenarios que ayer nomás eran ministritos
y hoy venden sus servicios a los gringos, ¡se producen esperpentos
monstruosos!
En el trienio que va desde el 2005, se han puesto o inventado, todas
las fórmulas posibles (en Perú eso es muy sencillo y abogados hay
miles), para no tocar el tema o hacerlo mal, de la prisión de Antauro
y sus cófrades. Para Javier Valle Riestra, el Perú debió darse una
amnistía política que consiguiera o sufragase una tregua social. Pero
el miedo, la aterida consternación de políticos de juguete, juristas
tan mermeleros como los malos periodistas que se compran y venden al
peso y por fruslerías, la idoneidad moral de jueces cuya alma está
empeñada por los próximos mil años, ha mostrado la radiografía más
abyecta que sociedad alguna pueda exhibir: alargar la prisión y no
enfrentar al toro por las astas.
Hay violentistas que abominan de Antauro Humala y sus seguidores. Los
califican de locos, terroristas, insanos y demás boberías fáciles. Una
sola pregunta: ¿y por causa de qué los partidos políticos, en realidad
clubes avitualladores de mamones de la ubre del Estado, las ONGs, las
diversas asociaciones o logias, no enfrentan política y militantemente
lo que hace el grupo de Humala? Preguntemos a los apristas si se
acuerdan que la R de sus siglas hablan de revolución, y se llegará a
la asombrosa plataforma que 95% de su militancia ignora que alguna
vez, la otrora esperanza movilizadora del pueblo peruano, fue ariete,
oriflama, bandera con himnos y luchadores, batiéndose en las
trincheras rebeldes y cuestionadoras de una realidad social injusta,
reaccionaria y profundamente envilecida. Hay hasta estúpidos que
hablan que ese movimiento es de derecha.
La pregunta también debe ser enderezada a la rabanería caviar que
ostenta dos taras profundamente repugnantes: es chilenófila y
pro-yanqui. El país del sur puede conseguir un asiento en la Comisión
de DDHH de NNUU porque entregaron al delincuente Alberto Fujimori.
Imposible olvidarse que los señores de la judicatura chilena ¡jamás
juzgaron a Pinochet, autor de miles de asesinatos, monras, exacciones,
represiones y demás crímenes a cuyo lado, el nipón es un párvulo de
primera enseñanza! Y estos invertidos políticos ¡son cómplices en
nombre de los derechos humanos que sirven para todo, especialmente,
para llenar de odiados dólares, los bolsillos de estos traficantes de
la pobreza!
Ni unos ni otros se atreven a recorrer el país o visitar talleres,
minas, fábricas, a buscar el apoyo ciudadano cívico para la gran
revolución social, nacionalista y constructora de la patria. Han
perdido el elan, están huérfanos de savia e ingenio. Los unos son
usinas de burócratas de un gobierno entreguista y sin personalidad
capturado por las transnacionales, y los otros, para variar, forman
parte, también, de la gran rueda internacional que fabrica sus
"medicinas" y paliativos en forma de talleres, folletitos,
conferencias, vigilias y montajes mediáticos, para edulcorar lo que es
una desenfrenada entrega miserable al gran imperio que busca gas,
petróleo, mar, biodiversidad rica. Estos bolsones son rémoras inútiles
al Perú.
Tengo la impresión que el pecado de Antauro Ollanta y su gente, habida
cuenta de no pocas improvisaciones, yerros reprobables y
ajusticiables, frases estridentes e inexactitudes en su análisis,
consiste en haber puesto el pie en las calles, desde abajo y logró
interpretar, a su modo, hasta caprichoso, rutas de redención del país.
Es hasta posible que estén equivocados. Pero, dijo en 1946, Rafael
Belaunde, al ocupar un ministerio del gobierno de Bustamante y Rivero:
¡las masas se combaten con las masas! Si no se opone fuerza política
en las calles, sindicatos, organizaciones de todo nivel y se demuestra
que se es mejor que aquellos, en todo sentido, ¡no hay derecho a
bramar, como respuesta, que se les aplique la represión salvaje y
genocida que caracteriza a sociedades embrutecidas y dirigidas por
políticos despreciables y cobardes.
Si los 36 meses se cumplían y la detención no daba para más, ¿por
causa de qué se prolonga, por un período similar, ese apresamiento?
¿por lo que dicen los rábulas, hablantines a sueldo, de cualquier
gobierno o régimen judicial? ¡No es así! El miedo cerval, el más
profundamente y abominable miedo ha vomitado su producto pestífero.
Cuando una sociedad camina al compás del terror espiritual que sus
"líderes" emanan, es poco lo que puede esperarse. Así, años atrás, el
violentismo terrorista, encontró caldo de cultivo y amparo inicial en
poblaciones resentidas con el Estado secular, injusto, racista y
colonial.
Si el Perú es incapaz de pronunciarse por una amnistía, en vez del
ridículo de prolongar carcelerías, debiera juzgar y sentenciar a
Antauro y a sus socios políticos. Y aplicarles la ley, sin
manipulaciones aviesas o leguleyadas de que son autores sempiternos
los abogángsteres. Recordemos: este país es lo que es, porque curas y
abogados fueron –y son- parte fundamental de su desorganización y
derrota espiritual atávica y hasta hoy invencible. Y como no quieren
perder su reino de pajas, entonces, "aplican" la ley. Si para algo
sirven las leyes en Perú, es para incumplirlas, así digan todo lo
contrario quienes fueron entrenados en el sistema.
Caso Antauro: ¡los esperpentos que produce el miedo!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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