por Herbert Mujica Rojas
22-9-2008
La sociedad imposible
Para no pocos estudiosos la peruana es una sociedad que al carecer de
horizonte nacional, argamasa doctrinaria o ideológica de cualquier
tipo, vectores capaces de dinamizar un sentido común de trabajo o
ambiciones de corto o largo plazo, deviene un conjunto imposible. Es
una realidad física de 28 millones de habitantes pero hay el doble o
triple de pareceres, todos distintos respecto de qué es el Perú. Es
más, la ignorancia de qué es este país pareciera el catecismo más
generalizado y convicto. ¿Pesimismo? ¿aflicción o derrotismo?
¿realidad incontrastable e imbatible? El dicho popular lo afirma en su
expresión cotidiana: "esto no lo arregla nadie".
¿Ha escuchado usted la siguiente cantinela: "siento verguenza de ser
peruano"? Sin duda alguna que sí. No obstante del aparente sentido
crítico del cuestionamiento arribaríamos a la sorpresa que el emisor
no tiene idea de qué afirma más allá de una protesta puntual o
episódica y por razones personales. No hay una actitud de principios o
de pertenecer a un equipo humano con metas comunes, sensaciones al
alimón o perspectivas irrecusables urgentes y como parte del deber
cívico de todos los ciudadanos. El lampo protestante queda en aquello,
en urticaria insuficiente, en arañazo fugaz.
Sostiene en brillante artículo, Principios que subyacen a la grandeza
de las naciones, el embajador Félix C. Calderón, lo siguiente:
"La visión unitaria del conjunto supone la unidad en la diversidad y
la primacía del interés común en relación con los intereses
particulares. No implica el adocenamiento ni el verticalismo. Tampoco
el sometimiento de un pueblo ni mucho menos la imposición de una
minoría. Es el fruto que emerge de la convicción colectiva, aun cuando
para arrancarlo pueda haber sido necesaria en un principio la
violencia cruenta. Un ejemplo que viene a cuento en este sentido es la
guerra de secesión en Estados Unidos. Cuando se comprobó que la
conciliación de intereses no era posible y que los caminos que
preconizaban las facciones conducían a la implosión del conjunto
primordial, se tuvo que recurrir por única vez a la fuerza para
imponer lo que en ese momento se consideró acertadamente como lo que
era mejor para el conjunto. No fue una decisión fácil ni alocada ese
recurso a la ultima ratio, ni estuvo exenta de secuelas. Sin embargo,
hubo un momento en que se tuvo que cerrar la vía de las transacciones
de corto plazo para abrir otra en que, lamentablemente, tenían que
hablar las armas, a cambio de la estabilidad en la unidad."
Objetivo y puntual es señalar que en Perú hay una competencia de
pandillas que se disputan las pitanzas que ofrece el Estado como el
mejor campo de Agramante para hacer negociados inmorales y robos
descarados. Son minorías y grupúsculos microscópicos que por diversos
mecanismos se apoderan de las claves que permiten el enriquecimiento
de los patrones que pagan el esfuerzo y las excusas ideológicas son
sólo basura literaria que arropa a los hijos de Caco. El tema pasa,
además, por apellidos recurrentes, personalidades que están en todos
los cocteles, formadores de opinión que no tienen un sólo pensamiento
propio, en suma, la adición de mercenarios que actúan como si fueran
los comisarios de un ejército de ocupación. Premisas básicas son
mantener la pobreza, la falta de información, el engaño colectivo, los
mitos con que llegan las inversiones y la dación de esquemas jurídicos
que consagren la expoliación, el saqueo y la impunidad de quienes son
los ocasionales ministros, parlamentarios, burócratas, autoridades
financieras, en buena cuenta, un menú que diseña una realidad perversa
perpetrada por organizaciones de nuevos gángsteres de la sociedad o de
los instrumentos transnacionales cuyos rostros cambian con cada
alianza estratégica o rescate tras negocios sucios como acaba de
ocurrir la semana pasada.
La sociedad imposible basa su afirmación en dos comportamientos
masivos indispensables: en el silencio y en la falta de memoria. La
mudez garantiza el acriticismo y la aceptación resignada de toda clase
de abusos. Y la no recordación fleta que los rufianes vuelvan a gozar
de las confianzas y estén donde no deben estar dando órdenes y
consagrando edificios de corrupción que comprometen seriamente los
fondos del pueblo.
¿Qué hacen los partidos, asociaciones, clubes y sistemas similares de
agrupación societal? Nada o muy poco. Los líderes apenas si sobresalen
del común y con pobreza cultural o de interpretación histórica muy
ignorante del comportamiento histórico del cuerpo social del Perú a
través de momentos estelares de su penoso avatar colectivo. Es decir
muestran ineficiencia y falta de creación.
Entonces ¿cuánta verdad hay en lo consignado líneas antes? ¡Esto no lo
arregla nadie!
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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