Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
4-4-2024
Los muertos que vos matáis, gozan de buena salud
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La sentencia poética es atribuida a diversos autores, entre
ellos a Zorrilla, Juan Ruiz de
Alarcón, Corneille y Lope de Vega.
En la cruda
escena política peruana hay una comprobación que va desde el enunciado, pasa
por la burla, aterriza en el desparpajo y constituye una monumental estafa
contra la fe pública.
En reiteradas
oportunidades la defensa de Kenya Fujimori y él mismo, entre balbuceos de piedad
y “mala salud”, admonizaron que su permanencia en la cárcel dorada, minaba su
organismo y el peligro de la muerte rondaba por todos lados.
Pero Kenya
Fujimori aparece en los días corrientes, en las redes sociales con videos
“explicativos” de su particular reescritura de la historia y su salud parece de
las mejores.
Lo
sensiblemente irónico es que le dieron libertad porque, precisamente, andaba
muy golpeado. Nada nos impide decir que aquello fue una farsa y engañifa.
¿Fue gratuita
la liberación de Kenya? No lo parece. El grupo parlamentario de ese pelaje
apoya a doña Dina Boluarte y nada cuesta lanzar el vaticinio que el gabinete de
ministros contará con los votos naranjas.
En buen castellano, la alianza de la titular de Palacio,
amén de sus escándalos, está firme e inconmovible. Boluarte sabe que tiene
sobre sí una auténtica espada de Damocles, moverse un milímetro producirá que
ruede su cabeza.
La gran farsa requería de actores cínicos y convictos de su
propósito.
Un mal ejemplo. Los fujimoristas sostienen hoy que el
Senado, en 1992, al aprobar una ley de control de los actos presidenciales,
daba un “golpe de Estado”. No contentos con el brulote, exclaman que la
“respuesta” fue el golpe de Estado del 5 de abril de ese año.
La especie que el Congreso saboteaba a Fujimori fue
difundida entonces en algunos diarios. Nadie tuvo el reflejo de entender que
aquello formaba parte del rosario de falsedades necesarias para el golpe de
Kenya Fujimori ese domingo, en abril de 1992.
Separar a Kenya Fujimori de su socio Montesinos sigue siendo
otra fabricación aviesa. Fujimori bueno y estadista. Montesinos corrupto y
corruptor.
El mismísimo Kenya afirma que a él se debe la derrota del
terrorismo. Bueno recordar que cuando Abimael Guzmán fue capturado, Fujimori
estaba de pesca en la Selva, ajeno e ignaro a esos hechos.
Los ronderos, el Ejército y la sociedad civil en todo el
país, hartos del violentismo criminal, dieron su cuota al alimón y derrotaron a
los asesinos.
¿No debiera Kenya Fujimori anunciar cómo va a pagar la
reparación civil que se determinó desde hace mucho en sus sentencias? ¿Y que
son muchos millones de soles de los que NO ha pagado ni uno solo?
El papel de los miedos de comunicación sí es reprobable. No
inquieren al liberado Fujimori pero sí reseñan sus movimientos de todo calibre,
cuando pasea, camina, se ríe y burla de todos los peruanos.
La sociedad en general “acepta” lo que les impone el poder y
admite que el responsable del remate a plazos de todas las empresas y activos
del Estado desde 1990, camine como Pedro por su casa, por donde le venga en
gana.
¿Hacen algo por su propia preservación los clubes
electorales?
¡Nada de nada! Están como gatos panza arriba contemplando
cómo se pasa la vida, cómo se les viene la muerte, tan callando……
La actividad constante, aunque con la mañosa
reinterpretación, de una forma u otra, capta seguidores y votos militantes.
¿Qué otra forma para comprender ese sector duro que acompaña al fujimorismo?
No es una doctrina, sino un amasijo de elaboraciones sobre
fragilísimas interpretaciones, casi todas enrumbadas a blanquear el sucio
ejercicio de Kenya y todos sus múltiples operadores corruptos.
Los grandes señorones intelectuales y analistas no se
molestan en combatir, desprecian a Alberto Kenya que les gana todas las
elecciones desde las bases y con habilidad de estar donde la ocasión lo
requiera.
Cuando la ciudadanía pierde la dignidad y ya no critica nada
porque “así es la política”, empieza su putrefacción y estancamiento. Nada peor
para los más jóvenes que buscan futuros y perspectivas, casi siempre lejos de
la Patria.
Viejas cuitas cantaban: Si del mundo quieres gozar: ver, oír
y callar.
¿No es acaso aquí y con personajes de carne y hueso que
podemos recitar como al comienzo: Los muertos que vos matáis, gozan de buena
salud?