Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
3-9-2018
AG miseria de un
destructor
Hasta cuando Víctor Raúl Haya de la Torre vivió, los
apristas poseían un patrimonio indiscutible: la honradez. Las ovejas negras
eran contadas con los dedos de la mano y carecían de cualquier influencia o
liderazgo. Con sus yerros, alianzas, pactos temporales, el Apra podía exhibir su
ética y moral a prueba de pícaros y rateros.
Las multitudes vitoreaban a sus adalides y les guardaban
fraternal cariño porque la identificación tenía una génesis en la lucha
política, desde las prisiones y deportaciones y en el sacrificio de sus mártires
obreros y campesinos desde 1930.
Hasta el 2 de agosto de 1979 fecha que registra el deceso de
Haya de la Torre.
En octubre de ese año el Apra escoge al peor candidato a la
presidencia para las elecciones de 1980: Armando Villanueva. Motorizando una maquinaria
inescrupulosa que accionó todos los resortes con ese propósito estuvo AG.
Belaunde ganó el comicio por más de 600 mil votos. Y el Partido que en la
Constituyente había abarcado todo el país con un triunfo electoral resonante
con Víctor Raúl a la cabeza en 1978, se redujo a Lambayeque, La Libertad y
Cajamarca.
¿Quién logró después de su presidencia entre 1985-1990,
largo túnel de aventuras irresponsables y voluntarismos absurdos, que a los
apristas se los tildara –a todos- de deshonestos y ladrones? ¿No fue AG?
Y ¿qué ocurrió entre 2006 y 2011 en su segunda presidencia
cuyo origen, según Lourdes Flores, se catapultó en mesa? ¿No es cierto acaso
que ningún alanista –y mucho menos AG- ha contestado en torno al entreguista
Memorándum de Entendimiento Aéreo firmado el 2011 con Chile y que ya ha causado
daños por más de 5 mil millones de dólares al Perú?
Todos guardan silencio cómplice: prensa, alanistas del
cogollo (los que quedan y saben que sus hojas de vida, comisiones y negocios,
están registrados documentariamente); alanistas de oposición (que hoy pretenden
distanciarse de su complicidad con el cabecilla de la organización) y ¿por qué
tanta felonía?
Nótese cómo “destaca” la prensa el mensaje de AG, el
destructor, y que anuncia que reconstruirá al Apra. Las dictaduras sangrientas
y persecuciones no lograron reducir al Partido a los niveles de miseria
electoral que el año 2016 ya descendía a 5.8% con ayuda soterrada. ¿Qué va a
reconstruir un depredador natural?
Aludir a la derecha, de la que fue AG acomedido amigo o al
comunismo, es repetir una monserga de muy baja estofa. Las claudicaciones
ideológicas y programáticas entre 1985-1990 y 2006-2011, no requieren ayuda de
nadie para mostrar su acción perversa.
Los jóvenes que vitorean acríticamente a AG deberían saber
que la política no sólo es una ciencia sino una actividad en que los valores
morales requieren ser preservados con inflexible conducta. Recibir propinas y
premios, estímulos pasajeros y lisonjas sólo es mercenarismo oscurantista.
¿Qué horizonte tiene AG más allá de su megalómana ambición
destructiva? ¡Nada!
Hasta la miseria tiene lados aún más miserables. Y Perú
recordará a AG por su acción letal contra un Partido que fue inspiración de
multitudes y heroísmo genuino.
De sus presidencias se seleccionará el largo rosario de
sucesos sospechosos que pulverizaron a la organización aprista.