Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
16-5-2018
¿Senado, mejores
leyes o guarida de reeleccionistas?
Cámara Alta o Reflexiva le
han llamado, por años, algunos. Usina de mejores leyes por la “experiencia” de
sus integrantes, dicen otros. Lo cierto es que el Senado desapareció luego del
golpe de Estado de Fujimori el 5 de abril de 1992 cuando cerró el Congreso. Y
aunque a muchos cuesta admitirlo, con alborozado apoyo popular.
Hoy, como cada cierto tiempo,
ronda en el Parlamento un proyecto de ley que propone el renacimiento del
Senado. Y la pregunta es directa: ¿Senado, mejores leyes o guarida de
reeleccionistas?
Una de las premisas del
Senado es que sea una elección bajo la figura de distrito único nacional. Es
decir, los presuntos miembros de esta rama legislativa podrían ser votados en
cualquier parte del país. ¿Interesante no?
¿Quiénes poseen aún a pesar
de su inocultable mediocridad y sólo porque están en el Congreso 10, 15, 20 ó
25 años, imagen ante los medios de comunicación, renombre o presencia cuasi
permanente? Son los primeros interesados en que exista un Senado.
Para los reeleccionistas el
Congreso, unicameral o bicameral, es en esencia no una tarima de denuncia y
agitación de causas populares y elevación de la conciencia cívica y protestante
del pueblo, sino un modus vivendi que paga viajes, compras inmobiliarias,
garantiza invitaciones a embajadas y legaciones, bolsas o colectas sin
comprobantes o certificados de ninguna especie para agilizar el tráfico de
influencias en todas las entidades del Estado. En suma, los repitentes han
conseguido la técnica de succión de la cansada ubre del Estado con métodos ora
refinados, ora palurdos y sólo para beneficio propio o el de sus robustos
contratantes a la sombra. Succionan los fondos que el pueblo paga con sus
impuestos y logran muy rápido la impunidad de que son homenajeados por los que
debieran meterlos presos de por vida.
¿Años equivalen a experiencia
y sabiduría? Eso lo dicen quienes han envejecido y saben que en sus pueblos de
origen nadie los quiere, por eso, hay que montarse en la oportunidad de una
guarida como la que pareciera asomar vía el Senado.
Como los clubes electorales,
porque en Perú NO existen los partidos políticos, son apenas sumas de apetitos
y angurrias, los más viejos –siempre tozudos- se creen con el derecho de
postular al Senado y la manida “experiencia” y “presencia” son sus mejores
cartas. Lo divertido es que un 95% ingresó al Parlamento con tartamudez
cerebral permanente y con los años la tara aumentó sus infames síntomas y Perú
es testigo de lo que dicen estos personajillos de cuarta o quinta categoría.
La desprestigiada democracia
electorera sólo alimenta al país de logreros y rufianes capaces de cualquier
cosa con tal de estar entronizados o pegados a la curul, en diputados o en
senadores.
Una juventud dinámica y
valiente tiene el imperativo de barrer y cancelar a una costra política que
hiede en su miopía y produce naderías en cantidades industriales.