Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
13-11-2020
Nuestros momios criollos
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La derecha económica y política tiene engrilletado al Perú.
Está en los ministerios, en el gobierno, antes y después del precario inquilino
actual; en la banca, finanzas, gerencias y direcciones, en todas partes.
Nuestros momios criollos se llaman tecnócratas, especialistas, cualquier
término que disimule, mitigue o conjure el hecho que son simplemente
conservadores a rajatabla.
Son los que cortan el jamón. Cuando van presos, y esto
ocurre rara vez, sus celdas son suites de hotel con todas las comodidades de
cable, internet, colchones en buen estado, líneas telefónicas y mucha
discreción para, desde la ergástula, seguir coordinando sus negocios, casi
siempre sucios.
Los momios criollos son los que sin tener pruebas ni
documentos de ninguna especie afirman que las marchas son organizadas por terroristas
y que los cientos de miles de protestantes están pagados por alguien. Y el
pretexto es útil porque la Policía arremete con violencia y detiene a gente
pacífica que sale a actuar conforme a su conciencia.
El neologismo momio tiene su origen en Chile y designa a los
mandones en lo económico y político a la diestra que hicieron del país sureño
un oasis de absoluta desigualdad, privilegio escandaloso para sectores minúsculos
que acapara el 85% de los ingresos. Aquí son lo mismo aunque, debemos
subrayarlo, con más chabacanería insolente. ¿Recuerdan el dicho: “sabes con
quién estás hablando”?
Los momios, como tienen vergüenza de llamarse conservadores
a secas, se arrebañan en “colectivos” y no importa la variopinta procedencia:
ayer incendiarios y hoy bomberos con muy buenos dólares, euros o soles, como
ingresos por “productividad” y si hay algo de lo que carecen es de valentía:
viejos izquierdosos junto a genuinos mermeleros de la prensa y alcahuetes del
empresariado que no paga impuestos y que se hace de las licitaciones con nombre
y apellido.
Como los partidos políticos NO existen, las carpas
electorales –efímeras y por el tiempo que dure la campaña, luego se cierran y
hasta el próximo comicio- no logran conformar ninguna oposición o digna acción
política solidaria y en favor de las mayorías nacionales. Y es entonces que los
momios criollos, bajo la premisa que todos tienen precio, compran a los
“líderes” y hoy dicen B pero mañana cambiarán a C. Y a vista y paciencia de
todo el mundo.
Hace 200 años -matices más, matices menos- que nuestros
momios criollos depredan el erario nacional. ¿Y el pueblo? El pueblo sólo paga
tributos, sufre todas las multas y el alza de precios y es el eterno convidado
de piedra en las elecciones porque elige al menos ladrón, porque todos son
rateros.
De entre los momios criollos salieron ex presidentes que
están tras las rejas enjuiciados o próximos a convertirse en inquilinos de
alguna cárcel. Cuando las pugnas internas, el más bobo paga el pato y “debe
rendir cuentas”. Si algún panzón pierde la brújula, el sistema le recuerda que
hay otros más poderosos y que son intocables porque ellos mandan.
Y para no dejar la lista incompleta, el ex mandatario que se
suicidó cobardemente porque ya veía venir la cárcel y la rendición de cuentas,
traicionó su origen, a lo que fuera alguna vez su ideología e inoculó el crimen
organizado y cuasi perfecto. A ese individuo quieren convertirlo en “mártir”.
Semejante desfachatez.
Este noviembre del 2020 ha contemplado cómo los momios
criollos nutren el gabinete de ministros dispuestos a almorzarse en salsas
sabrosas el aparato del Estado. El signo ideológico, conservador, reaccionario,
antipatriota, se nota a leguas por inocultable.
Nuestro momio criollo, es un traidor a la causa esperanzada
de un Perú libre, justo y culto por la simple razón que busca lo suyo con un
egoísmo destructor, anticholo y perverso.