Thursday, October 21, 2010

BCP y Señor de los Milagros

Señal de Alerta

por Herbert Mujica Rojas

26-10-2004

 

BCP y Señor de los Milagros

http://www.voltairenet.org/article122564.html

 

¿Qué hay de común entre San Dionisio Romero Seminario, mandamás indiscutible del Banco de Crédito del Perú y mil empresas más y la efigie del Señor de los Milagros? Que yo supiera hasta ahora nada. Pero en múltiples diarios en su edición de hoy se da cuenta de avisos a toda página con el tradicional color morado de fondo y un mensaje del banco del banquero de los banqueros que dice: "Lo cargamos en el hombro, lo llevamos en el alma".

 

Esta mazamorra tiene ingredientes difíciles de tragar. Separemos la basura de lo que los peruanos consideran sagrado. San Dionisio Romero Seminario, como le bautizara Ricardo Ramos Tremolada, por línea de carrera y por la comisión desvergonzada de múltiples actos delictivos, sólo o en complicidad de sus esbirros asalariados, debería estar en la cárcel. Los jueces aceitados no le dan la condena porque hay abogángsteres dispuestos no sólo a vender a sus respectivas madres, sino ¡lo que es peor! a negociar el precio.

 

Entre otras perlas, denunciada en Dignidad hace dos años bajo mi entusiasta dirección, hicimos de público conocimiento que San Dionisio Romero Seminario, (es bueno no olvidar este nombre), se había apropiado de una herencia de 150 millones de dólares, falsificando documentos y se puso en lugar de su padre que era el verdadero titular de ese monto, cambiando su apellido materno. La picardía la hizo en Piura y con la complicidad de un notario delincuente. Hasta hoy estamos esperando que San Dionisio aclare el tema, pero se muere de miedo y rabia y varias veces, así nos lo han hecho saber sus íntimos, se ha acordado de mi madre. ¡Qué culpa tendrá ella de mis investigaciones!

 

En múltiples vídeos se ve a San Dionisio negociando sinecuras y favoritismos para el rosario de sus empresas con Vladimiro Montesinos. Sólo para el alquilable Jorge Avendaño, aquél bañado con desagues en la Católica hace años por su comportamiento inmoral, esto no tiene nada de delincuencial. Buena parte de los abogados en el Perú son como los monos: bailan al compás del tintineo que las monedas hacen sonar y si es en dólares ¡better!  Pero San Dionisio está libre por las calles.

 

Una valiente denuncia de un ex-funcionario del BCP hizo que la Fiscal de la Nación ordenara una investigación contra San Dionisio Romero Seminario por vinculación al lavado de dinero del narcotráfico. ¡Por supuesto, aquella circunstancia ya fue dada de baja y el banquero de los banqueros se ríe porque en el Perú no hay quien lo meta a la cárcel que es su hábitat natural!

 

He propuesto más de una vez que si de gustos se trata, entonces el traje a rayas para San Dionisio, puede él mandarlo a confeccionar a Sabille Road, su calle preferida en Londres y hasta podría poner una discoteca o biblioteca (aunque no es aficionado a una cosa u otra) para pasar un "largo tiempo de reflexión". Pero no, a este tipo nadie le calza el guante porque su dinero compra conciencias, espacios televisivos y periodísticos y frente a eso, no hay ética que valga porque, además hay una severa crisis y todos viven de la publicidad.

 

¿Qué hay de común entre San Dionisio y el Señor de los Milagros?: ¡nada! Simple y descarado aprovechamiento de un símbolo que para millones de peruanos representa algo sagrado. ¡Se pasó esta vez, otra vez, de nuevo y como de costumbre, San Dionisio!

 

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

 

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

 

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

 

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Hambre de Pan y de Poder como canonjía

Hambre de Pan y de Poder como canonjía
por Guillermo Olivera Díaz; godgod_1@hotmail.com
http://www.voltairenet.org/article167360.html

20-10-2010

Los que se suceden presidiendo la religión católica y que se llaman Sumo Pontífice o Papa, siempre hablan del hambre de pan que siente el pobre -aún después de haber comido-, sobre todo cuando están frente a una multitud de hambrientos producto del desempleo, la incultura o su inmerecida pobreza. A la vez, pese a su inmenso poder, no se preocupan por soluciones de fondo, ni las intentan liderar, pues conviven con la injusticia social que reina en la faz de la tierra. Desde el púlpito prefieren endiosar la limosna y predican con su ejemplo, pidiéndola.

Además de esta sentida necesidad, hoy en día inunda en el globo terráqueo el hambre de poder, como canonjía; que lo viven también los pobres aquellos, como errada solución a su pobreza y, en particular, los ricos con enriquecida viveza criolla, los conocidos cacos y muchos otros bribones de la enmohecida clase política, siempre actual, en busca de hipertrofiar su ya descomunal riqueza o saciar su recusante torcedura moral.

No se trata del apetecido poder a secas, como ejercicio de autoridad sobre el administrado o el tesoro público; de larvado dominio sobre los demás, quizá en el seno de la propia familia; de despliegue de notoriedad ante otros; o, psicopáticamente, de ser el centro en el barrio, distrito, provincia o país, sino del poder ultramontano, visto también como canonjía: poco trabajo, mucho provecho económico, donde los gobernados pagan el canon. Sin ella todo el conseguido poder sería torpe ilusión, aunque ingrediente central del ego, que la presidencia del país para los Alan García, que abundan, es la feliz oportunidad de su manifiesta eclosión.

Por este inhumano apetito buscan las decenas de miles de candidatos las alcaldías distritales y provinciales y sus correspondientes regidurías; ser presidente o consejero regional es su ambición. Los que no son ricos prestan dinero, se endeudan, venden o hipotecan su casa o se financian en sus sueños, arrullados por sus parejas ocasionales o permanentes, con la almohada de muda testigo. Los que lo son o tuvieron mandato anterior conocen de sobra una y mil triquiñuelas. Es una "inversión" de nuevo se dicen.

La presidencia del país es otro final y apetecido recodo para los menos, cuyos nombres se repiten año tras año, antes de haber sido propuestos por sus merecimientos; como Keiko Fujimori, con calculada antelación, pintan su nombre en los cerros, sobre las piedras de los ríos, en las paredes de modestas casas y al borde de todos los caminos, para todo lo que necesitan un ejército de rentados operadores, con una costosa logística de vehículos y materiales.

¿Cómo lo financian, si el país es inmenso? Sólo el padre de Keiko lo sabe; también Alejandro Toledo, si echa pluma a lo que significa vender al extranjero 4.4 trillones (sí, los trillones están después de los billones; éstos después de los millones; y éstos tras los modestos miles) de pies cúbicos del gas de Camisea, a un precio de regalo que incremente la comisión; y, por supuesto, los Castañeda y Kouri, luego que han ejercido el poder local y provincial por muchos años, administrando miles de millones de dólares de presupuesto, con superávit pro bolsillo. La atraillada, y vendida, también por publicidad, prensa escrita, radial y televisiva se encarga del resto. El pueblo, con su resultante ceguera, no logra separar la paja del trigo; simplemente vota por quienes van de punteros en las encuestas que alguien paga.

Estos que se arrastran por el poder como canonjía, desde mucho tiempo atrás, se autodesignan y se publicitan; hacen malabares para devenir candidatos; son capaces de lo peor para serlo; o el papá encarcelado desde Chile mientras extraditado la designa y en cárcel peruana la ratifica, caso Keiko; empero unos y otra, se ufanan de la democracia interna (recuerden a los Kouri y Barba que defendían la elección interna de bases inexistentes) y, en su momento, los jueces electorales cierran los ojos. Tal como los jurados electorales "especiales" y los miembros del Jurado Nacional de Elecciones del Perú que con desparpajo anticipan sus fallos. Todo en nombre de la "justicia electoral", con autoridad de cosa juzgada irrevisable.

Al lado de los seres de esta parentela están otros de la misma pollada, lechigada o camada que también buscan el poder. Aquellos que se hacen nombrar ministro de algo, director o gerente, administrador o jefe de sección. Arriban también aupando al Poder Judicial y son jueces de primera, segunda o de la Corte Suprema. Buscan así ujieres, secretarias privadas, vehículo oficial con chofer a la mano y la posibilidad del celular y los gastos de administración pagados por el Estado. El bolsillo particular crece, pero no gasta, porque guarda pan para mayo, para los tiempos de reelección.

Con semejante status social, estado o condición poderosa, admirada por los demás, ya tienen la comilona de convite asegurada, cuyo whisky etiqueta azul corra a cargo de Palacio de Gobierno, como era usual en el ebrio Alejandro Toledo que cochinamente cogía el trozo de hielo con su pelada mano para meterlo en su vaso. Para él los adminículos sobran.

Finalmente, con la faltriquera gorda, término grato a nuestro buen amigo y admirado periodista Herbert Mujica, o sea, con los bolsillos llenos, les resulta difícil desprenderse o destetarse de por vida del poder político. Por eso la reelección en el cargo siempre es su norte, como lo fue para Fujimori, Alan García y ahora lo es para Alejandro Toledo, aunque se haga el cojudo de esconder su evidente apetito de poder y de regalar aún más el gas que falta para el actual consumo interno o de recomprar nuestra deuda externa, vía "bonos soberanos" que esconden millonarias comisiones.

¿Recuerdan que tenía la misma engañifa como táctica el Alberto Fujimori que buscaba, con tamaña desmesura, un tercer mandato el año 2000, asesorado por Montesinos?


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