Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
18-9-2023
Me lo contaron los zorros
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Kachkaniraqmi,
Arguedas (Existo. A pesar de todo, existo).
En la reciente novela de Eduardo González Viaña y porque lo
cuentan los zorros nos acercamos a un paraje interesante de la vida temprana de
José María Arguedas. La fuga del niño José María con su burro Azulejo es real y
puede encontrarse en cualquier cronología.
Y es en los Andes, fuego y solidez creadoras y desafiantes
del Perú, donde transcurre un relato seductor y de formidable descripción de
usos, costumbres, mitos, imágenes en que los seres humanos no pueden dominar ni
su tiempo ni su vida.
El destierro temprano de Arguedas a la cocina y hacia la
convivencia con la entonces denominada servidumbre, constituirán el ingreso del
personaje a un mundo donde la infelicidad no se sabe, se siente.
El drama opresor de los ibéricos iniciáticos muestra por
arriba, la fiesta. Por debajo, la invasión territorial de los blancos. Y a
posteriori de ellos, los que se auparon sin derecho alguno en el mando o lo
impusieron a sangre y fuego en todo el territorio nacional.
Sabido es que la historia del Perú es una pesadilla en la
que siempre triunfan los lobos. Y esas dentelladas, lejos de amainar, mutaron
hasta nuestros tiempos tomando formas y figuras algo modificadas, pero iguales
de crueles y discriminadoras.
Es el periplo de algo más de dos años de Arguedas niño y su
burro Azulejo, de pueblo en pueblo, encontrando la magia desde los cerros y el
ulular de vientos helados que discurre ese viaje a las distintas facetas del
Perú profundo en los que el castellano y el quechua se peleaban en su infantil
pensamiento.
¿Ha perdido el Ande, sus cuencas, escondrijos misteriosos, a
miles de metros sobre el nivel del mar, su vocación creadora y fertilizante que
antaño dominó buena parte de la América del Sur? Con inigualable maestría
Eduardo González Viaña traza un homenaje a los cerros sin los cuales sería
incomprensible el Perú.
Fue en los Andes, en el Perú de adentro y arriba, donde se
desarrollaron las grandes culturas preíncas y las que gobernaron luego el Tahuantinsuyo.
Los peruanos de hoy aún persisten en el descuido de leer a sus Andes.
Por eso González Viaña anota que en aquellos “Todo es
música. El dios que habla se convierte en río y canta. Las montañas tararean,
cantan las nubes y los luceros al rozar con el cielo. Si se acabara la música,
dejaríamos de existir”.
En Kachkaniraqmi,
Arguedas es posible seleccionar sentencias que señalan lampos e hitos cuyo
decurso hiciera joven, muy joven José María. A saber: …la muerte es solamente
eso, una suspensión de la palabra; el zorro es el animal más fidedigno de la
historia andina; sobre ella (la mula) iban las ropas, los cacharros, los lapiceros,
los tampones, los sellos;… pero los aullidos de las mujeres no figuran en los
libros de historia; el cuerpo comenzó a perder gravedad y a ganar ternura; aprendió
de nuevo a brotar, es decir a recordar.
“El concepto de “lo
andino”, es pues, el continente que defiende la vida, porque en nuestro
continente andino todo se opone a la muerte, nuestros pueblos son la defensa
humana a la depredación ecológica y al exterminio a la que nos ha llevado la
aventura colonialista europea occidental que se inicia en el siglo XV y que en
solo 100 años (1492-1595) exterminó a la mitad de la humanidad en Asia, Africa,
Andinia y Oceanía, y cuyos “logros” y resultados han intentado inútilmente
globalizarse, encontrando su límite de contención o “frontera” invencible en el
continente andino. Y sobre todo, “lo andino” significa lo producido y aportado
por nuestro continente, al resto del mundo para que sobreviva la vida –valga la
redundancia-. (Jallalla a nuestro
continente andino libre y soberano, Javier Lajo Lazo
www.voltairenet.org/article190863.html?var_mode=calcul)
Estudiosos de la
obra de Arguedas y refiriéndose al trabajo de González Viaña, no han ahorrado
conceptos:
-“Pero cómo contar
esta historia? ¿con qué voz hacerlo? Ese asombroso escritor que es Eduardo
González Viaña le ha entregado ese papel de narradores a dos zorros de aquellos
que están siempre presentes en las leyendas andinas y con quienes se alternará
en juego, en relato y en sapiencia”. Elena
Zurrón
“Es el escritor que
como el Tayta Arguedas se convierte en Demono feliz, recogiendo poemas y cantos
en quechua y castellano, en cristiano e indio, haciendo de esta novela, un
monumento insuperable de sólidos pilares en antropología y literatura. Eduardo
González Viaña es la magnífica y vigorosa prosa de todos los tiempos.” José Carlos Vilcapoma
“Esos zorros,
constantes interlocutores del narrador, permiten también, prolongar las novelas
de Arguedas y presentar diferentes finales. Por eso mismo, el lector de Kachkaniraqmi
Arguedas, reconoce, desde el inicio, que se trata de una completa ficción en la
que, acertadamente, se ha destacado el quechua original de las creaciones del
gran escritor andahuaylino.” Carmen
María Pinilla