por Herbert Mujica Rojas
9-12-2009
¿En sus marcas?, ¿listos?: ¡Ya!
http://www.voltairenet.org/article163238.html
Pocas son las horas que nos separan del inicio radial de Señal de
Alerta. Las coordenadas del suceso ya han sido descritas En el aire
http://www.voltairenet.org/article163212.html, el 7 de los corrientes.
Y por alguna razón que atribuyo al exceso de entusiasmo, son muchas
las personas que generosamente han deseado parabienes, llamado por
teléfono, enviado emails, solicitado minutos de entrevista y las
ofertas de noticias y casos son múltiples. Este auspicio conmueve y
emociona. Pero más que lo anterior, compromete, determina y subraya
que el compromiso va por todo lo alto y embebido de la promesa de
contribuir con la revolución democrática del Perú y con la ambición
imbatible de hacer que la patria sea madre y no madrastra de sus 28
millones de hijos.
Hay temas que casi nunca capturan la imaginación de los conductores o
programadores consagrados: los puentes generacionales; la epilepsia
como mal social; las guerras asimétricas; la historia, madre y
maestra; nuestro frondoso y robusto árbol de taras institucionales; el
pecaminoso olvido de la geografía; el compromiso geopolítico desde el
nacimiento; la ciencia y tecnología como pilares de una nueva nación
moderna; etc. El pretexto manido siempre es el esperpento que aquéllos
"no son rentables".
Del párrafo anterior pueden extraerse conclusiones horrorosas: el
peruano en su inmensa mayoría desconoce las riquezas de que es
propietario y por eso concede que episódicos y traidores gobiernos
regalen vía concesiones, contratos tramposos, faenones en que tirios y
troyanos salen indemnes de sus trapacerías; el margesí del patrimonio
patrio. Se aplican criterios raciales a enfermedades que atacan al
universo completo social, arriba y abajo, no obstante los que pueden
acallar las noticias o sus crónicas en los medios padecen igual que
los de abajo que, sin distinción de raza, credo o ubicación en el
abecedario sociológico ¡no importan a nadie! Grafíquese de un modo
trágico: hasta hoy los infortunados padres de los chicos que murieron
en el Jockey Club años atrás, no consiguen la indemnización judicial a
que ellos aspiran por el malhadado suceso. En cambio, los 400 de Mesa
Redonda, con idéntico fin, achicharrados, siguen olvidados, sin
apellido, familia o reivindicación. Como si jamás hubiesen sido parte
del Perú.
Formamos legiones de abogados cuya misión no es practicar la defensa
del desvalido sino la sabiduría en cómo complicar los problemas,
alargar los procesos y vivir del dinero, conseguido de todas las
formas posibles, que a duras penas acopian los enjuiciados o los
reclamantes de justicia. No puede prescindirse, tampoco, del descarado
contenido racista que también se emplea en los litigios. Nótese: los
grandes tagarotes, forajidos que han robado desde los bisabuelos a la
fecha, jamás sufren carcelería. Mientras que hay desdichados que por
robar una gallina o una vaca y terminan con sus huesos en las
mazmorras-academias de todo tipo de maldad y perversión.
¿Cuál ha sido la labor de la medios de comunicación en promedio?
Modelar, perfeccionar, bruñir, al estúpido de a pie que huérfano de
autoestima, carente de cualquier clase de identificación con el Ande,
con el mar y con la madre tierra, jamás siente nada y no se inmutaría
si los anchos confines del Perú estuvieran invadidos por quienes
"traen inversión y modernidad y fuentes de trabajo". Crear seres
acríticos, deportivamente ineptos para diferenciar un avión de un
teléfono celular, ha sido hasta hoy una de las acciones, por comisión
u omisión, preferidas de los miedos de comunicación. Y a eso se llama
crimen.
Pretender que a partir de hoy esto cambiará en 180 grados no sólo
sería una estupidez simplona, también incurriríamos en abyección e
irrespeto a la inteligencia de quienes han hecho de su vida una
protesta militante y una sinfonía de amor propio y dignidad a pesar de
las inmensas manadas ambientes que simplemente no significan nada. Por
tanto, el desafío ya sabe que no enfrenta retos fáciles y por eso
pretende emplear mejor su modesto calibre de fuego noticioso.
En el compromiso que hoy anota su génesis, nuestra investidura de
chasqui nos compele a hacer del deber un formidable esfuerzo contra
viento y marea para llegar a puerto seguro. Sabedores somos que hay
muchas buenas voluntades al alimón en esta aventura. Y como buenos
tercos, hay que repetir: ¡La guardia muere, pero no se rinde!
¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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