Sunday, September 29, 2024

¡Dólar odiado, de la boca para afuera!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

29-9-2024

 


¡Dólar odiado, de la boca para afuera!

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Las letanías no se cansan de predecir la muerte y caída total del dólar. La muy detestada moneda estadounidense sigue concitando adhesiones fervorosas y también delictivas.

 

Mientras que las grandes causas no perecen por el miedo, porque subliman sus recuerdos heroicos, sus motivaciones éticas y revolucionarias, aunadas a una despiadada y feroz auto-crítica y su columna vertebral pasa por la fraternidad solidaria entre sus miembros, las hermandades, más propiamente colectividades mafiosas, tienen un símbolo endiosado como motor y dínamo de sus existencias: el dólar.

 

Sin la moneda, de boca para afuera odiada, de bolsillo para adentro, idolatrada, no hay lucha por nada, sólo desaliento y como consuelo, becas y relaciones públicas para buscar en qué colocarse y ¡seguir ganando para alimentar sus bocas hambrientas!

 

Estas recientes 5 ó 6 semanas, Perú fue conmovido por el conocimiento que millones de dólares en transacciones prohibidas tuvieron como protagonistas a jueces, públicos estafadores, actores, comediantes, fiscales, burócratas de alto nivel, metidos como en Fuente Ovejuna: ¡todos a una!

 

Las hermandades de los dólares pretextan, industrializan, reinventan lenguajes y alambican términos para generar neumáticas ficticias, siempre y cuando, el vil metal, casi siempre exaccionado del exterior o expoliado al Estado, vía cómplices cuyas hojas de vida están calibradas al milímetro, provean de cómo parasitar en el ademán y en el contorno ¡jamás en la solución, porque aquellas acaban con el líquido elemento, en este caso, los dólares!

 

En las últimas cuatro décadas esos odiados dólares, llegaron en forma de contribuciones, fondos, recursos de cooperación y demás cuentos hermosos y porque servían en la lucha contra la pobreza. Una infame costra burocrática metió las uñas y se enriqueció, vivió bien y aseguró futuros.

 

Los métodos son fáciles de identificar. Basta con ingeniosas campañas que no pasan de ser afirmaciones primarias, hasta simples, pero barnizadoras de dinámicas que “justifican” libracos, talleres, fórums, seminarios, sueldos, gastos de caja chica y mil otras chucherías, siempre con la ayuda de contables experimentados y cuya primera misión es asegurar la partida de dólares ¡cómo no!

 

La nomenklatura o nueva clase (Milovan Djilas, en el célebre libro con ese nombre) chola, copió todos los vicios, hicieron un nuevo estamento con privilegios, secretos y se protegieron entre ellos con sus premios y discreciones. Decenas de ese tipo de burócratas, viven de la cansada ubre del Estado.

 

Las élites están absolutamente envilecidas, las de derecha vendepatria y reaccionaria; las de zurda dolarizada y huérfana de ideas; las de centro más bien funcionales y traidoras, social-demócratas, liberales o neoliberales oportunistas, todas han sentido la obsolescencia que proviene de no haberse renovado.

 

Las mismas caras, los métodos idénticos, las taras sempiternas, las fallas intrínsecas, ¡nada ha cambiado porque no hay inteligencia suficiente o entereza para comprender que el mundo ha trocado en retos mucho más complicados!

 

El dólar, como cualquier moneda, no produce felicidad. Sí quita, de repente, dolores de cabeza y paga facturas. Sin embargo no puede comprar ni crear mística y potencial de combate sublime por la patria, su dignidad e historia: en el momento en que se secan los caños, los que viven de estos dólares, sólo huyen y desaparecen simultáneamente con el billete.

 

En cambio, la ética, la capacidad de regeneración de un país tiene que aprender a administrar sus mitos, sus tareas, su mesianismo constructor, nacional y nacionalista, porque de lo contrario la violentización de las sociedades corroe hasta la última célula.

 

¿Qué ocurre en nuestro país con los asesinatos por ajuste de cuentas, por encargo, por extorsiones no satisfechas, en cualquier parte a lo largo y ancho, al este y al oeste? La descomposición viene desde el propio gobierno que en lugar de tomar al toro por las astas, disemina la confusión y no provee de ministros sino chalecos con patas, para defender sus intereses de grupo.

 

Si los que aún profesan una fe y una ideología, cualesquiera que ella fuese, no comprenden que su tesoro empieza a amenguar por falta de elan, pantalones e idoneidad para expulsar a las malas pulgas, entonces, no les queda otra salida que dormir la ilusión, llorar el recuerdo, entrar al pasado.

 

Los que aún quieren pelear porque esa es su naturaleza victoriosa ¡enhorabuena! ¡Y para eso no se necesitan dólares, ni gringos bobos dispuestos a expiar sus pecados o elementos vivísimos que han convertido, por la vulgar compra, a antiguos rebeldes, en parlanchines borregos, genuinos y torpes representantes del imperialismo en nuestros países! ¡Y hay decenas de cipayos vergonzantes en estos pagos!

 

¡Dólar odiado, de la boca para afuera!