Barricadas de aprendizaje digital y cognitivo contra
pandemia
por David Auris Villegas; davidauris@gmail.com
15-7-2020
Si algo tenemos que agradecer
al Covid-19, es que nos encargó a todos, asumir nuestra misión educadora. Algo
que nos hubiera tomado décadas hacerlo. Un enorme desafío en épocas insólitas,
donde nuestra sapiencia de poco sirvió para afrontar esta crisis mundial. Por lo
que urgimos aprender, ignoradas maneras de sobrevivencia, acudiendo a nuestro estupendo
patrimonio, la educación.
Los gobiernos se encuentran ante
dilemas de tomar decisiones para transformar la educación en favor del
desarrollo sostenido, acortar la brecha digital y económica. Replanteando
planes curriculares, con pocos contenidos funcionales en todos los niveles
educativos, para afrontar futuras pandemias y desarrollar conceptos transversales
como: solidaridad, resiliencia, y empoderar la competencia de aprender
novedades rápidamente, según Peter Senge.
Los Estados se ven forzados
a acortar la brecha de inequidad, asignando el 15% del PBI al sector Educación,
para incluir a todos en el proceso educativo y dotar de libre acceso a Internet
de banda ancha, con robustos aparatos digitales para las clases, con énfasis en
las zonas rurales y sociedades vulnerables, garantizando el derecho a una educación
de calidad, reclamada por Julián de Zubiría.
Obsesionados por desarrollar
el capital humano, los docentes no entrenados en el manejo de tecnologías
digitales, bruscamente fuimos arrojados del espacio presencial hacia la esfera
virtual. Ahora, forzados a aprender disruptivamente, realizamos
videoconferencias, curioseamos diferentes plataformas, acudiendo a nuestra
creatividad y resiliencia pedagógica. Pero ¿acaso todos poseemos pertrechos
digitales y ambientes educativos?
Además de verse limitada nuestra
didáctica presencial, como actores centrales del aprendizaje, gestionamos las
emociones de los estudiantes ante la pérdida de un familiar, creando sociedades
de aprendizaje como nos sugiere la Unesco. Asimismo, lidiamos ante embates de los
directivos que aún solicitan evidencias, distrayendo nuestra misión, la de conocer
y transitar cómodos, los archipiélagos virtuales para generar aprendizaje disruptivo
y solidario.
Millones de estudiantes ante
una fría computadora, se ven obligados a aprender de manera autónoma y, como
era de esperar, fortalecen sus capacidades colaborativas con sus demás compañeros.
Sin embargo ¿qué de aquellos que no poseen las herramientas digitales? Así como
tampoco cuentan con una sala de estudios, millones de niños de las zonas
rurales, no acceden a Internet, limitándose a la televisión y la radio.
Otro bolsón de estudiantes
con limitaciones físicas se ven afectados, pues aún no hay herramientas
digitales que socorran su aprendizaje, llevándose la peor parte en este cosmos
líquido planteado por Zygmunt Bauman. Los
estudiantes de la media básica y el nivel superior, autorregulan, controlando sus
pensamientos y sus motivaciones, para lograr aprender. Pero la clave de la formación
personal, los docentes del nivel inicial y primario, aún no operan eficazmente la
tecnología digital pedagógica, abriendo otro desafío mundial.
Los padres de familia,
quienes enconadamente criticaban nuestra labor pedagógica, ignorando que seguimos
las pautas del sistema ya diseñados por un Estado abocado a evaluar documentos.
Esos mismos padres, hoy están asumiendo su verdadero rol educador e
irremediablemente se ven obligados a hacer de sus hogares un lugar más agradable,
no solo para la convivencia, sino para apoyar el aprendizaje de sus hijos.
En este tiempo hondamente
sensible, están volcados a ejercer la tolerancia filial y realizar el esfuerzo
de acompañarlos en la aventura del aprendizaje autónomo y crítico. Ahora, ¿qué
concepto tendrán los padres de familia acerca de nuestra actividad académica?
Ante el drama que vivimos,
la responsabilidad ética del empresariado, pone a prueba su cultura pedagógica
y posiblemente aprovechen esta oportunidad para congratularse con la colectividad,
invirtiendo en Internet de acceso libre para anclar el aprendizaje, así como para
financiar programas educativos y culturales en los medios de comunicación de
señal abierta, que aún trasmiten bodrios.
Ante esta prueba de la vida,
las universidades y los institutos de los países en vías de desarrollo, están
obligados a asumir su función pedagógica y liderar la batalla científica contra
el Covid-19. Apostando a la trasferencia tecnológica en la búsqueda de la
vacuna y la prescripción médica para el cuidado de la sociedad.
Finalmente, el formidable
desafío educativo ante la pandemia mundial es que no sucumban los más débiles. Retando
a la torpe burocracia, los educadores, como líderes pedagógicos, estamos comprometidos
a capitalizar esta crisis y crear comunidades de aprendizaje para el desarrollo
sostenido. Así como la sociedad, ineludiblemente que asuma su función educadora,
erigiendo barricadas de aprendizaje emocional y cognitivo contra la pandemia, y
¿cuál es tu rol pedagógico en esta histórica cruzada por la vida?
……………………………….
Fuentes:
-
Julián de Zubiría
-
Peter Senge
-
UNESCO
-
Zygmunt Bauman
© David Auris Villegas,
escritor y pedagogo.