Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
22-4-2025
El placer de desalojar se llama gentrificación
Bajo ese título tan rotundo, el especialista en temas de
propiedad y políticas públicas, Horacio
Gago Prialé, ha escrito un texto del cual reproducimos conceptos esenciales.
Apostilla el titular así: como si
expulsar a los moradores regenerara, de por sí, los barrios tugurizados.
-Quién puede oponerse al ejercicio de la decisión libre de
mudarse de un barrio a otro si ello se adecúa a sus circunstancias familiares.
Pero las palabras del conferencista querían significar algo muy distinto. Lo
que estaba diciendo es que la autoridad municipal no va a promover la
permanencia de las familias que viven desde varias generaciones en los barrios
antiguos. En otras palabras, que para el alcalde y su equipo, desalojar
equivale a gentrificar y gentrificar a renovar. Ergo, para renovar debe
desalojarse.
-La gentrificación con desalojos no conducirá a la
renovación de nada, no existe un solo caso de éxito en América Latina
sustentado en desalojos. Sólo a polarización y mayor deterioro, incendios e
inseguridad.
-Pero los barrios antiguos deteriorados no solo son una
sumatoria de suelo más familias precarias, ni la renovación urbana en ellos
algo a resolverse apenas con desalojos y dinero. Vaciarlos de sus habitantes es
desaparecer su identidad, sentido de pertenencia, cultura viva, sentimiento de
arraigo e idiosincrasia, labrados durante generaciones.
-¿Estamos justificando la ruina, peligrosidad e infravalor
actual de esos espacios? No, en absoluto. Solo indicamos que el placer que
albergan algunos funcionarios, autoridades y parte del público en general, de
desalojar a las personas y sus familias en los barrios deteriorados, al amparo
de las razones que fueren, es una puerta falsa a la renovación de ellas y de
esos barrios.
-Defendemos la idea que el éxito de la renovación urbana, la
recuperación patrimonial, económica y cultural del barrio, así como el
empoderamiento legal de los moradores legítimos, es un proceso complejo que no
nace del desalojo. Todo lo contrario, se hace realista y sostenible con la
inclusión de los moradores legitimados en tal proceso a través de su conversión
en propietarios de viviendas renovadas ahí mismo.
-Estamos persuadidos de que una vez que las familias sepan a
ciencia cierta que están firmando escrituras de adquisición de viviendas nuevas
futuras, facilitarán las obras y hasta laborarán en la renovación, dejando sus
habitaciones actuales y mudándose durante el tiempo, a su costo. Lo harán sin
remilgos porque saben que retornarán mejor, empoderadas legalmente.
-El proceso complejo e interdisciplinario llamado renovación
urbana sin desalojos requiere de la participación de posesionarios, dueños
registrales, empresarios y autoridad municipal. Es un entramado jurídico,
arquitectónico, social, urbanístico, cultural y también político; un lego cuyas
piezas solo cobran sentido y ganan valor si y solo si son organizados bien.
Destierro de dos
falacias
1.- Los moradores y
posesionarios de los barrios antiguos son gente de mal vivir y merecen ser
desalojados. Son los culpables del deterioro y peligrosidad de sus calles y lo
mejor que puede ocurrir en esos barrios es que esa gente se vaya. Esta
falacia es una apología de la gentrificación. Idea cobijada por las
corporaciones inmobiliarias solo animadas en la siembra de ladrillo y la
cosecha de plusvalías en el corto plazo.
2.- Nunca llegarán las
inversiones a los barrios antiguos porque están tomados por centenas de
familias y personas que no pueden o no quieren asumir los costos de proyectos
nuevos, pues se encuentran a su gusto con el estatus quo. También falso.
Llegarán las inversiones que otorguen prioridad al enorme potencial de los
centros históricos renovados, y encima del factor terreno vacío de antemano.
Qué hacer
-La vigente ley 29415, aprobada el 2009, y el proyecto que
busca mejorarla (PL 7102 del 2023), se pensaron y redactaron para renovar con
realismo, sentido inclusivo y visión de futuro, los barrios tugurizados sin
desalojar a sus moradores y, por el contrario, convertir a ellos en
propietarios de viviendas a edificarse en sus viejos callejones, quintas o
casonas. (https://polemos.pe/el-placer-de-desalojar-se-llama-gentrificacion/)
En la actualidad vemos a alcaldes y sus administraciones con afán fanático
de cambiar las zonificaciones de muchos de sus barrios, con el interés subrayado
de promover selvas de cemento y abusos con virtuales deportaciones completas de
vecinos. La trampa, ilegalidad y abusos que acontecen a diario, parten también
del descuido del legislador, el gobernante municipal y estatal y son un
poderoso caldo de cultivo de elementos contra la misma sociedad.