Detective y abogado, pericia, olfato y vocación
por Zully Pinchi
Ramírez;
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25-9-2020
Daniel Gónzalvez Más, es un intrépido y tenaz abogado
penalista español, criminólogo y detective de 33 años, graduado con honores en la
Universidad Miguel Hernández de Elche, ubicada en la provincia de Alicante,
conocida mundialmente por ser un oasis en el Mediterráneo rodeado de palmeras,
constituido como patrimonio de la humanidad y que en la gastronomía destaca el
arroz con costra.
En la entrevista me
relata con muchas crónicas, las mil y una que ha pasado como investigador
privado y es que al caer la noche todos los detectives son pardos. La
oscuridad los hace anónimos, testigos del silencio, amantes de la verdad.
Cuando amanece, la gabardina se convierte en toga y el camaleónico
detective pasa a ser un letrado penalista en defensa de la justicia de sus
representados. ¿Cómo puedes defender a un asesino? Se pregunta la gente cuando
conoce la labor del abogado sin embargo no se basan en las creencias populares ni en el populismo
punitivo sino en la ley de enjuiciamiento criminal como hoja de ruta con la
cual, como tal escudo, ampara bajo la presunción de inocencia a aquellos hechos
que pueden contener tinta criminal pero un defensor vela porque la ley sea
justa y no vulnere el derecho por mera sospecha sino bajo un fundamento
jurídico sólido, una acreditación de los hechos suficiente mediante prueba y un
Estado de Derecho como máximo exponente de legalidad.
Se habla mucho de detectives, pero ¿se conoce lo que hacen?
Muchas leyendas hablan de ellos, el cine, la televisión, cientos de novelas
negras policiacas aclaman su presencia como la de un antihéroe, aquella persona
carente de ética que hace lo imposible por clamar su sed de venganza. La
realidad difiere de la ficción cuando en realidad son profesionales sujetos a
la ley española 5/2014 de Seguridad Privada y al reglamento que la desarrolla.
Su formación siempre tiene que ser universitaria y deben cumplir requisitos
exigentes para la obtención de la habilitación que expide el Ministerio del
Interior ibérico bajo supervisión de la Policía Nacional que les audita e inspecciona. Bajo esa premisa
disponen de un código ético y unas
funciones muy específicas respetando la legalidad vigente y la protección de
datos. Sus funciones se fundamentan en un interés legítimo que debe contar con
una justificación suficiente para que se involucren más a fondo en el caso, son
notarios de la realidad y como tal respetan
las reglas del juego.
Sin embargo, no habrá noticia que no los criminalice o los
caricaturice cuando en realidad encarnan a Sherlock Holmes y son clave en la
lucha contra la corrupción, la estafa y el engaño. El arte de la investigación
es un campo al que unos pocos privilegiados pueden acceder y como tal requiere
de pericia, olfato y vocación.
Ser abogado es
apasionante, genera mucho magnetismo. Si bien es cierto en Perú hoy en
día en período post pandemia a causa de una crisis sanitaria mundial sin
precedentes tan graves, la humanidad ha cambiado y es probable que tengamos que
ir acostumbrándonos a la justicia digital, a los procesos legales vía
telemática, a las resoluciones y sentencias virtuales.
Aunque pasamos por momentos complejos, la Constitución y el
Código Penal siguen aplicándose día a día, porque las conductas delictivas no
se han detenido ni han entrado en confinamiento.
Es menester dar a conocer que el erudito italiano Carnelutti
enfatizaba constantemente con la frase: las pruebas son la columna vertebral
dentro de un proceso penal, y es ahí donde los abogados deben aprender
importantes técnicas para utilizar todas las armas y movimientos estratégicos
para el jaque mate jurídico, así como en el juego de ajedrez el rey puede capturar, retirar o proteger, pasa lo mismo
en la defensa legal, los especialistas se rigen con deontología forense para buscar la metodología correcta después de
un análisis de cada caso y poder ganar no solo las batallas que se pelean en el
juzgado penal y Corte Superior, también hay que lograr la victoria en la guerra
judicial que se ve en el campo de la Corte Suprema y Tribunal Constitucional.
Una misma persona, encarnado en detective y jurista cuando
la noche y el día confluyen en idéntico objetivo: la libertad.