Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
17-7-2007
¿Tienen horizonte nuestros políticos?*
Cuando Hitler, imitando a
Napoleón, sin serlo, y violando el grotesco pacto nazi-bolchevique de 1939,
invade a la Unión Soviética
en 1941, se enfrenta al general Invierno. Stalin ordena la política de tierra
arrasada y aquellos destruyeron cuanto les fue posible para que el enemigo no
encontrara sino ruinas y resabios inútiles. El ex aliado nazi, enloquecido,
probó el fracaso. ¿Cuándo aquí se destruye el balizaje del Aeropuerto de
Juliaca u ocurren las profundamente condenables muertes de hombres o mujeres
humildes en las protestas, qué se gana y cuánto se pierde o se forja en
resentimientos? ¿tienen horizontes nuestros políticos o se estancaron (todo lo
hace sospechar en 30 años atrás) en el dogmatismo más improductivo y
embrutecedor?
Ni la pulverización de
patrimonio del Estado que conforman todos los peruanos o esas muertes, abonan
un terreno para la edificación. Y, lo que es peor, tampoco impiden procesos de
concesión u obsequio de patrimonio nacional concertado a muy altos niveles y en
interés de pandillas que contratan periodistas, publicistas, tecnócratas, diplomáticos,
para que se encarguen del maquillaje y el endiosamiento de lo bueno que
significa regalar el país de a poquitos.
Otro ejemplo en el cual no
interesan ¡para nada! los vectores pioneros que siempre son episódicos: se
responsabiliza al juez chileno del clamoroso fracaso del proceso de
extradición. Pero el concierto unificado de las versiones que se escuchan en
televisión o leen en diarios impresos, genera sospechas más que urticantes. ¿No
era que a Kenya Fujimori se le iba a traer ya mismo? Medir el tema judicial en
Chile con ojos peruanos, deviene en una grosería más que inexacta o imprecisa.
Pero, a ninguno de nuestros políticos, se le ocurrió hacer una rigurosa
exégesis del tema geopolítico, el papel de nipón cobarde en los últimos años de
su dictadura, la obsequiosidad de su régimen, la traición de 1999 en Arica,
para comprender cómo Chile sí paga factura a sus gonfaloneros y amigotes. He
allí un tema de Estado que, por rara coincidencia, tampoco “ven” los que están
en la cosa pública.
Si la turbamulta, confusa,
sin mayor dirección y desconcierto que se llama a sí misma oposición, destruye,
cuando les toque entrar al gobierno (cumplido el requisito fundamental de ganar
elecciones) ¿qué va a encontrar? ¿campos abonados en bonanza o tierra arrasada?
Entonces, ¿cuánto de estúpido hay en destruir lo que no se podrá reconstruir en
cortos periodos gubernamentales? Una oprobiosa miopía cerebral cuanto que
ideológica impera en los jovencitos de casi 60 años que aún siguen siendo, así
se lo creen ellos mismos, influyentes de la política nacional.
No es menor el
desconcierto y la diáspora en el partido oficialista. La vanidad infinita e
inalcanzable de algunos de sus líderes es suicida. Nunca cumplen sus
compromisos, jamás devuelven llamadas, se hacen los no encontrables, se
refocilan en la engañosa ilusión de un comicio ganado, luego de perder en casi
todo el país y haberse enajenado a masas que les siguieron por décadas.
¿Entenderán los apristas genuinos, no los ocasionales fanáticos rentados, que
están entrando en una disolución irreversible y anti-histórica?
Si la aspiración política
es la de suceder en las riendas del gobierno a quienes están hoy ¿cómo hacerlo
en términos de perspectiva geopolítica, en defensa de nuestra soberanía y con
la garantía de involucrar al pueblo peruano, eterno convidado de piedra siempre
muy presente en los discursos y nada más, en la vorágine de la forja de una
nación? Quien siembra vientos, cosecha tempestades. Preferiría pensar que no
hay estúpidos de calibre que acaso imaginen que hay que destruir todo para
comenzar desde el cero más insignificante, pero la realidad demuestra que el
extremismo no deja lecciones. ¿Qué fueron los años del violentismo terrorista?
¿o ya se olvidó semejante genocidio?
No poca responsabilidad
alcanza a la prensa. Cuasi enfeudada a la publicidad, sólo denota lo que es
rentable para los inversiones que defienden. El acriticismo sobre los grandes
temas esenciales del drama nacional, es notorio e incontestable. Abundan los
profetas y agoreros que tienen soluciones que son como los conejos que saca el
mago de su sombrerito y ¡casi nunca aciertan! Entonces, todos se unen para
echarle la culpa a otro, verbi gracia, en días recientes, al juez chileno
Alvarez. Hasta el impresentable procurador de Fujimori, José Ugaz, fabricado
por dólares y en la audacia de aupamientos descarados, ahora da su criterio que
consignan medios “amistosos”. A propósito de prensa ¿será cierto que un
conjunto de periodistas viajó al exterior como parte de una avanzada
maquilladora de empresas foráneas y la explotación de recursos nacionales?
¿cuántos también han excursionado por cuenta del Departamento de Estado que en
Washington los tiene en su nómina de paniaguados serviles y que ahora están en
radios, televisoras y periódicos?
Es un momento de
imaginación perenne. Hay castas políticas completas canceladas en la evidencia
de sus actuaciones, pasadas y presentes. Sin visión de futuro, caminamos, como
de costumbre, al precipicio. ¿Merecen tal destino las nuevas generaciones
peruanas? Afirmo, con mucha modestia, que no. Que hay que seguir combatiendo y
buscando nuevos caminos. Esa es la tarea.
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto
infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará
al Perú!
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica
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*Publicado originalmente
en la Red Voltaire el 17-7-2007 https://www.voltairenet.org/article150082.html