Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
27-6-2006
TLC sí o sí: ¡a otro perro con ese hueso!
En el norte peruano reza un dicho: las cosas claras y el chocolate espeso. En efecto, el TLC con Gringolandia, bajo la ultra-moderna y tecnológica modalidad del “sí o sí”, no es sino la improvisación de una pandilla de aventureros que ya tiene puestos de trabajo asegurados, negocios montados y asesorías múltiples cuyo fin, único y fundamental, son los dólares. La reflexión, la prudencia, el pueblo del Perú en sus tendencias, razas, creencias y culturas, no importan. Como en Estados Unidos, en su Establo de Capitol Hill, van a verlo antes de sus vacaciones, los traidores han pensado que aquí hay que aprobarlo sin mayor debate que una pobrísima tarde en el Congreso.
Y como necesitan de los votos de los parlamentarios apristas, al ministrejo del TLC, vendepatria de méritos propios, no tuvo mejor idea que “rescatar” a Haya de la Torre, de quien supo jamás hasta antes de estos días, para citar textos sueltos de su pensamiento. No sólo lesiona, el ministrejo despreciable, el sentido común, sino que pone a los legiferantes del Apra frente a una disyuntiva ante la cual tendrán que hilar muy fino: ¡o salvan su responsabilidad o se convierten en socios de un desmadre que puede tener consecuencias muy fuertes contra el cuerpo social del país!
¿Debatir un tratado, con investigación y tiempo, en un Congreso nuevo y legítimo, puede ser considerada como una barbaridad? El TLC con Gringolandia es un tratado para Perú, mientras que para Estados Unidos es apenas un pacto comercial de quinta o sexta categoría porque su incidencia es desdeñable. Nadie puede ignorar que el mundo contemporáneo exige tratar con el capital, cómo hacerlo fue sentencia de Víctor Raúl en su libro príncipe El Antimperialismo y el Apra, escrito en 1928 y publicado en Chile en 1934, circunstancias que ¡por supuesto! ignora el capo di tutti de capi que es el ministrejo del TLC.
Por tanto, quienes están por una discusión exhaustiva, con reflexión y escrutinio detallado del TLC con Gringolandia y a partir del próximo Parlamento, apenas si piden algo razonable, justo y con sentido patriótico. Quienes impulsan el “sí o sí” desbarrancan por abismos desdorosos, atajos indignos, senderos sobornados por las prisas premiosas que sólo pueden conducir a un país, hacia la debacle que el atolondramiento que advertía Jorge Basadre y que forma parte de nuestra larga y abundante colección de taras colectivas.
Propongo que los nombres de quienes sean cómplices de este caballazo del “sí o sí” constituya el insumo de las listas de la vergüenza a publicarse y relatarse en todos los noticieros libres del país. Anunció Haya de la Torre el 8 de diciembre de 1931, sobre cómo los pasos se marcarían con “sangre o con lodo”. ¿Comprenderán los apristas contemporáneos la sentencia y lo que aguarda a quienes den paso atrás para ser llamados traidores? ¡Ojalá!
Nunca se ha visto el triste espectáculo de tanta pobreza moral empujando la ratificación de un asunto del que se sabe casi nada o muy poco, pero que afecta a la nación entera. Tampoco ¡jamás se vio tanta sumisión acrítica y borreguil en un Establo que, dentro de pocas horas, merecerá los más duros calificativos por su comportamiento proditor!
Si la estupidez y las prisas ansiosas de los atolondrados y vendepatrias se impone, estaremos en el dintel bobo de una entrega ociosa, sin pelea, sin grandeza, sólo en beneficio de cenáculos muy bien pagados y que nunca trabajan por el bien del hombre de a pie, del que está en la calle y del que es real protagonista de una historia de exclusión oprobiosa y marginación sempiterna.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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