Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
24-1-2020
Congreso, mentiras y elecciones
Para no pocos, la resultante
de la elección congresal ad portas, será un fiasco porque no se “arreglarán”
los problemas del Perú. La pregunta inquisitiva sería la siguiente: ¿desde
cuándo un Congreso logró manejar la agenda nacional? Más aún, ¿tiene el
Parlamento tales atribuciones o mandato? ¿para qué está el Ejecutivo entonces?
El Congreso, el que viene
luego del 26 de enero y los anteriores, deberá y debieron, respectivamente,
producir leyes de acuerdo a las conveniencias del pueblo peruano de vivir en
búsqueda efectiva de un país libre, justo y culto. Las evidencias apuntan a
establecer que eso no se ha conseguida ¡nunca!
Entonces ¿por qué hay gente
que vocifera contra el próximo Congreso? Que hay débiles mentales, rateros
diplomados y contumaces, postulando, no hay la menor duda posible. Pero es
cierto y hay que reivindicarlo enérgicamente, también existen postulantes
probos y honestos, los menos, pero los hay.
En Perú por falta de proyecto
político nacional nos refocila tirar barro con ventilador contra todo. Es un
deporte que viene instalado en el ADN social. El famoso “¿de qué se trata? para
oponerme”, juega un papel ruin y destructivo. Pero así somos y he allí una
premisa fundamental.
En los últimos 45 años sólo
hemos visto espantapájaros y mediocres en los gobiernos y parlamentos. Presidentes
de lengua expresiva o miope pero deshonestos hasta la médula. Y si se trata de
pusilánimes y cobardes, el suicida se lleva la condecoración al más miserable y
por eso el ayer gran partido esperanza de los desposeídos hoy sólo procura
salvavidas para no naufragar en la cárcel donde deben estar los rateros que
convirtieron la política en vil negociado culpable.
Me atrevería a reivindicar la
imagen de un Congreso que sea tribuna de agitación de conciencias y causas
justas expuestas desde la majestad democrática hacia un pueblo que reclama
conocer y saber de qué se tratan sus males consuetudinarios y mantenidos desde
hace casi 200 años de república. Hay quienes, haciendo de comerciantes
hechizos, pretenden “celebrar” el bicentenario. ¿Es posible congratularnos de
tener un país con diferencias monstruosas y pobrezas indignas?
Ni refugio o madriguera de
delincuentes o ganapanes, el Congreso tiene que cumplir un papel decoroso en la
enunciación de soluciones y propuestas contra el poder que engrilleta al pueblo
peruano en toda su vida: desde que nace hasta que muere, debe dinero que
gobiernos inmorales se comprometieron a pagar con los impuestos de la
ciudadanía.
No hay que creerle a pie
juntillas a esos falsos apóstoles que tienen “partidos” que más bien son clubes
electorales a la vieja usanza del civilismo, pisco y butifarra, porque es una
aberración cívica hacerlo. En cambio hay que exigir a los próximos
parlamentarios que cumplan con su tarea de agitación de conciencias. Que no
otra cosa debe ser el Congreso.
Es hora de romper el pacto
infame y tácito de hablar a media voz y la vigencia espectacular de Manuel
González Prada no puede pasar desapercibida.
Rendirse ante las profecías
de agoreros profesionales o trovadores de penas, es una barbaridad. Pero callar
y otorgar a aquellos alguna razón, es acción miserable.
¡Ataquemos al poder, el
gobierno lo tiene cualquiera!