Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
9-1-2024
¡Palos de ciego en Cancillería!
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En un ministerio
tan importante como Relaciones Exteriores cuyo rol en la línea de defensa del
país deviene estratégico, fundamental, delicadísimo, los yerros referidos a su
personal más idóneo ¡son inexcusables!
Y toda la
literatura no alcanza a cubrir lo garrafal en los errores cuando no se carece
de los reemplazos más adecuados, muy superiores y probados en la ejecutoria
pública de sus talentos. Ser embajador no otorga ¡ninguna! garantía exitosa, si
el hecho no es inmediato y eficiente.
Conozco dos casos
que resienten el buen servicio integral de Relaciones Exteriores.
Antonio González
Norris es un experto en cooperación internacional, con alrededor de cincuenta
años de actividad profesional en el rubro. Durante algo más de lustro y medio
se desempeñó como director ejecutivo de la Agencia Peruana de Cooperación
Internacional (APCI), organismo adscrito al Ministerio de Relaciones
Exteriores.
Trece de los
catorce cancilleres con los que tocó compartir roles a González, reconocieron sus
altísimas calificaciones y preservaron el profesionalismo en la gestión de APCI
manteniéndolo en esa función directiva.
Impugnar lo que
trece titulares de Relaciones Exteriores, sin ponerse de acuerdo los unos con
los otros, calificaron, sólo puede ser un ejercicio ocioso e improductivo.
Al señor González
Norris le fue solicitada la renuncia “para nombrar en el cargo a un embajador”.
Esa fue la razón esgrimida por el titular de Relaciones Exteriores, Javier
González Olaechea.
Algo muy similar
y no menos deplorable, ocurrió en el organismo internacional Plan Binacional de
Desarrollo de la Región Fronteriza Perú-Ecuador, donde se ha dado por
terminadas las funciones de Oscar Schiappa-Pietra, experto en desarrollo
socioeconómico y relaciones internacionales con credenciales en más de cuarenta
años de experiencia.
Paradójicamente
en este caso, Schiappa-Pietra fue nombrado en ese cargo para remediar el caos
generado por la altísima rotación de embajadores en el mismo puesto. Entre 2019
y 2021, desfilaron en la dirección ejecutiva del Plan Binacional, cinco
embajadores distintos y el cargo permaneció vacante por más de diez meses,
condenando a la institución a una total parálisis.
Despedir a Schiappa-Pietra
tuvo una discutible razón: “un embajador es necesario en el cargo”. ¿Y qué pasa
si ese diplomático no reúne, compila, ejerce o demuestra iguales o superiores
habilidades y calificaciones que el señor Schiappa-Pietra?
El grado de
embajador en el servicio diplomático no confiere per se méritos que hay que
ganar, estudios que cursar, ni habilidades que caigan por gracia divina. ¡Eso
es improvisación inaceptable en Cancillería!
Para afirmarlo,
como lo hemos hecho cientos de veces y a lo largo de tantos años, no existe el
requisito de ser embajador, sino el ser periodista con la sana costumbre de
romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
El interés
público es un concepto, el primero de los funcionarios al servicio del Estado
vía sus distintos gobiernos. No hay otra motivación y si las hay no merecen
estar en esos puestos y que se dediquen a otra cosa y allí les ajustaremos las
cuentas.
Pero los riesgos
de destruir los importantes avances logrados en años recientes en las gestiones
institucionales de APCI y del Plan Binacional, no son circunstancias que abonen
¡en lo más mínimo! en puntos a favor de una gestión en Relaciones Exteriores.
Sería interesante
que el ministro González Olaechea informe públicamente en torno a los avances
de los equipos profesionales de ambas entidades y entonces se tomará
conocimiento del porqué esos cambios tan sorprendentes.
Doyle ayuda al
canciller: bajo la conducción de González Norris, APCI logró mantener los
flujos de cooperación internacional hacia Perú, no obstante que somos ahora un
país de renta media y que se han multiplicado las crisis humanitarias en el
escenario mundial. Además, han mejorado muy sustancialmente los sistemas de
información y de reporte sobre las inversiones realizadas con esos recursos.
En el caso del
Plan Binacional Perú-Ecuador, Schiappa-Pietra, se hizo cargo de una entidad
paralizada y desorientada por la altísima e ineficiente rotación de embajadores
en el cargo de directores ejecutivos. Bajo su mandato, se adoptó un nuevo marco
de gestión estratégica, se gestaron numerosos proyectos en educación, salud,
ordenamiento territorial, desarrollo productivo, prevención de riesgo de
desastres, desarrollo de capacidades entre las etnias awajún y wampis, y
promoción cultural, entre otros, a través de los cinco departamentos de la
frontera con el Ecuador.