Thursday, June 04, 2009

PerĂº no es culpable de mediterraneidad boliviana

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-6-2007

Perú no es culpable de mediterraneidad boliviana

Hay que apoyar a Bolivia en su legítima aspiración de salida al
Pacífico y hay que respaldarse en la historia, por tanto, el país
hermano del Altiplano tendrá que encontrar una fórmula inteligente
para, no sólo superar los alcances de su tratado con Chile de 1904 en
que cede definitivamente o renuncia a cualquier reclamación de lo que
fueron sus accesos al litoral, sino que deberá asumir que estas son
sus únicas posibilidades. Ni Perú enajenó territorios a Bolivia hacia
el mar y tampoco declinó la terrible y angustiosa circunstancia de
entrar en una guerra atroz contra la invasión chilena planeada desde
mucho antes y avituallada por la ambición del salitre a que empujaron
potencias que callaron al tronar de cañonazos y silenciaron su voz
ante el deguello y repaso que sólo bárbaros pudieron producir
entonces. Perú no es culpable de la mediterraneidad boliviana.

Reemplace, amable lector, la palabra gas en lugar de salitre y subraye
que Perú está tan desarmado y presa de pandillas como antaño y se
tendrá que la sombra siniestra de 1879 no está tan lejos ni es
imposible. Las aves de rapiña dan vueltas, los buitres otean el
horizonte y los pueblos que no aprenden las lecciones de la historia,
vuelven a cometer crasos errores. ¿Estamos, otra vez, al filo de la
navaja?

El desaparecido maestro Alfonso Benavides Correa redactó un formidable
alegato en defensa de la peruanidad histórica de Arica, territorio que
a través de desdorosas ofertas fuera prometido múltiples veces, bien
sea por la complicidad en el reparto como por la concupiscencia de
pasiones inferiores. El texto de esa argumentación salió publicada en
la opus magna de Benavides, Una difícil vecindad.

Se ha alegado, por voces ignaras, intonsas, desentendidas de cualquier
ligazón hacia la historia que en el tema binacional, estrictamente
entre Perú y Chile que nace a partir del 3 de junio de 1929, es decir
con el Tratado de Lima y su Protocolo Complementario, está el origen
de la obliteración de Bolivia y de su salida al mar. ¡Nada más falso!
Perú posee soberanía restringida sobre Arica y servidumbres
reconocidas en el pacto internacional. El historiador y brillante
diplomático peruano Félix C. Calderón, en su monumental obra, El
Tratado de 1929. La otra historia, dice: "Esta modalidad de
servidumbre se encuentra estipulada en la primera parte del artículo
primero del Protocolo Complementario que a la letra dice: "Los
Gobiernos del Perú y Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos,
ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios
que, en conformidad al tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus
respectivas soberanías…". Como puede apreciarse, ella consiste en la
autolimitación que ambos países se han impuesto respecto a la suerte
de Tacna y Arica, después de la entrada en vigor del Tratado de
1929….. De origen chileno e incluida a insistencia de este país, lo
que se persiguió con esa cláusula fue frustrar cualquier eventual
arreglo peruano-boliviano en detrimento de Arica. Stricto sensu, esta
limitación debió haberse aplicado solamente a Chile, como resultado de
la cesión territorial de Arica que hizo el Perú. Lo curioso es que
habría so la libre disponibilidad del Perú sobre Tacna, sobre todo en
lo que se refiere a la construcción de una nueva vía férrea hacia La
Paz, lo que habría querido restringir Chile. Y para ello no se le
ocurrió nada mejor a la Cancillería de La Moneda que recurrir al texto
del artículo sexto del Tratado Boliviano-chileno de 10 de agosto de
1866, tal como lo recordara Culbertson". (ob. cit., p. 290).

Leamos la entrega patriótica de Alfonso Benavides y no olvidemos a la
historia, ministerio grave, examen de conciencia, como faro iluminador
de nuestros mejores pasos en defensa irreductible y entrañable del
Perú de los Incas. (Herbert Mujica Rojas)

Arica jamás perteneció a Bolivia
por Alfonso Benavides Correa
Una difícil vecindad, Lima 1997

Los únicos puertos que Bolivia tuvo en el Pacífico fueron, en virtud
del Decreto de Bolívar del 28 de diciembre de 1825, Tocopilla, Cobija,
Mejillones y Antofagasta.

Son los que figuran en el croquis inserto en Guano, Salitre y Sangre
de Roberto Querejazu Calvo.

Por ello, infructuosamente, Antonio José de Sucre le pidió a Bolívar,
por cartas que le remitió desde Chuquisaca el 27 de enero y el 28 de
febrero de 1826, que intercediera ante el Congreso el Perú para que le
cediera Arica a Bolivia no obstante que, por carta del 2 de febrero de
1825, en clara exposición de la política bolivariana frente a las
provincias altoperuanas, el Libertador le había expresado: "Ni usted,
ni yo, ni el Congreso mismo del Perú, ni de Colombia, podemos romper y
violar la base del derecho público que tenemos reconocido en América".

Por ello –porque, según palabras de Bolívar, "los gobiernos
republicanos se fundan entre los límites de los antiguos virreinatos,
capitanías generales, o presidencias como la de Chile"- los pactos de
Federación y Límites que firmó el plenipotenciario colombiano Ignacio
Ortiz de Zevallos en Chuquisaca el 15 de noviembre de 1826 con el
ministro de RR.EE., de Bolivia Facundo Infante y el vocal de la Corte
Suprema de Justicia Manuel María Urcullu, cediéndole a Bolivia "el
puerto de Arica, y los demás comprendidos desde el grado 18 hasta el
21 y todo el territorio perteneciente a la provincia de Tacna y demás
pueblos situados al Sur de esta línea" (según aparece en el p. 160 y
siguientes, del tomo segundo de la Colección de Tratados por Ricardo
Aranda), fueron rechazados por el Consejo de Gobierno y por el
Congreso del Perú que, por haberse extralimitado Ortiz de Zevallos en
el ejercicio de las atribuciones que se le confirieron, no admitió "la
desmembración de una parte preciosa del Perú".

No es posible olvidar ni la nota de 18 de diciembre de 1826 suscrita
por José María Pando manifestándole al citado ministro
plenipotenciario del Perú en Bolivia "que no puede ocultarse que las
estipulaciones del tratado de límites son exclusivamente ventajosas
para Bolivia" y que "el gobierno no puede retrogradar en esta materia
sin faltar esencialmente a sus deberes y cargarse con una
responsabilidad muy grave"; ni que la negativa peruana a cederle Arica
a Bolivia no fue vencida ni en los días de la Confederación ni cuando,
como recuerda Mario Barros en la p. 148 de su Historia Diplomática de
Chile, el general José Ballivián, en 1847, después que el 31 de enero
de 1842 Chile declaró de propiedad de Estado todas las covaderas que
quedaban al sur del paralelo 23, dijo que "creía que el guano era
transitorio y que la verdadera política de su patria era lograr, por
medios pacíficos o violentos, la posesión de la provincia peruana de
Moquegua cuyo puerto principal –Arica- estimaba como naturalmente
boliviano".

Esta fue la razón, LA RAZON DE QUE ARICA JAMAS PERTENECIO A BOLIVIA,
por la que el Perú consideró totalmente infundada y abiertamente
inamistosa la Declaración que, con fecha 1 de agosto de 1929, hizo
circular el Ministerio de RR.EE. de Bolivia con el título de "La
reintegración marítima de Bolivia: reservas de su Cancillería al
tratado chileno-peruano sobre la soberanía de Tacna y Arica".

En tal Circular (editada en folleto en La Paz) arremetió la
Cancillería boliviana contra la cláusula primera del inseparable
Protocolo Complementario del Tratado de Paz y Amistad celebrado el 3
de junio de 1929 por las Repúblicas de Perú y Chile.

No enfiló su ataque Bolivia contra el Tratado que celebró en 1904 con
Chile, por el cual perdió toda su costa sobre el Océano Pacífico,
porque, en adición a un grave incidente con los paraguayos por la
posesión del Chaco en 1902 y a la desinteligencia con el Perú
–sometida a arbitraje- por las decisiones bolivianas que éste reputó
violatorias del statu quo establecido por el Tratado Ribeyro-Benavente
de 5 de noviembre de 1863, la Cancillería de Sucre se encontró ese año
con litigios de frontera en el territorio del Acre con Brasil y en
Santa Cruz de la Sierra con la Argentina.

Sobre el contradictorio aserto de que, como consecuencia de la guerra,
quedaron en posesión de Chile los territorios de Tacna y Arica "sin
soberanía definida" y que cuando el Perú y Chile concluyeron el
Tratado del 3 de junio de 1929 no sólo "limitaron recíprocamente sus
soberanías" y pactaron "un condominio imperfecto en ambos territorios"
sino que desapareció "el obstáculo de la indivisión y la falta de una
soberanía definitiva"; atacó Bolivia el Tratado y su Protocolo
Complementario "considerándose en todo momento parte principal en la
liquidación de la contienda" y afirmando con manifiesta inexactitud
haber abierto diversas negociaciones diplomáticas "para resolver su
soberanía marítima por Arica".

La Cancillería de La Paz, amnésica, olvidó no solamente que Bolivia no
podía invocar ningún título histórico de soberanía ni en Tacna ni en
Arica sino que olvidó igualmente: a) Que, a la nota que el 12 de
diciembre de 1921 le envió al gobierno chileno expresándole que sobre
la solución de la tenencia de Tacna y Arica existían grandes
expectativas en el Altiplano de que dicha zona le ofreciera una salida
al mar y proponiéndole una conferencia cuatripartita de Bolivia y
Chile con el Perú y EEUU., el 21 del mismo mes y año el gobierno
chileno se negó a aceptar dicha tercería boliviana manifestándole que
"todo acto de Bolivia encaminado a mezclarse en esta divergencia
entraña una intromisión ajena a los usos diplomáticos y contraria a
las buenas relaciones entre nuestros países"; b) que, cuando el
presidente de Bolivia le envió una nota el 21 de enero de 1922 al
presidente de los EEUU. de América solicitándole que presionara al
Perú y Chile para dejar oír la voz de Bolivia en las conversaciones de
Washington, Warren Harding le contestó a Bautista Saavedra que carecía
de atribuciones para concederle participación en dichas conferencias
que incidían en la búsqueda de un acuerdo exclusivamente bilateral
entre el Perú y Chile; c) que, cuando Saavedra le cursó una nota común
a las delegaciones del Perú y Chile en Washington, Carlos Aldunate
Solar respondió que no podía transmitirle a su gobierno el petitorio
boliviano por ser éste extraño a la misión que se le había confiado y,
por su parte, Melitón F. Porras sumó a su negativa a la impertinente
intromisión boliviana en el conflicto las siguientes expresivas
palabras: "Me parece un tanto injusta la afirmación de que el Tratado
de Ancón determinó la pérdida del litoral boliviano porque esto
equivale a decir que Bolivia perdió la guerra porque el Perú salió en
su defensa. Es punto generalmente sabido, por otra parte, que si el
Tratado de Ancón no hubiese existido, la suerte del litoral boliviano
no habría sido distinta de la actual".

Sólo repugnancia pueden provocar las atroces revelaciones –que
naturalmente no estigmatizan a ilustres y respetables chilenos y
bolivianos que, con verdaderos escrúpulos de conciencia, reprobaron
los desdorosos planes a que se refirieron- de Gabriel René Moreno en
Daza y las Bases Chilenas de 1879 (Ed. Universo, La Paz, 1938) y Luis
Salinas Vega en Mi Defensa (Tip. Andrés Freyre, Tacna, 1881).

En éste corren los dos siguientes documentos, sobre el tenebroso plan
de rectificación de fronteras en las costas del Pacífico que –fuera
del camino del honor y la dignidad- le diese a Bolivia territorios
peruanos más accesibles al mar desde la altiplanicie y a Chile todo el
territorio boliviano comprendido entre los paralelos 23 y 24, que le
entregó el canciller de Chile Domingo Santa María a Gabriel René
Moreno, en el entendido de que para Chile la mejor manera de asegurar
la tenencia de Tarapacá contra una futura acción reivindicatoria del
Perú era colocar a Bolivia como "país parachoque" en Tacna y Arica:

"CREDENCIAL. Santiago, 29 de mayo de 1879. Al señor Gabriel René
Moreno. Interesado el Gobierno de Chile en poner término a la guerra
que sostiene contra Bolivia, mira con placer la buena disposición de
usted para coadyuvar a la consecución de este deseo.- En consecuencia,
el Gobierno de Chile verá con satisfacción que usted se acerque al
excelentísimo presidente de Bolivia y le signifique nuestros
sentimientos a este respecto.- Mi Gobierno espera que el de Bolivia,
escuchará con benevolencia cuanto usted le exponga en este sentido, y
en conformidad con lo que usted ha expresado en nuestras conferencias
verbales.- La palabra de usted contará en su abono con sus
antecedentes personales y la presente nota.- Dando a usted mis
agradecimientos por el noble espíritu que lo anima, me ofrezco de
usted atento servidor.
Domingo Santa María.

"Bases:

1) Se reanudan las amistosas relaciones que siempre han existido entre
Chile y Bolivia y que sólo se han interrumpido desde febrero del
presente año. En consecuencia, cesa la guerra entre las dos repúblicas
y los ejércitos de ambas se considerarán en adelante como aliados en
la guerra contra el Perú.
2) En testimonio de que desaparecen, desde luego, todos los motivos de
desavenencia entre Chile y Bolivia, se declara por ésta última que
reconoce como de la exclusiva propiedad de Chile todo el territorio
comprendido entre los paralelos 23 y 24, que ha sido el que mutuamente
se han disputado.
3) Como la República de Bolivia ha menester de una parte del
territorio peruano para regularizar el suyo y proporcionarse una
comunicación fácil con el Pacífico, de que carece al presente, sin
quedar sometida a las trabas que le ha impuesto siempre el gobierno
peruano, Chile no embarazará la adquisición de esa parte de
territorio, ni se opondrá a su ocupación definitiva por parte de
Bolivia, sino que, por el contrario, le prestará la más eficaz ayuda.
4) La ayuda de Chile a Bolivia consistirá, mientras dure la guerra
actual con el Perú, en proporcionar armas, dinero y demás elementos
necesarios para la mejor organización y servicio de su ejército.
5) Vencido el Perú y llegado el momento de estipular la paz, no podrá
ella efectuarse por parte de Chile mientras que el Perú no la celebre,
igualmente con Bolivia, en cuyo caso Chile respetará todas las
concesiones territoriales que el Perú haga a Bolivia o ésta imponga a
aquél. Tampoco podrá Bolivia celebrar la paz sin la anuencia y la
intervención de Chile.
6) Celebrada la paz, Chile dejará a Bolivia todo el armamento que
estime necesario para el servicio de su ejército y para mantener en
seguridad el territorio que le haya cedido el Perú o que haya obtenido
de éste por la ocupación, sin que le haga cargo alguno por las
cantidades de dinero que haya podido facilitarse durante la guerra,
las que jamás excederán de seiscientos mil pesos.

Queda desde ahora establecido que la indemnización de guerra que el
Perú haya podido pagar a Chile habrá de garantizarse, precisamente,
atenta a la situación financiera del Perú y su informalidad en los
compromisos, con la explotación de los salitres del departamento de
Tarapacá y los guanos y demás sustancias que en el mismo puedan
encontrarse. Una convención especial arreglará este asunto. Iguales
convenciones se celebrarán sobre los demás puntos que sea necesario
esclarecer y completar".

No fue éste el único documento.

Otro fue el Memorándum que Eusebio Lillo le entregó a Mariano
Baptista, en los primeros días de diciembre de 1881, en la misión
secreta que lo llevó a Tacna y en el que en 1884 se inspiraron las
fracasadas misiones de Belisario Salinas y Eliodoro Camacho al Perú,
orientadas a convencer a los generales Cáceres e Iglesias de que
finalizaran la guerra civil en que se hallaban enfrentados y aceptasen
la modificación del Tratado de Ancón a fin de que, con compensación
pecuniaria, Tacna y Arica pasasen al dominio de Bolivia; y, en enero
del año siguiente, la misión diplomática de Aniceto Arce en Santiago,
como enviado especial del Gobierno de Bolivia presidido por Gregorio
Pacheco, para "procurar una solución definitiva en la cuestión
territorial que viene sustentando la política chilena, bajo la faz de
rectificación de fronteras" y, en desahuciada proposición como es de
verse en las Páginas Diplomáticas de Javier Vial Solar publicadas en
1900 en Santiago, celebrar "un tratado de paz y amistad que comprenda
la condición esencial del canje de territorio del departamento del
litoral boliviano por el de Tacna y Arica".

Dicho Memorándum, que según Querejazu en su ob. cit. se conserva en el
legajo de papeles del entonces ministro de RR.EE. de Bolivia Pedro
José Zilveti en la Sociedad Geográfica e Histórica de Sucre, dice así:

MEMORANDUM DE BASES PARA UN ARREGLO DE PAZ DEFINITIVO CON CHILE

"Ocupando Chile los territorios de Tacna y Arica, hallándose en
situación de ampliar esa ocupación inmediatamente y sin inconveniente
alguno hasta la quebrada de Ilo, la base de arreglo con Bolivia sería
una rectificación de fronteras que satisfaga la antigua aspiración de
la nación boliviana, de extender su dominio a esos territorios,
teniendo en Arica su puerto de salida al Pacífico".

"Si la seguridad de Bolivia exigiese mayor ocupación de territorio
hacia el norte y oriente, Chile se obligaría a operar, en unión de
fuerzas bolivianas, sobre esos territorios, estableciéndose en ellos
el dominio de Bolivia. De esta manera, Bolivia podrá navegar en aguas
propias toda la parte traficada del lago Titicaca".

"La cesión a Bolivia de los territorios de Tacna, Arica y Moquegua,
sería en compensación de la cesión que para continuar su territorio
hasta Camarones, necesita Chile del litoral boliviano que se extiende
al sur del Loa, sin que figure en la tal operación ninguna
compensación por gastos de guerra".

"Chile se obliga a dar libre tránsito, a perpetuidad, por todos sus
puertos desde Camarones hasta el grado 24, al comercio boliviano,
tanto de internación como de exportación. En los puertos bolivianos y
en los chilenos, se internarán libres de todo gravamen los productos
de uno y otro país".

"Chile se comprometería a establecer una línea férrea que, partiendo
de Iquique, Mejillones o Antofagasta, busque la altiplanicie
boliviana, para servir los intereses comerciales e industriales del
sur de Bolivia. Prestaría igualmente el apoyo de su crédito al
establecimiento de otra línea férrea que, partiendo de Arica, fuese a
servir los intereses de los departamentos bolivianos del norte".

"El tratado de paz que se celebrase ligaría de tal manera a uno y otro
país, en el presente y en el porvenir, que podrían unificarse no
solamente sus intereses comerciales e industriales, sino, también, en
lo que fuera posible, sus intereses políticos, para prestarse apoyo en
cualquier emergencia internacional".

"Como paso previo para discutir y arribar al tratado definitivo podría
estipularse entre ambos países una tregua que, en caso de no pactarse
la paz, no podría suspenderse sino después de cuatro meses de rotas
las conferencias".

"Hay otros puntos de detalle y cuestiones accesorias de un tratado de
paz que sería muy fácil resolver sin tropiezo alguno por los
plenipotenciarios debidamente autorizados por los respectivos
gobiernos".

Parece innecesario agregar: 1) que la política de Santa María respecto
a la cesión a Bolivia de los territorios de Moquegua, Tacna y Arica
fue variada radicalmente al asumir la presidencia de Chile José Manuel
Balmaceda para quien, repitiendo palabras de Querejazu en la p. 709 de
su ob. cit., "Tacna y Arica no debían servir de anzuelo destinado a
pescar una dudosa amistad boliviana sino como puntos avanzados del
territorio chileno, en los cuales se afianzase y fortificase su
soberanía, a fin de hacerlos servir de baluarte contra propósitos
revanchistas del Perú", 2) que después, en mayo de 1895, cuando
Bolivia y Chile firmaron los pactos secretos de Paz y Amistad y de
Transferencia de Territorios, el Congreso boliviano no hizo oposición
a los tratados sino al hecho que, siendo separados, Chile pudiera
conferirle validez a uno, para apoderarse del litoral boliviano, y
negársela al otro más adelante para frustrar la transferencia de Tacna
y Arica a Bolivia; 3) que el Congreso de Chile no le brindó su
aprobación al Protocolo Cano-Matta de 9 de diciembre de 1895 que, con
la aprobación del Congreso de Bolivia, aprobó en conjunto, como
estipulaciones recíprocas e integrantes las unas de las otras, los
tratados de Paz y de Transferencia de Territorios concertados en
Santiago el 18 de mayo de 1895; 4) que más adelante se ajustó el
Tratado de Paz y Amistad de 20 de octubre de 1904, con su Acta Secreta
Complementaria, poco después del abrazo en el Estrecho de Magallanes,
el 12 de febrero de 1899, entre los presidentes de Argentina Julio A.
Roca y de Chile Federico Errázuriz Echaurren así como de la estocada
de Abraham Koning al canciller Eliodoro Villazón el 13 de agosto de
1900 en que fue preciso al expresarle que, "siendo cosa sabida y
entendida que Bolivia no pretende zona ni puerto en el territorio de
su antiguo litoral", "que una salida al Pacífico que produjera una
solución de continuidad en el mismo territorio chileno es inaceptable
por su propia naturaleza" y que tampoco Chile podría ceder Tacna y
Arica a Bolivia, como se ofreció en los tratados de 1895, porque no
había podido obtener todavía dominio permanente sobre esos
territorios, "menester es declarar que Bolivia no debe contar con la
transferencia de los territorios de Tacna y Arica, aunque el
plebiscito sea favorable a Chile"; y 5) que el mismo 20 de octubre de
1904, se suscribió y protocolizó un Acta Secreta Complementaria del
Tratado que, sin ninguna promesa chilena de puerto para Bolivia, fue
redactada en los siguientes términos:

"En Santiago, a 20 días del mes de octubre de 1904, reunidos en el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile don Alberto Gutiérrez, y
el ministro del ramo, don Emilio Bello Codesido, con el objeto
principal de suscribir el Tratado de Paz y Amistad, concluido en esa
misma fecha, el representante de Bolivia expuso: Que, de acuerdo con
el espíritu que ha guiado a los gobiernos de Bolivia y Chile a
celebrar el referido pacto, e interpretando los propósitos de
cordialidad y de armonía manifestados por sus gobiernos en el curso de
las negociaciones que acaban de terminar, Bolivia empeñará todos sus
esfuerzos, ya sea conjunta o separadamente con Chile, para que los
territorios de Tacna y Arica se incorporen definitivamente al
territorio chileno.- Por su parte, el ministro de Relaciones
Exteriores expresó que, de acuerdo con su gobierno, consideraba que
los intereses comunes de Chile y de Bolivia establecían entre ambas
repúblicas el compromiso de unir su acción y sus esfuerzos en el
sentido de hacer definitivo el dominio de Chile en los territorios de
Tacna y Arica.- Agregó que, en reciprocidad, Chile presentaría a
Bolivia su apoyo diplomático en favor de los derechos de Bolivia sobre
el territorio que actualmente ocupa, si llegase a serle disputado por
otra nación vecina, ofreciendo su mediación, los buenos oficios u otro
recurso amistoso".

El Acta Secreta no fue sometida a la consideración del Congreso de
Bolivia. Como "un deber doloroso y sin gloria", según palabras del
presidente Ismael Montes, el Tratado sí que, al cabo de varias semanas
de ardoroso debate, con 30 votos en contra, fue aprobado por 42,
mereciendo de Daniel Sánchez Bustamante la siguiente apreciación en su
libro Bolivia, su estructura y sus derechos en el Pacífico, que vio la
luz en La Paz el año 1919: "El tratado de 1904 no fue la obra de un
negociador aislado, ni de un momento infeliz de nuestra diplomacia.
Fue el nudo en que se recogieron sucesos adversos, desengaños
repetidos, precipitaciones angustiosas, necesidades urgentes,
ilusiones muertas".
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