La lectura: misión imprescindible
por Herbert Mujica Rojas; hcmujica@gmail.com
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9-11-2014
Tomé nota con interés de un emprendimiento académico en que
estudiantes universitarios se han lanzado con devoción a una tarea: a forjar
los rudimentos de lectura, su análisis, su adentramiento en parajes literarios
y, ciertamente, el enriquecimiento de los talentos y capacidades críticas de
los receptores. Si el Estado es incapaz de cumplir una de sus misiones
fundamentales e ineludibles, que jóvenes lo hagan, ya representa de por sí una
estupenda apuesta por el porvenir que nos debe muchas victorias al decir del
gran maestro Manuel González Prada y también un gesto y gesta encomiables.
La capacidad crítica sólo se construye poniendo a
disposición de los más niños, las herramientas que les provean las habilidades
de distinción, opinión, diferenciación. Quien siembra en primavera, cosechará
en el decurso de su desarrollo, satisfacciones y observará cómo los adalides
empiezan a brotar raudos y firmes, plenos y convictos de sus ideas, también
prestos a trocar o renunciar a ellas si encuentran otras superiores. Ese es el
valor de la lectura y nada puede reemplazarlo.
Por generaciones la lectura mecánica, sin chance de
interpretación o identificación con los derroteros que los autores proponen, ha
conseguido seres adormilados, ineptos para distinguir entre lo bueno y lo malo,
huérfanos de horizontes nacionales. He allí una clave que felicito: la lectura,
el amor por ésta y la chance de construir civismo con apego a la realidad que
nos dicta duras situaciones que hay que superar: Perú debe eliminar el
analfabetismo de arriba (de los que saben y se hacen los bobos); y de quienes
no tuvieron oportunidad de superar los barruntos más elementales de un
ejercicio humano. Dicho sea de paso, que la lectura siendo ejercicio y
dinámica, tampoco deja de ser un derecho. Diría, un derecho humano.
Motivados los lectores, mejor si es a edad infante, suelta
la imaginación sin cortapisas o límites odiosos, los protagonistas de este
ejercicio gozarán de mejores prismas para la ideación de criterios, muchas
veces confrontados entre sí, pero del choque de los contrarios, advienen
resultados creadores y creativos: la eclosión tiene, por fuerza de su
sinceridad diáfana, que producir las nuevas flores que refresquen, limpien y
pulvericen, a su vez, las avejentadas opciones mediocres que campean en el
suelo patrio.
Si en algo pueden contribuir aquellos, como el que esto
escribe, que ya cuenta con largos lustros en los océanos de la comunicación, no
hay más que pedirlo y hasta exigirlo. No hay derecho alguno que asista a
esconder procedimientos, actitudes y estratagemas, todas útiles, para el mejor
desarrollo de la comunicación.
Una última palabra: cuando estudiantes universitarios se
lanzan a la misión de la lectura desde los infantes, se atreven a cruzar el
Rubicón que necesita Perú para hacerse un monumento formidable contra la
ignorancia. Es más, generan con chispazos resplandecientes, un abrazo
generacional que tanta falta hace. En ustedes, también la tarea, de acercar a
las otras generaciones, a aquellas, que como la mía, no fueron capaces de
pensar y construir un Perú libre, justo y culto.
A ustedes toca la hermosa labor de engrandecer a la Patria.