¡Atroz violencia
machista y leyes ociosas!
por Zully Pinchi Ramírez; zullyarlene39@gmail.com
14-6-2018
Un metro noventa, ojos verdes y una sonrisa casi celestial,
acompañado de un cuerpo fornido, en las aplicaciones que tanto están de moda
para encontrar parejas, nos pueden hacer
morder el anzuelo, aceptar una cita a ciegas y, sin darnos cuenta, ponernos en
bandeja de plata, para que, según la rueda de la fortuna, nos lleven el
desayuno a la cama o nos corten la cabeza.
Para entender un poco más cómo operan ciertos galanes que
son más bien psicópatas infiltrados en las redes de enamoramiento en Internet,
me reuní con Amelia, víctima de haber caído en las garras de un hombre que la
hizo sentir humillada y asustada y que con mucha suerte no fue víctima de
golpes pero sí de llevarse un susto espantoso.
El llegó con un cigarro de marihuana a Plaza España, Madrid
y aunque no soy prejuiciosa ni tengo nada en contra de las personas que fuman
dicha sustancia psicotrópica, sabía que algo no iría bien, así que nos
dirigimos al cine. Mientras mirábamos la película no accedí a sus abrazos ni a
sus besos cariñosos y al salir me dijo que le devolviera los diez euros que
pagó por la entrada, me gritó, dijo que llamaría a la policía para que me
lleven a la cárcel por “robarle su dinero” y me espetó cosas horribles, no era
el mismo que me escribía por teléfono.
Si no hubiera tenido la ayuda de los vigilantes de un hotel cercano, de
repente ahora estaría en un hospital a consecuencia de la ira y violencia que
aquel individuo desplegó.
Fátima caminaba por las calles del Paseo de la Castellana y
cinco hombres le musitaron piropos que eran sutiles insinuaciones sexuales, tan
solo porque ella es una mujer bella y siempre está arreglada. “Me hizo sentir
sola, impotente y débil porque no había quién me defendiera durante los diez
minutos que duró aquel acoso”, refirió mi entrevistada.
Alejandra bailaba muy sensualmente sola en la discoteca, se
dirigió al baño y un tipo la siguió y se metió al servicio invadiendo un
espacio prohibido. Alejandra protestó y no accedió a sus galanteos lo que
generó un escupitajo en los ojos.
Martha, en reunión de negocios, como siempre bebió un vaso
con agua mientras los importantes empresarios con los debía cerrar un gran
trato le insistían que bebiera alcohol porque de lo contrario, no cerrarían el negocio,
una forma muy canalla de insinuarle que si no había encuentro sexual, todo era
nulo.
Y la popular frase “si tu boca come, tu cuerpo paga”, es la
peor manera en que miles de damas son expuestas a un maltrato casi invisible,
pero que se queda tan tangible en la memoria de las mujeres que al darnos
cuenta de tales bajezas a las que día con día nos enfrentamos, decidimos,
trabajar hasta 20 horas al día, para conseguir nuestras metas y propósitos para
que jamás ningún hombre nos haga sentir miserables.
Pero la ley no incluye estos episodios, porque todo se
resume a golpes, patadas y ¿qué hay de los acosos de cinco minutos, qué hay de
los hombres que nos insultan, de los que nos tocan por unos segundos nuestras
partes íntimas en un lugar público mientras vamos en el metro o caminando o de
aquellos que nos hacen sentir
vulnerables?, ¿qué pasa con los hombres
que nos mandan un puñetazo en el rostro,
un empujón o jalón de cabellos, eso no es considerado violencia? ¡No se debía
necesitar que el examen médico legista determinara una cantidad específica de
días, para saber si son lesiones leves o graves! Lo cierto es que las mujeres
por muy liberales y feministas que seamos, somos físicamente más débiles ante
la fuerza de un hombre y según las estadísticas y estudios de psicología y
psicoanálisis, una niña, adolescente, mujer joven o madura, puede quedar traumatizada
para siempre.
España debía ser más drástica en sus leyes, cambiarlas,
modificarlas, deshacerlas y volverlas a elaborar, pensando en todas las
situaciones que ocurren y que muchas veces, las féminas acudimos a una comisaria, pero son los mismos
policías quienes nos invitan a retirarnos, porque no encuentran ningún delito tipificado
en el código penal. Es lamentable, pero es muy real la violencia machista del
siglo XXI a la que las mujeres seguimos expuestas.