Wednesday, November 21, 2007

¿Más leyecitas contra terrorismo?

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
21-11-2007

¿Más leyecitas contra terrorismo?

Con su habitual imprecisión vaporosa, arropada de misterio, porque
nunca nadie acierta a entender qué quiere decir, el primer ministro
del Castillo, una vez más, y según Andina, "manifestó que la comisión
multisectorial que evaluará los casos de terroristas liberados
permitirá optimizar la legislación para controlar mucho mejor al
terrorismo y al narcotráfico". Algunos peruanos pensamos que a ambos
fenómenos criminales hay que combatirlos hasta pulverizarlos del todo,
exterminarlos de la vida nacional y bajo la premisa que si hay algo
que sobra –hay hasta para regalar- y brilla por su inutilidad es el
conjunto de leyes. ¿El ministro nos ofrece más de lo mismo? ¡Bah!

¿Necesita Perú otros 20 ó 30 mil muertos (los 75 mil de la CVR, son
parte del embuste ocasionado por la sensible confusión de haber
considerado a los peruanos como parte de un cardumen) con su oprobioso
baño de sangre para reaccionar?

¡La defensa nacional no es privativa de militares disminuidos y
aterrados porque la famosa "cultura de derechos humanos" les ha
castrado hasta el mínimo sentido de legítima reacción, dejándoles a
merced de hienas mercenarias y dolarizadas! ¡De ninguna manera! El
país tiene todo el derecho soberano de entender que con cinco
fronteras que proteger, no puede descuidar su frente externo y ¡mucho
menos! el interno que ya asimila dolorosas pérdidas de vidas en los
últimos 20 días. Y aquí nos enfrascamos en una bizantina -¡como muy
intonsa discusión si son narcos o terroristas!- con el afán sospechoso
de no esclarecer la perversa naturaleza del fenómeno violentista.

Dice el ministro del Castillo que entregó al "titular del Parlamento,
cuarenta iniciativas legislativas del Poder Ejecutivo que incluyen
tres conceptos que serán materia de revisión en la comisión de
estudios creada por el Congreso". ¡Words, words, words! Los
legisladores persisten en su inútil y escandalosa logorrea y los
terroristas disparan a matar a los policías y contra quien se ponga en
frente.

¿No sería mejor que el primer ministro definiese qué clase de
estúpidos y estúpidos de qué clase son aquellos que braman porque se
haga alertas antes de disparar y que propusieron leyes que fueron de
frente al tacho de basura? A nadie escapa que con bellacos así, entre
ellos un traidorzuelo barato de viceministro, en Defensa, no hay mucho
porvenir en esa área. Las sublimes ridiculeces de seguridad
cooperativa y núcleo básico eficaz sólo puede ser fábrica de mentes
onanistas o de quintacolumnas que trabajan contra el Perú. Además, que
el tufo repugnantemente pro-yanqui es inocultable. ¡En lo que ha
terminado la rabanería caviar, encima de chilenófila, congraciada con
el patrón dólar!

El Perú demanda que sus hijos entiendan que los enemigos con armas no
dan tregua. Pero que los que instrumentan otra clase de guerra
estratégica, también están activos por ejemplo, promoviendo estados de
indefensión institucional al interior de la Fuerza Armada;
menoscabando su moral so pretexto que antes fueron parte de un
sistemático plan de aniquilamiento del pueblo peruano ¡cómo si la
Fuerza Armada no estuviera integrada por hijos de ese mismo pueblo
pero con uniforme!. He allí un dato que no debe permanecer desconocido
u objetivamente aquilatado: hay enemigos e infiltrados a los que hay
que derrotar eliminando su acción o presencia. O seguir como estamos.

La guerra contra el terrorismo y todas sus expresiones de violencia
ideológica, folletinesca, mediática, es un ejercicio político que
necesita del decidido concurso de la nación. Eso decanta los terrenos
entre quienes pelean por la supervivencia del país y de quienes
procuran que nada florezca acá y que otros sean quienes desarrollen
sus carreteras; exploten sus recursos mineros y gasíferos; y vivan en
un estado de inviabilidad permanente, objetivo muy pergeñado, atisbado
y empujado por grupos de poder desde la década del 70 y cuyos
barruntos se encuentran en el Plan Kissinger para países
subdesarrollados. Entre los cuales ¡qué duda cabe! está Perú.

Por tanto, no sólo el imperialismo unipolar que manifiesta su
orientación vía sus vectores nativos, en organizaciones, gabinetes,
congresos, burocracias y empresas transnacionales, sino que también
vía diseños económicos que privilegian el PBI como indicador y la
conversión de estos países en meras comisarías sin ejércitos y ¡sin
defensa de sus recursos naturales!, es parte del avieso y macabro
esquema en marcha. El terrorismo y la violencia, no son ajenos a esta
malhadada concepción.

¿Y cree del Castillo que con más leyecitas de un Congreso
tradicionalmente desprestigiado, deslegitimado y de pobrísimo engarce
social con el pueblo que lo eligió, se va a conseguir "controlar" al
terrorismo y al narcotráfico? ¡Tomar a lo serio cosas del Perú!
admonizó con razón poderosa Manuel González Prada.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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