Monday, July 21, 2008

¡Brutal patinada de CancillerĂ­a!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
21-7-2008

¡Brutal patinada de Cancillería!

Con la acostumbrada torpeza impune de elefantes en cristalería el
ministerio de Relaciones Exteriores del Perú acaba de protagonizar
otro ridículo internacional de connotaciones mayúsculas: impulsó la
candidatura de Niño Diego García Sayán a un puesto para la Corte Penal
Internacional y para ese efecto –y de pasadita satisfacer la vanidad
de ese individuo- pagó en cuotas atrasadas la suma de US$ 170 mil
dólares. ¿Hasta cuándo la política internacional del Perú sigue en las
garras de ineptos, hijos de los hijos, nietos o bisnietos, de los que
nos han conducido invariablemente de fracaso en fracaso, desde 1821?
La resolución que autoriza esta bestialidad, no tiene otro nombre, es
firmada por el presidente Alan García y el canciller José García
Belaunde y tiene el número RS No. 185-2008-RE y su fecha exacta es 5
de los corrientes.

Los organismos multilaterales tienen dinámicas de rotación y los
países se suceden con cierto orden en los cargos. Allí no valen o
tienen deleznable importancia las angurrias de supuestas autoridades
en derechos humanos, intelectuales que no han producido una línea
–cuasi ágrafos- o de sujetos que viven de la cansada ubre del Estado
peruano desde hace años exaccionándole recursos que debían estar en
más genuinas y auténticas causas de prioridad real. ¿Cobrará el Estado
peruano, esos US$ 170 mil a Niño Diego García Sayán fautor de este
ridículo internacional ultra-sonoro?

Un juez boliviano de la Corte Penal Internacional vaca en el cargo y
la rotación señala que un guyanés sea el sucesor. En ese plano es que
se inventa la candidatura de Niño Diego, el dueño de la ONG Comisión
Andina de Juristas, productora de dólares a granel para sus mandamases
pero en cantidades que ya no parecen ser suficientes. Torre Tagle,
como denunciamos semanas atrás, empieza a "gestionar" la postulación
de aquél y, como era de prever, hizo todas las torpezas posibles para
subvertir escalafones y usos, y hasta se puso al día con cuotas y pagó
las dichas obligaciones atrasadas. ¡Ni aún así, amén que el postulado
es un Don Nadie en el mundo jurídico real e intelectual, logró nada a
excepción del fracaso sin atenuantes conseguido!

La brutal patinada de Cancillería tiene nombres propios: Allan Wagner
y su funcional compadre, jefe nominal de Torre Tagle, José García
Belaunde. Ellos forman parte de una cofradía que se empeña en superar
su ínsita y característica mediocridad vía la fabricación de noticias
en una prensa que sólo les regala elogios y superlativos textos pro
domo sua. Sin embargo, el asunto es muy delicado. Se produce, por el
estúpido narcisismo enfermizo de un individuo, a pocos meses de
presentar la memoria en el litigio que por delimitación marítima ha
planteado Perú ante Chile en la Corte Internacional de Justicia de La
Haya. ¿Creerá cualquier analista serio, de los poquísimos que hay, que
esto no resiente la posición peruana que denota estupidez a mares,
oligarquía del "pensamiento" y debilidad anémica de cualquier fuerza o
vigorosidad para contender con un adversario con el que no se puede
jugar?

Con respecto a Niño Diego, valdría la pena saber si el negocio
interesante que hizo su ONG, la CAJ, con la dictadura delincuencial de
Kenya Fujimori, a cuyo Poder Judicial asesoraba, devolvió al Estado
los US$ 60 mil dólares que recibió por adelanto de trabajos de un
contrato que luego se rescindió. Si no fue así, entonces hay una nueva
obligación por incumplimiento, que el Estado tiene que subrayar y
cobrar al autor del desmán.

¿Será cierto que en el 2002, el ministerio de Justicia recibió la
oferta gratuita de uno de los máximos especialistas internacionales en
litigios contra ex dictadores para asesorar al Estado peruano en la
lucha judicial contra el fujimontesinismo y Niño Diego la declinó para
dejar todo en manos del procurador de Fujimori, José Ugaz? Si esto fue
cierto, hay razones como para ponerse a investigar exhaustivamente y
también como para sospechar que los rastros han sido, como de
costumbre, borrados.

A fines de abril del 2006, un grupo de ciudadanos sostuvo una cita
reservada e informó de pruebas irrefutables sobre la asesoría que daba
Daniel Borobio a cierto, entonces, candidato presidencial. ¿Estuvo
alguien de la CAJ en la reunión? Lo cierto es que el hoy canciller
García Belaunde tomó conocimiento telefónico del asunto y a posteriori
se denunció a algunos de estos ciudadanos que creían cumplir con su
deber al alertar de estas extrañas conexiones. ¿Alguien está
devolviendo el favor aún a costa del ridículo internacional del
prestigio del Perú y el desperdicio de US$ 170 mil?

¿Qué dice la oposición? Como es natural, nada de nada. No comprende
absolutamente ni pizca fuera de la reducisíma y escuálida agenda del
Establo de Plaza Bolívar y desgañita su garganta por ubicar en una
presidencia que no representa nada a cualquiera de sus precarios
integrantes. ¿Y los partidos? ¡No existen sino para surtir de
empleados a la maquinaria del Estado! ¿Y la sociedad? Cuasi apartada
de cualquier forma de expresar su protesta e interrogantes porque los
miedos de comunicación pertenecen a grupos minúsculos y mediocres.

La Cancillería del Perú acaba de sumar a su larga hoja plena en
máculas, otro fracaso más. Para Torre Tagle el vals ¡Un fracaso más
que importa! pareciera constituir su leit motiv y menú cotidiano
invariable. ¿Por causa de qué el pueblo peruano tiene que soportar a
unos veleidosos, pusilánimes e inútiles en el supuesto comando de sus
giros en la política internacional? ¡Pamplinas!

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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