Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
5-1-2025
¡Urge reconstruir al Perú!
https://senaldealerta.pe/urge-reconstruir-al-peru/#google_vignette
Nomínelo como mejor
le plazca: reorganizar, reingeniería, cambio radical, y demás términos todos
apropiados. Lo que sí no debe consentirse sin el aporte de la ciudadanía, es
que el país permanezca como está: dividido, fragmentado socialmente, con
pirámides horrorosas en que menos del 8% tiene más ingresos que el 97% junto.
Asimetrías y desigualdades simplemente criminales.
El país no es en definitiva lo que Luis Alberto Sánchez
definiera para título de uno de sus libros más amenos cuanto que imprecisos: Perú,
retrato de un país adolescente.
Una nación no puede ser cuerpo púber cuando exhibe, sin pena
ni gloria, las taras centenarias que se remontan al mismo momento en que el
porquerizo de Trujillo de Extremadura, Francisco Pizarro; el cura Hernando de
Luque; y el aventurero por antonomasia, Diego de Almagro, afincaran pie en Perú
para inaugurar la conquista y posterior expoliación del Imperio Incaico.
Sintiendo y practicando el racismo como blasón de gobierno,
la Nación siempre ha constituido el símbolo de minorías descendientes de los
españoles americanos o de los que inventaron alcurnia, apellidos, formas y
retoques de una nobleza feudal cuasi retrógada, conservadora a ultranza y
pusilánime para adentrarse en el reto contemporáneo de desarrollar un progreso
integral para todos los peruanos.
Hasta hoy se escuchan esos vocativos que nominan al
"joven" o "niño" tal o cual. Cierto que esos
"jóvenes" o "niños", no pocas veces son sesentones que se
engríen con semejantes ridiculeces.
Si se leen las críticas demoledoras del prócer civil Manuel
González Prada en sus numerosos libros editados por la devoción filial de
Alfredo, su hijo, lustros después de la guerra entre 1879-1883, y se
prescindiera del nombre del autor, cualquier persona podría imaginar que se
trata del Perú de nuestros días.
Alguna vez, escribí lo siguiente:
"¿Existen los partidos
políticos? Son clubes electorales. Usinas que proporcionan técnicos o panzones
funcionales al Estado, pero en modo alguno, alfiles de la revolución
constructiva de que hablaba hace más de 50 años Manuel Seoane y que empezó
tempranamente una prédica hoy olvidada por quienes se reclaman sus alumnos.
Hay una diferencia enorme entre
las tribus caníbales que abundan en la cosa pública, esperpentos fagocitadores
y cancerosos de cualquier esfuerzo y las fraternidades calurosas que construyen
naciones al amparo de los fueros de la decencia, dignidad y solemne virtud para
forjar un país.
No son lo mismo tropas de
capituleros angurrientos que combatientes de insobornable decisión y ansias de
victoria. ¿Hay que refundarlos? Pero ¡si no existen! Verbi gracia: hay que
crearlos superando a González Prada que admonizaba que no era bueno “tomar a lo
serio cosas del Perú”. ¡Superemos a González Prada!
http://www.voltairenet.org/Superemos-a-Gonzalez-Prada,158488
Nótese que las agrupaciones
políticas son colectividades caza-votos y con tal propósito ofrecen de todo
como en botica.
Hemos tenido hasta a un idiota,
sumamente cuestionado por su manera comercial de “hacer política”, que hablaba
de ser parte de una "raza distinta" cuando apenas es un logrero
pícaro, renovador del viejo civilismo que compraba conciencias, entonces con
pisco y butifarra, hoy con celulares, televisores, becas, viajes, sueldos
fastuosos, diplomas sin estudio. Y los miedos de comunicación dan cabida a
estos esperpentos.
¿Qué cambió en el Perú? Hasta la
esperanza y optimismo trocaron en letanías: "así es el Perú; así es la
política; qué vamos a hacer", estaciones de un pesimismo abisal sumamente
peligroso porque ataja cualquier reacción y "predica" mentiras
disfrazadas de "reflexiones".
Se trata de iluminar el pavimiento
para que los ciudadanos comprendan que tienen conciencia y capacidad de escoger
y ejercer su dignidad.
Si la mayoría de hombres públicos
no son sino pandilleros de bandas exaccionadoras, que sean la protesta sincera,
la oposición cívica, el amanecer juvenil, los frenos a tales inmundicias.
He allí el camino y la ruta hacia
la victoria de nuestros ideales justicieros de pan y libertad.
En Perú las críticas sociales de
hace 80-100 años, mutadas y empeoradas en el tiempo, siguen conservando su
observación directa y álgida.
Los mediocres nunca podrán escalar
el peldaño de su oscuridad consuetudinaria. La mona aunque se vista de seda,
mona se queda.
¿Qué hacer? Mucho, muy mucho.
Entre otras cosas, reconstruir al Perú.
Verbi gracia y estoy armando la
propuesta, el peruano debe declinar su visión tridimensional: Costa, Sierra y
Montaña, para adentrarse en los interesantes caminos de la
pentadimensionalidad, agregando el Océano Pacífico y la tecnología, nuestra proyección
hacia la Antártida y desde el Atlántico, como viveros fértiles de un ejercicio
de inteligencia geopolítica, creativa y emancipadora de los actuales y muy
oxidados grilletes mentales.