Informe
Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas
16-5-2024
¡Los vendepatria!
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Son aquellos que sienten
que Perú, su gente, sus inmensas riquezas naturales y recursos no renovables,
sirven solo para sus negocios. Y negociados. No sólo son capaces de vender a
sus respectivas madres ¡hasta negocian el precio!
Se llaman tecnócratas,
expertos. Muestran sus diplomas y doctorados por todo el mundo, como si el mal
arte de regalar al Perú requiriera, aparte de su audacia, rostro pétreo y
crueldad con el prójimo. Los vendepatria son traidores químicamente puros.
El gobierno de doña Dina
Boluarte (in artículo mortis) anunció que no privatizará Petroperú. Pero no hay
duda posible que lo disimula muy bien. El comunicado del directorio de esa
empresa, lejos de explicar nada, muestra cómo es que existen vendepatrias que
conocen su oficio infame.
Llamaba en Argentina, a
los vendepatria, serviles orgánicos,
a esos monstruos concesivos, regalones de lo que no era suyo, mamarrachos
burocráticos enquistados en todos los gobiernos, el brillante periodista
platense cuasi olvidado, Raúl Scalabrini Ortiz.
En diversos artículos
anticipábamos en Diario Uno, los preparativos de opinión de las calificadoras
de riesgo, pesimismo sobre la empresa y una armazón expresa para decir ahora
que “moralmente” no pueden pedir los recursos. ¡La hipocresía es, además de
asqueante, letal!
A mí me gusta la
combinación vendepatrias orgánicos, aquellos que genéticamente, deshonrando a
la nación y traicionando al Perú, salen a defender cual bestias enfurecidas a
empresas foráneas, depredadoras, abusivas de siempre y coimeras a granel.
O ¡malbaratean los
productos y empresas para venderlos a como dé lugar, aunque sea a precio vil!
¿Y qué hay del dinero
pagado por el pueblo peruano, verbi gracia, en la Refinería de Talara que va
con el paquete en caso de venta?
El cuentazo siempre es el
mismo: “el Estado es ineficiente”, “sólo los privados tienen experiencia y
respaldo financiero”, “es más rentable que lo haga la inversión extranjera” y
cantinelas por el estilo.
No es un acápite aislado. ¡De
ninguna manera!
Los siervos, vendepatrias
orgánicos, no dudan en alquilar la muelle conciencia de comunicadores que
defienden a capa y espada, según lo que les paguen y con tarifas
internacionales.
Por ejemplo.
Desde hace semanas hemos
venido denunciando el incumplimiento de la empresa concesionaria del Aeropuerto
Internacional Jorge Chávez, Lima Airport Partners, LAP, de la renovación del
seguro contra terrorismo por el orden de US$ 200 millones, acción que conducía
a la rescisión del contrato. ¿Y qué ha ocurrido? Nada.
Además, la nueva torre de
control y la II pista están inoperativas desde octubre del 2023.
Pero los señores de LAP,
sí hacen una intensa campaña de propaganda sobre las bondades de la entrega
parcial de infraestructura que han hecho, la ciudad aeropuerto, maravillas
futuras que aún no se ven. Una pregunta simple: ¿y lo que “entregaron” al Perú
y que no funciona, qué, naranjas?
Hay un individuo que ha
ocupado cargos directivos importantes de agremiaciones empresariales peruanas.
Pero es el primer promotor del predominio francés monopólico, a capa y espada,
en Migraciones.
El personaje en mención,
premunido de contactos al más alto nivel, dice defender a las firmas peruanas
en el discurso. En la práctica los US$ 10 mil mensuales que recibe hace años,
le impelen a hacer todo lo contrario.
Es un vendepatria
orgánico. Y actúa con todo el descaro que una prensa miserable otorga pero no
de una manera gratuita sino muy bien remunerada.
En Perú vivimos en un
estado de hipocresía permanente. Al imbécil, llamamos analista; y al repetidor
y copión, politólogo.
Al regalón contumaz, socio
de clubes exclusivos, partícipe de convites y banquetes reservados a los
señorones, al vendepatria orgánico, le tildamos de tecnócrata, experto y apenas
llega a ¡miserable!
Al juecesito marrullero, le
nominamos jurista aunque todo nos indique de su nepotismo, de su mediocridad
insuperable y de su vanidad infinita y sus fallos siempre son controversiales.
En otra oportunidad
recordaremos a un señor que fuera ministro de Relaciones Exteriores y
condecoraba a la canciller del país del sur, Soledad Alvear, cuando en Chile
(2002) ¡pulverizaban a Aerocontinente, vía mañas de diverso calibre!
Y entonces cuando se llama
vendepatria orgánica a una ministra o a un ministro, por la razón de sus actos
públicos, todos traidores, hay voces invocando “cordura”.
¿Y por qué nadie protesta
contra estos crímenes desde Palacio o el Congreso? El aplanamiento mental del
Perú es un caso patológico.
A los vendepatria
orgánicos, políticos inmorales, intelectuales mercenarios, burócratas
delincuentes, hay que llevarlos ante el paredón moral.