Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
4-9-2013
Clubes sin brújula*
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Los clubes electorales -taifas nucleadas para y por el voto,
sin más compromiso que el de sus bolsillos- mal llamados partidos políticos,
padecen una espantosa falta de brújula. Por citar dos ejemplos: ¿qué dicen o
instruyen a sus afiliados sobre el contencioso por límites marítimos planteado
por Perú a Chile en La Haya? y, ¿cómo pelean por la vida y contra la muerte en
pistas y carreteras de todo el país y la irresponsabilidad de malos conductores
individuales o institucionales? ¡Nada de nada!
Las ideas-fuerza, anfibología potente, no ocupan lugar en
las agrupaciones políticas. Al ocurrir este fenómeno injustificable, se reducen
a meras gavillas hambrientas de capturar las riendas del gobierno y en pro de
la colocación de sus integrantes privilegiados en la repartición estatal.
Importa poco el país, la repartija troca en el anhelo o leit motiv único de
quienes aspiran a que el pueblo pague campañas electorales con sus impuestos.
No hay otro fenómeno tan vigente y de vibración histórica profunda
que la difícil vecindad con Chile. Desde 1879, año en que comienza la guerra de
expoliación que plantearon los del sur, hasta 1883 (Tratado de Ancón), 1884
(ratificación de aquél y cercenamiento definitivo de Tarapacá), Perú ha girado
sobre esa traumática experiencia dolorosa. Pocos años atrás el gobierno de
entonces, el de Alan García, culminó con el diseño diplomático de plantear el
contencioso en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuyo veredicto
está a pocas semanas de producirse.
Por eso la ausencia de opinión orgánica sobre la importante
coyuntura, de todos los clubes electorales, deviene en una aberración colectiva
que lastima profundamente el designio de patria y contraviene la historia.
¿Cómo construir la complementariedad, con dignidad y respeto mutuos y antes,
cómo hacer cumplir el fallo de La Haya si, como se estima, éste contemplara algunos
aspectos favorables hacia la reclamación peruana? La clamorosa orfandad de ubicación
no puede ser más escandalosa.
No hay posibilidad que Perú avance hacia un desarrollo
justo, libre y culto si no conjura, arregla, supera o establece de manera
definitiva los límites integrales de nuestra relación con Chile. Y los clubes
electorales, tan ocupados en tapar los delitos inmobiliarios de sus máximas
figuras, no pueden hurtar el cuerpo a una responsabilidad que los señala en
primera fila.
Por otro lado, se cacarea sobre derechos humanos y es un
tema recurrente en la opinión pública, pero se versa sobre aquellos sólo cuando
alguien es intervenido, detenido o sus derechos violados. ¿Cuando se atropella
a transeúntes en los paraderos, se malogran proyectos de vida, por la zafiedad
etílica de choferes en pésimas condiciones, no se está matando -o mejor dicho,
asesinando- a compatriotas a lo largo y ancho del Perú? ¿qué son sino derechos
los que no pocas veces se arrebatan de manera violenta por colisiones o
atropellos a cargo de vehículos pesados? Nótese que todos los días hay detalle
de muertes por accidentes de tráfico en los noticieros. Y siempre la misma
cantaleta: conductor ebrio, microbús en mal estado con frenos inútiles o
timones precarísimos. ¿No es otra forma de violar los derechos humanos? ¿o sólo
los que salen en los diarios, declaran en la televisión o la radio, tienen
derecho a aquellos?
¿Qué dicen los clubes electorales sobre este sangriento
particular? Como párrafos antes, la respuesta es la misma: ¡nada de nada!
Si el planteamiento en La Haya procura equidad en la defensa
de la soberanía marítima del Perú y por eso demanda la unidad nacional con
conocimiento, ciencia y conciencia, la defensa de la vida humana es otro deber
inexcusable, de manera individual y colectiva. No hay diferencia entre una
actitud dentro y fuera porque ambos se refieren a la Nación como entidad. Pero
los clubes electorales están drogados por los calendarios y por la hambruna de
estar amparados por la ubre estatal. La política y geopolítica se han reducido
al ejercicio carroñero de buitres con saco y corbata.
Planteamientos simples y, sobre todo, retadores. No se libran
la prensa y los medios de responder al desafío. Difundir lo escabroso en las
crónicas rojas sólo es patrimonio de imbéciles que creen que la noticia es la
muerte, cuando lo es, en realidad, la plena irresponsabilidad societal y la
inutilidad del Estado y de todos los gobiernos. Dentro de ese conjunto humano,
con anemia terminal, los clubes electorales brillan por su mediocridad y
desapego a la vida y a la pasión de construir un país orgulloso y digno.
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*Publicado originalmente en la Red Voltaire el
4-9-2013 http://www.voltairenet.org/article180076.html?var_mode=recalcul