Señal de Alerta
por Herbert Mujica
Rojas
29-11-2006
¿Independientes, tecnócratas o analfabetos políticos?*
Escribió el gran Bertolt
Brecht: "El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla,
no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida,
el precio del poroto, del pan, de la carne, del vestido, del zapato y de los
remedios, dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece y
ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia
política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los
bandidos: el político corrupto,
mequetrefe y lacayo del gran capital". ¿No hay aquí quienes prefieren
llamarse tecnócratas o independientes? Y, ¿a la postre, no son tres variantes
de un solo lamentable?
¿Qué tan independiente es
el independiente de quien sabemos a qué clubes pertenenece, para quiénes ha
rubricado con firmas en pronunciamientos públicos y de qué pata cojea cuando de
claudicar se trata?
¿Y esos tecnócratas cuya
responsabilidad funcional es la de proveer “soluciones” para que los
entreguismos parezcan virtudes democráticas y acción para el beneficio de
nuestros pueblos? ¿No son esos los tecnócratas los que siempre anticipan las
buenas pro, las licitaciones bajo cuerda y aseguran la cautela de sus dólares
copiosos?
El compendio de esa
imbecilidad con patas se llama el
analfabeto político tan bien resumido por Brecht.
El independiente, el
tecnócrata y el analfabeto político, forman parte de esa siniestra sinfonía
perenne de que la república sufre desde que inició como tal y que ha hecho al
Perú: somos lo que somos porque las castas gobernantes y pandillas
delincuenciales así lo determinaron. No es el Perú casualidad o producto de la
mala suerte o el infortunio.
¿Tiene rumbo Perú? El
eternamente muerto canciller echó la culpa al ex presidente Toledo por el
fracaso del TLC. Lo propio y con más mediocridad, hizo el primer ministro. El
jefe de Estado, Alan García, ante la bestialidad inocultable de aquellos, debió
enmendarles la plana con una sonora bofetada que aquietó los rebuznos. Pero no
del todo. A posteriori la fanática pro-TLC, ministra de Comercio Exterior,
anunció que el triunfo del candidato Correa en Ecuador, echaría vientos
turbulentos sobre el comercio en la región. Y el primer ministro en arranque de
rarísima lucidez ya la desautorizó públicamente. Claro, si el titular de RREE
mora en su sarcófago real y sólo abandona el letargo de las sombras para firmar
resoluciones que dictamina otro, igual de largo, mediocre y sectario como él. De
resultas que ¡Dios los cría y ellos se juntan! De vuelta está la mafia en cancillería
y tan así que nada menos que Alfonso Rivero Monsalve, el capo di tutti di capi,
ha sido nombrado como embajador en el Vaticano. Y Vicente Azula se va a
República Dominicana. ¿Es preciso llamar, como antes se hizo con Jorge Voto
Bernales, Jorge Valdez y Eduardo Ponce, a resobados monigotes como aquellos?
El onanismo político
nacional es patético: los analfabetos graznan, los independientes ladran y los tecnócratas
berrean sobre señales, escenarios, re-diseños, deslindes y otras monsergas de
un TLC que ¡no depende para nada! del Perú, sino del congreso norteamericano cuya
mayoría demócrata hará más difíciles las cosas. Pero ¡toda la vulgaridad
nacional camina por un solo aspecto, el bendito TLC con Gringolandia! ¡Qué imaginación
tan brutalmente estrecha!
Dice el docto intelectual
de ONG, sano y sagrado, apodíctico y ortodoxo que “es hora que se acaben los
partidos”. ¡Cómo si hubiera hora y decreto para liquidar o fulminar lo que sólo
el pueblo puede hacer o reivindicar de sus escombros! ¡Es tan asombroso Perú
que la mediocridad pasa por análisis sociológico o exégesis de alguna especie!
¡Jóvenes a la obra, viejos a la tumba!
El analfabeto político
compendia gran parte de las taras del ser común y corriente peruano. Lo
simboliza malamente, lo precisa en la pobreza abominable de sus limitaciones.
¡A esos hay que atacarlos proponiendo caminos solidarios y responsables de
avenida por y para el Perú!
¿Se persuadirá el lector
común y corriente que sí puede ser parte de esta gran corriente renovadora y
revolucionaria del país?
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Rompamos el pacto infame
y tácito de hablar a media voz!
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*Publicado originalmente
en la Red Voltaire el 29-11-2006 http://www.voltairenet.org/article161841.html