Tuesday, December 19, 2023

¡Ratas las primeras que huyen!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

19-12-2023

 


¡Ratas las primeras que huyen!

https://senaldealerta.pe/ratas-las-primeras-que-huyen/

https://bit.ly/48oirFi

 

Las profundas convulsiones que sacuden al Perú contemporáneo no tienen nada de originales. Nacimos en turbulencia en 1821 como república, con una parte del país ocupada y una desorientación que ha marcado 202 años de vida llamada “independiente”.

 

Nuestros pillos, con y sin uniforme, consideraron la presidencia como el fin fundamental de sus vidas y apenas llegados a Palacio (por las buenas o las malas), asaltaron la caja fiscal, aseguraron sus futuros y compraron títulos nobiliarios o bienes inmuebles a los que hoy hacen nombrar patrimonio nacional.

 

Generales asaltantes o civiles sórdidos, unos y otros compitieron por exaccionar al país y nos metieron en guerras que no pelearon y en su lugar sacrificaron como carne de cañón, al pueblo que todo lo paga, incluidos sus robos.

 

Con las modernizaciones cosméticas de los años, Perú siguió viviendo como pudo y casi siempre al margen del Estado y de los sucesivos gobiernos con linajes inventados, anticholos y profundamente deshonestos.

 

¿Podría sorprendernos hoy que en plena ventisca y con aguas amenazantes a los cuatro vientos, algunas ratas, tomen las de Villadiego, esgriman persecuciones y amenazas a quienes, dicen ellos, no han hecho nada ilegal? ¡Por supuesto que no!

 

Escuché a un tinterillo de viejas y mañosas costumbres aseverar que el odio político contra la declinante ex fiscal de la Nación, debíase a su participación en “la lucha por la democracia contra el ex presidente Castillo”. ¿Qué tenía que hacer la ex fiscal en el asunto sin decisión formal del Congreso, sin haber sido vacado don Pedro, con operativo plagado de yerros que están siendo objetados todos los días?

 

¿Cómo puede una pandilla de miedos de comunicación prestar oídos a un mediocre cuya única virtud fue traficar influencias, vivir a la sombra de su miopía cívica y al de ser audaz en una ciénaga de zancudos ponzoñosos?

 

En un país de plástico como el Perú en que abundan los gestos, muecas, disfuerzos e ignorancias a granel y el idiota es analista y el plagiador, sabio, lo anterior puede parecer resentimiento o amargura. No obstante la premisa es atroz: que somos una sociedad en que los rateros y todos sus parientes, gobiernan al margen de quien esté en Palacio.

 

¿Somos una suma de ladrones?

 

Dos centurias de estafas a la fe del pueblo, signan nuestra conformación incompleta, débil, enrarecida como país. Mientras que en el mundo y en comunidades vecinas, el proyecto nacional levanta a multitudes, aquí nos confunde, nos sumerge en el fango y los amigos de lo ajeno resultan siempre los beneficiarios.

 

¿Y el pueblo? Básica y fundamentalmente un buen recurso político, poético, literario, excusa ineludible a la hora de las promesas. No obstante, esas masas pagan todos los impuestos, mantienen a delincuentes en los sucesivos gobiernos y jamás ¡siquiera! atisban la realidad de las ofertas.

 

Los chicos malos, esos que vienen justificando sus mentiras de justicia con libracos mal escritos y bien financiados, con viajes por todo el mundo y no pocas veces a Washington D.C., donde queda el Departamento de Estado, hacen lo propio pero arropados en la envoltura social y de futuro. ¡Pamplinas!

 

Los de siempre les gritan a los otros “caviares”. ¿No será que unos y otros no son sino limosneros profesionales que viven de la cansada ubre del Estado y de no pagar impuestos y de asegurar sus vidas a través de asesorías eternas y paliativas?

 

De lo anterior no se quiere hablar aunque el hartazgo sea patente en las mismas poblaciones que supuestamente deberían ser gratificadas con sus maravillosos planes y vía sus organizaciones de nuevos gángsteres.

 

La borrasca se puso muy fuerte en Perú. Fiscales, jueces, policías, legisladores, burócratas, todos metidos en el zafarrancho de la corrupción, saben que las cabezas están rodando y que Sansón tiene también aquí sus filisteos con destino inevitable: la cárcel.

 

El otro día produje revuelo al anunciar, sin decirlo expresamente, el título de mi próximo libro: ¿Cuántos años de cárcel?. Y eso en Perú es tan común, son tan perversamente malhechores los que están en la cosa pública, que el asunto no debiera llamar mayormente la atención.

 

La estupidez navega por calles y plazas e infecta casi todos los ámbitos de la vida nacional. Para darse pisto una parlamentaria no tuvo más peregrina idea que irse de turismo a Europa. Según dijo, ya sabe que le van a allanar su casa, oficina y la denunciarán por ciertos hechos que nadie conoce, porque ellas simplemente dijo “jurídicamente sin base” o algo así.

 

¿No debió quedarse para afrontar con la inocencia de que dice ser dueña, los cargos y los embates? Quien no la debe, no la teme. De repente, no es el caso.

 

Los días que vienen podrían ser las navidades más ingratas para algunos. Deberían verlo por el lado positivo: sus ilustres existencias que ¡ni en su casa, son conocidas! dejarán el anonimato para convertirse en fotos, leyendas y textos con sus prontuarios. ¡Algo es algo!

 

¡Ratas las primeras que huyen!

 

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