Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
28-1-2025
Campañas, partidos y corrupción
https://senaldealerta.pe/campanas-partidos-y-corrupcion/
¿Debe darse dinero para que los así llamados partidos, financien
sus campañas electorales? El dinero proviene de fondos estatales, es decir son
parte del tributo que el pueblo paga periódicamente y que en este caso serviría
para múltiples causas, entre otras, acaso la menos importante, el trabajo
político público.
Consultado el ex presidente de la Cámara de Diputados, varias
veces legislador e historiador, Héctor Vargas Haya, tuvo pronunciamientos
categóricos. Leamos.
“Lo único que faltaba para el perfeccionamiento de la corrupción
política, es sin duda, la peregrina decisión de las autoridades electorales que
establecieron una nueva y amplia compuerta hacia el incremento de la corrupción
que es sin duda, el anuncio oficial de hacer viable el denominado
financiamiento de los partidos políticos, por la vía del aporte oficial del
Estado a las campañas electorales.”
Se pregunta con sentida preocupación Vargas Haya: “¿Se trata acaso
de engrandecer el campo de la corrupción que ya forma parte incontrovertible de
la política criolla? Para responder a éste y otros interrogantes, debemos
preguntarnos si de tal modo, ¿no se está
abriendo una inmensa compuerta a la corrupción institucionalizada? En
primer término hay que averiguar de qué partidos se trata.”
El estilo y dinámica de grandes partidos con locales,
concentraciones enormes de gente, marchas, pintas, ha desaparecido y, subraya
Vargas Haya: “No cabe duda que a los ya informales denominados partidos, que no
son sino pequeños grupos de amigos que se reúnen con objetivos personales, se
sumarán no pocos, estimulados por los subsidios oficiales o estatales, una nueva
sangría oficial.”
“Ya podemos imaginarnos las filas de dirigentes o de sus
apoderados, en las ventanillas del Banco de la Nación a la espera de recibir
sus correspondientes cheques por concepto de subvención estatal, desdoroso
espectáculo, protagonizado por los dirigentes o apoderados de cada grupo, en
cada campaña electoral”, expresa don Héctor.
Enérgico, Vargas Haya sentencia: “La corrupción no tiene límites y
podemos preguntarnos ¿de qué modo se podrá evitar que funcionen paralelamente
aportantes privados esperanzados en lograr los consabidos contratos de obras
públicas bajo ya consabidas formas criollas de
oscuros pactos?”.
Agrega categórico: “Nadie puede garantizar la abstención y la participación
en negociados, que generalmente son practicados mediante interpósitas personas
o testaferros, tampoco que los favores no sean devueltos por la puerta falsa”.
Y en torno a las medidas de control, ratifica Vargas Haya: “Las
prohibiciones legales o administrativas contra empresarios aportantes, no
significan ninguna garantía para evitar el otorgamiento de favores políticos.
Es muy fecunda la habilidad de los corruptos”.
En torno a la eficacia de controles, don Héctor, severo,
puntualiza: “Por lo demás, repetimos, no es admisible lo prohibido, no se
santifica algo declarado pecaminoso e ilícito, aceptando lo que se condena,
aunque se establezcan condiciones. La prohibición debe ser absoluta”.
Y sobre el billete, agrega “Las subvenciones en dinero efectivo,
de parte del Presupuesto Fiscal, tal como se propone, sólo acarrearían
inevitablemente más corrupción”.
Aclaró don Héctor: “No se requiere de mucho dinero para limitarse
a difundir programas de gobierno, salvo que primen intereses dolosos. Al final
de cuentas, lo que los electores necesitan conocer es el contenido de las
propuestas”.
“Lo ideal, entonces, como lo era en el pasado, es la difusión de
los planes y programas mediante las conocidas franjas electorales gratuitamente
concedidas por el Estado, sin trámite de dinero”, indica Vargas Haya.
“Finalmente, no hay necesidad alguna para realizar exhibiciones de
poderío económico, no se trata de eso”, concluye así su amable contribución al
debate sobre un tema harto polémico.
En los días actuales, se vienen comprobando malos usos del dinero
que el Estado facilitó a algunos grupos políticos con representación
parlamentaria. Viajes de placer, gastos inanes, disfraces aparentes, nada puede
constituirse en antifaz que oculte las intenciones privadas, particulares e
ilegales del uso del dinero.
¿Cuántos narcotraficantes, mineros ilegales, tratantes de
personas, hampones de bandas armadas, delincuentes de todo pelaje, ya son
aportantes activos que aparte del billete, pagan fiestas, convites bien
regados, hoteles con huéspedes importantes a los que hay que agasajar?
Antes, los militantes se las ingeniaban con un inmenso cúmulo de
actividades para reunir el dinero para las campañas. Claro entonces existían
las grandes figuras honestas y partidos a cuya convocatoria decenas de miles de
hombres y mujeres, acudían al llamado de marcha o presencia en calles y plazas.
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