Wednesday, June 28, 2006

Un canciller de juguete

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
11-10-2003

Un canciller de juguete

No hay ninguna excusa ni explicación, lógica o ilógica, de trapisonda
o birlibirloque, que logre aminorar la increíble ineptitud del
canciller Allan Wagner Tizón. El ministro Raúl Diez Canseco tomó una
determinación y nos sacó de un grupo de países porque según él esta
acción nos conviene. ¿Desde cuándo asumió Relaciones Exteriores este
señor? Es obvio que el papelón gigantesco de Wagner Tizón, debería
impelerle si acaso tuviera una pizca de dignidad, a renunciar en el
acto porque ¿para qué queremos un titular de RREE pintado en la pared?

No son pocas las metidas de pata en Cancillería. Básicamente casi todo
lo que se hace muestra el sesgo típico de Torre Tagle: formas,
epidermis e imbecilidad a raudales. Los gestos amanerados abundan,
pero se pierden casi todas las negociaciones y el Mar de Grau y los
territorios nacionales jamás han obtenido una defensa lúcida por parte
de ésta, una de las peores y más frívolas como sensuales, cancillerías
del mundo.

Y por si fuera poco, Allan Wagner admite que sí, que un ministro tomó
una decisión que sólo podía competir, de manera exclusiva y excluyente
a su despacho. Es decir, no sólo acepta que no participó en lo que a
todas luces empieza a parecer un desaguisado internacional de marca
mayor, muy común en las actividades de Raúl Diez Canseco, sino que
parece resignado a parecer el pelele que asoma sus reales perfiles
desde hace algún tiempo.

Cuando una comisión -¡otra más!- especial se encargó de "estudiar" a
los delincuentes que aún están en la Cancillería y a quienes cupo el
tristemente célebre cometido de yugular de 119 diplomáticos a Torre
Tagle, ésta emitió un informe aguado, debilísimo, indefinido. ¡Era más
de lo mismo porque en esta casa de pactos vergonzosos jamás se castiga
a nadie! ¡Allí reina el "espíritu de cuerpo"! La impunidad se llama
cancillería del Perú y los catones de juguete que allí abundan se
llenan de discursos y alcohol en cantidades industriales para decir
que dijeron y ¡nada más!

Hasta hoy no entiendo porqué el sentido onanista y ramplón que tienen
los diplomáticos peruanos de afirmar que su institución "sólo está
detrás de Itamaraty". Cuando los que algo conocemos y denunciamos
desde hace años, sostenemos todo lo contrario. Los brasileros como los
chilenos y el resto de ejecutivos del continente, pelean por su país
en cuanto foro les es posible. Están a disposición de los que quieren
llegar a su patria con ideas e inversiones. Jamás niegan luces a los
que aspiran a mucho más. ¿Qué hacen los inútiles y forajidos cónsules
y embajadores peruanos aparte de marearse en su verborragia
improductiva?

Meses atrás sostuve que el señor Wagner debía irse a su casa.
Personalmente le proporcioné datos y pistas sobre múltiples
irregularidades de sus colegas en Torre Tagle. Prometió corregir los
desaguisados. ¡Y mintió en toda la línea! También me engañó cuando
transmitiendo un pedido del ex-canciller Pérez de Cuéllar, me pidió el
favor de no publicar el cese de un muerto que había firmado Pérez de
Cuéllar con Valentín Paniagua y sólo porque me dijo que todo estaba en
caminos de moralización pedí al entonces director de Liberación, César
Hildebrandt que, por esa vez, tomáramos en cuenta esta solicitud.

Por supuesto, no era más que otra mentira monumental. ¡Así mienten los
diplomáticos!

¿Para qué queremos un sainete o remedo de canciller que ya sobra por
estos lares?

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.

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