Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
23-7-2003
Cancillería formal, desastre total
Propongo al excelentísimo canciller Allan Wagner Tizón que premie y
condecore con la más alta distinción existente a los siguientes
"diplomáticos": Eduardo Ponce, Alfonso Rivero, Jorge Voto Bernales y
Hugo Palma. Ya que no los van a castigar porque así es Torre Tagle,
limpia a los sucios, entonces hay que tomar la acción contraria. Esta
verguenza sólo puede enlodar lo que hace rato es un coto de caza
privado, intocable y supuestamente inmaculado.
Es probable que exista algún grupo de gente sana y que tiene muy claro
qué y qué no conviene al país, pero la gran mayoría sólo está
preocupada en sus nombramientos en el exterior, sus viáticos y de cómo
mejor aprovechar, en la sombra o en el bajo perfil, el gobierno de
turno. Los cubileteos van y vienen y ya no hay duda que a Torre Tagle
no le entran balas.
Los susodichos antes nombrados son parte de una costra inmoral que
tiene una lista mucho más amplia, pero ¡ay de los necios!, un grueso
sector disfruta de embajadas o puestos fuera del país, ganando en
dólares, libando licores en cantidades industriales y produciendo
ridículos a cada centímetro en sus comisiones nunca cumplidas.
Si Relaciones Exteriores es la segunda línea de defensa de un país
luego del esquema militar, ¿de qué nos defiende Cancillería? Véase un
caso singular y vergonzoso. Recién ayer Torre Tagle "manifestó" su
interés en el tema de Aerocontinente en Chile. Que se sepa el
embajador nacional en el sur, nunca dijo nada, menos acotó y por
último dejaron que la aerolínea declinase persistir en un país en el
que le hacían la vida imposible para rebuznar un tardío comunicado de
aparente solidaridad tan sólo formal.
Pero en cambio, el año pasado, en junio, Torre Tagle condecoraba, por
la mano del izquierdista caviar Diego García Sayán, a Soledad Alvear,
la canciller de Chile. En los mismos días en que el Consejo de Estado
del país austral declaraba una guerra sin cuartel contra
Aerocontinente. La estupidez consuetudinaria de García Sayán no está
en tela de juicio, es ilustre y reconocida. Pero la desverguenza de
Torre Tagle, por alguna razón misteriosa, no es apostrofada por casi
nadie con la humilde excepción de este escriba desde hacer largos
años.
No hay política exterior, ésta se basa en coyunturas a las que siempre
llegamos a placé, en castellano, en segunda o tercera opción. Jamás
adelantamos grandes lineamientos o sensatas avenidas de cómo discurrir
como bloque sudamericano o latinoamericano. Luego de la fanfarria de
condecoraciones idiotas que se hacen de fórmula entre nuestros países,
no hay nada.
Como a los forajidos tramposos de Eduardo Ponce, Alfonso Rivero, Jorge
Voto Bernales y Hugo Palma, cómplices, entre otros, de las "hazañas"
fujimoristas y de todos los desmadres que en Torre Tagle acontecieron,
como aquella poda gigante, no se les castiga enviándolos a pastar
ovejas a la puna, entonces, Wagner tiene que premiarlos.
Torre Tagle es una verguenza y es una cueva de ineficientes muy bien pagados.
Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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