El expediente
Prado: balance de un año
por Juan Carlos Herrera Tello; jcherrerat@yahoo.com
30-7-2015
Hace un año, se publicó una de las obras más completas de
investigación histórica en torno a la vida de un personaje controvertido como
Mariano Ignacio Prado, en cuyo paso por la historia de nuestro país abundaban
las medias verdades, la adulación, la leyenda simplona y hasta la falsificación
de documentos.La Universidad Particular San Martín de Porras publicó el texto
del congresista Víctor Andrés García Belaunde: El expediente Prado, que fue presentado
por Carmen Mc Evoy, Fernan Altuve Febres Lores, Nelson Manrique, Juan Luis
Orrego Penagos y Juan de la Puente, además de otros publicistas que han
comentado el texto favorablemente en artículos de opinión y breves ensayos. A
todo esto se suma que en un año el libro tiene una primera edición y tres
reimpresiones, y ni la piratería ha logrado que el texto original se siga adquiriendo
no obstante la diferencia económica.
¿A qué se debe que El expediente Prado sea un éxito rotundo? Muy
simple, la documentación que sustenta todo el libro es lo más valioso, siendo
un aporte a la historiografía para develar los motivos que tuvo Mariano Ignacio
Prado en desertar el cargo de Presidente del Perú y así mismo nos deja entrever
los motivos por los cuales entramos en una guerra que no era nuestra.
García Belaunde inicia su texto desentrañando el origen humilde de
Prado y descubre la fecha real de su nacimiento, así también encuentra el
testamento del padre del futuro dictador, donde solo lega deudas y una chacra
infectada por un gusano. El joven Prado era un tramitador, un representantede
ciudadanos de Huánuco, lo que lo llevó hasta la capital (nunca fue estudiante
de San Carlos y menos cursó estudios superiores) y allí, usando su cargo de
“capitán de cívicos”, logra insertarse en el ejército de Castilla donde obtiene
un grado al triunfar la revolución. Pezet lo nombra prefecto en Tacna y por su
desempeño y “lealtad” al régimen se le encomienda la Prefectura de Arequipa,
poco tiempo después se subleva contra Pezet, y elimina a sus adversarios
mientras emite vales de deuda pública que son enviados a Chile por su concuñado
Carlos von der Heyde; llegado al poder entra en guerra con España azuzado por
su amigo Domingo Santa María (quien en 1883, como presidente de Chile, nos impone
el tratado de Ancón). Prado en su primer acto realiza la Alianza con Chile y
envía nuestra escuadra al sur a defender sus costas, por eso se explica la
falta de barcos peruanos aquel 2 de mayo de 1866, tanto así que los modernos
navíos adquiridos por Pezet, el Huáscar y la Independencia, primero llegan a
Chile y prestan servicios por 2 años, permitiendo a los chilenos que conozcan
nuestras embarcaciones navegando en ellas.
Ya con una revolución en contra, realiza una de las compras más
controvertidas para proseguir la guerra con España y adquiere los inservibles
monitores Manco Cápac y Atahualpa, buques sin autonomía de navegación que se
encontraban fondeados en un puerto norteamericano. Prado realiza un contrato
sumamente oneroso con la empresa Alexander Swift en Lima y paga por aquellos
buques 2 millones cuando en realidad estaban al remate por 750 mil, y se pagó
más del 90% del importe en dinero en efectivo y con bonos peruano-chilenos.
Prado huye a Chile dejando a su familia (a la que obviamente no le sucede nada),
pero la compra ya se había realizado en su gobierno. El nuevo mandatario, trató
de impedir la compra pero desde los EEUU, José Antonio
García y García persuadió a la nueva administración que esto no se podía hacer
porque peligrarían nuestras relaciones con los EEUU. El gran negociado se había
consumado.
Una vez en Chile, Prado funda un banco y lo denomina Banco
Montenegro y Cia. y funciona en Chillán, luego adquiere tres minas de carbón
(Maquehua, Quilachanquín y Colicó) en Arauco y a este emporio le pone un
ferrocarril, con varias estaciones y un puerto especial para desembarcar el
mineral y para transportar su carbón, adquiere un vapor. También logra
concesionar para sí la isla Juan Fernández (hoy Robinson Crusoe), adquiere una
casa de verano en Viña del Mar comprada a su amigo José Francisco Vergara y
también compra una hacienda y terrenos de pastoreo ubicados en Caupolicán.
Si bien es cierto, los bienes fueron adquiridos antes del
enfrentamiento de 1879, lo deleznable es justamente lo que nuestro presidente
en ejercicio realizó durante la guerra y después de ésta. Declaradas las
hostilidades, en Chile se crea un impuesto, donde todos los chilenos y
extranjeros que vivían en el país estaban obligados a contribuir con el Estado
para afrontar la guerra. Es así que por los inmuebles, empresas, y concesiones
así como todo lo que sea un bien pasible de impuesto, se debía de pagar un
porcentaje mensual y ayudar al Estado chileno para que le haga la guerra al
Perú. Prado pagó fielmente su contribución de guerra porque después de acabada,
vendió todos sus bienes en Chile que habían elevado su valor.
Algo que resulta trascendente es que García Belaunde ubica en los
archivos del Congreso el debate de cómo se otorga el permiso a Prado para que
salga del país al frente de nuestras tropas, y que esta autorización no es la
misma que publicara en forma ambivalente el Poder Ejecutivo. La autorización de
estar al frente de las tropas caducó al momento que Prado regresó a Lima a
fines de noviembre de 1879, pasados los desastres bélicos.
García Belaunde transcribe escrituras públicas donde Prado -mientras
Lima era saqueada- adquiere terrenos para ampliar la línea de su ferrocarril en
Arauco y también su muelle en Laraquete de propiedad de la familia Cousiño, y
estos aceptan la venta con la finalidad de que el dinero sea entregado al
hospital de Lota, de los cuales los Cousiño eran benefactores; es decir Mariano
Ignacio Prado aliviaba las heridas de los chilenos que sufrían por nuestras
armas. Del mismo modo durante la ocupación chilena del Perú, Prado seguía haciendo
negocios y refinanció su deuda con varios empresarios quienes se permitieron no
cobrarle intereses por un tiempo.
Estando en Inglaterra en octubre de 1883, cuando se estaba negociando
la paz definitiva con Chile, Aurelio García y García descubre a Prado, Canevaro,
Pividal y Rosas tratando de quebrar la Peruvian Guano para hacerse de las miles
de libras esterlinas que esta empresa le debía al Perú, que dejaron de pagarse
por el conflicto, y aprovechándose de poderes ya vencidos y de representaciones
que no servían, Prado se presentaba como presidente del Perú junto a sus amigos,
para apropiarse de lo poco que le quedaba a nuestro país y que serviría de algo
para salir del desastre.
Estos vergonzosos acontecimientos se coronan cuando Prado vende
todos sus activos en Chile y se convierte en un hombre sumamente rico y lo invierte
en el Perú y sus hijos conforman una de las mayores riquezas de nuestro país.
Esta riqueza ha servido para lavar la vergüenza, para comprar conciencias o
simplemente para que algunos se callen de todo lo que Mariano Ignacio Prado
significaba. Prueba de esto, están los documentos falsificados por Luis
Humberto Delgado y que mereciera la descalificación de historiadores contemporáneos
entre ellos Percy Cayo Córdova, Armando Nieto y Jorge Paredes G.
Todo esto le ha valido a García Belaunde un comunicado publicado
en El Comercio, donde un grupo de fanáticos se reunió para descalificar al
autor de El expediente Prado donde sin base y hasta con insultos nos quieren
hacer creer que la obra mancilla a Leoncio Prado, cuando en realidad siempre es
considerado un héroe, y es un personaje tangencial para la obra. En este
asunto, García Belaunde toma como referencia lo escrito por Abelardo Gamarra
quien manifiesta que Leoncio muere tratando de dar un “¡viva el Perú!” que fue
cortado por un tiro en la cara por un chileno. Mientras que los fanáticos
escudados en asociaciones escolares y hasta militares se unen para tomar
bandera por la fuente chilena, donde pretenden pasar que Leoncio Prado murió ordenando
su muerte, en su cama con un café y dando tres golpes de cuchara. Lo que lleva
al ridículo es que quien dice esto es el historiador chileno Nicanor Molinari (que
en su texto insulta a Bolognesi), y en esas mismas páginas deja a Leoncio como
un simple delator, y nos hacen creer que le dan el tiempo de escribir una carta
de despedida a su padre biológico, cuando es sabido que Leoncio trataba de
padre al esposo de su madre. No es necesario ser perito para darnos cuenta que
la carta es falsa, si solo comparamos la firma de Leoncio con documentos oficiales.
Además de los fanáticos hay otros personajes que insultan en base
al numerario que probablemente reciben, un señor que confunde la novela con la
historia; un abogado que golpea a su madre; un periodista que sin leer el texto
amparándose en su edad, suelta insultos que demuestran que de por medio hay más
que fanatismo; una dama que usa anglicismos al más puro estilo de Un Mundo Para
Julius, y algún personaje que intenta tomar la obra de García Belaunde como si
esta fuera contra los huanuqueños: son los nuevos Luis Humberto Delgado, ya que
al parecer la defensa de Mariano Ignacio Prado siempre está asociada a personas
con conductas similares al ya fallecido historiador. También le ha valido a
García Belaunde una acusación ante la presidencia del Congreso, y que ha valido
que haya dos informes contundentes de especialistas parlamentarios, que
opinaron por el archivamiento del bodrio porque no tenía sustento alguno.
García Belaunde ha presentado un Proyecto de Ley que elimina el
título de “Prócer de la Independencia” a Prado, otorgado durante el gobierno de
su hijo Manuel, y nos parece correcto que se realice aquel acto, será como una
degradación póstuma a la que debió hacer frente cuando regresó al Perú y que si
no fuera por los gobernantes de turno que permitieron el borrón y cuenta nueva,
hoy no tendríamos en un pedestal inmerecido a este mal peruano que lucró con la
desgracia nacional. No se le puede llamar “prócer” porque cuando nació ya teníamos
varios años de libertad. Y creer que España en la guerra de 1866 quería
reconquistar al Perú, es un absurdo que no puede ser tomado en serio ni ayer ni
hoy porque si bien tenían una flota poderosa a ésta le faltaba logística.
Prado hizo la revolución para hacerse rico, adquirió naves
inservibles que le permitieron aumentar su riqueza, luego todo lo invirtió en
Chile, no le interesó la desgracia de su país, regresó con las talegas llenas
de oro, legando a sus hijos una considerable fortuna, y estos trataron en lo
posible de borrar todo aquello que culpase a su progenitor. Hoy ya conocemos la
verdad y por las entrevistas que ha realizado Víctor Andrés García Belaunde,
develará más adelante los negocios de Prado en Bolivia con lo cual cerrará el
círculo de la vergüenza de este nefasto personaje.
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