Friday, June 26, 2009

¡Peligrosa ignorancia en Cancillería!

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
26-6-2009

¡Peligrosa ignorancia en Cancillería!

Se consigna hoy en La Razón:

"Canciller recuerda a Evo que salida al mar de Bolivia por Arica
depende del Perú
http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LRPolitica10&td=26&tm=06&ta=2009

Tras remarcar que el Perú desea "cuanto antes voltear la página" de
los enfrentamientos con Bolivia, y construir una relación más
positiva, pero basadas en el respeto, el canciller José García
Belaunde, dijo que es una especulación que Bolivia pueda recuperar su
salida al océano Pacífico al norte del puerto chileno de Arica, como
aseguró tiempo atrás el presidente Evo Morales.

"Una vez que se pongan de acuerdo (Bolivia y Chile), tendrán que
consultar a Perú, y ahí opinaremos. Mientras tanto son fuertes
especulaciones, son puras especulaciones. Hasta este momento, no hay
nada concreto sobre la mesa", señaló, según el diario La Prensa.

El jefe de la diplomacia peruana dijo telefónicamente desde Lima a
medios bolivianos que un acuerdo para que Chile le restituya a Bolivia
su salida al mar debe pasar por una consulta con Perú, si el eventual
entendimiento se refiere a territorios que fueron del país incaico.

García Belaunde dijo de otro lado, que el Perú desea "cuanto antes
voltear la página" de los enfrentamientos con Bolivia, y construir una
relación más positiva, pero basadas en el respeto y teniendo en cuenta
las grandes similitudes que existen entre ambas naciones.

"Tenemos una multitud de intereses en común —consideró—, poblaciones
afines y tenemos un futuro que nos espera. Yo quisiera voltear esta
página lo más pronto posible para poder dedicarnos a construir este
futuro común que tenemos por delante. Es mi sincero deseo", dijo."

El señor que funge de titular del pliego de Relaciones Exteriores,
José García Belaunde, miente por ignorancia y lo hace premunido de la
contumacia insolente que da un cargo que le queda inmensamente grande.
No sólo es incapaz de armar una política internacional dinámica,
fortalecedora de nuestros tradicionales lazos, sino que hasta nombró a
su compadre, Allan Wagner como jefe del equipo en La Haya. ¿Qué dijo
aquél apenas llegó a la capital holandesa: que no se iba a pelear.
¿Pretenderán estos diplomáticos, fieles a la tradición claudicante de
Torre Tagle, ganar a pañuelazos o con expresiones frías, aburridas y
con declaraciones románticas?

Leamos dos testimonios que pongo a disposición de cualquier
diplomático actual en ejercicio o en retiro, voluntario o forzado,
bajo el reto expreso que refute cuanto digo (si puede) y si no fuera
así que los políticos, partidos, organizaciones mil, corrijan y boten
de una buena vez a un inepto que no está a la altura de las
responsabilidades que le demanda la historia en momentos de un
delicado conflicto limítrofe en la Corte Internacional de La Haya.

Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
9-10-2007

Se equivoca El dios cautivo

Sostiene el sociólogo chileno Sergio González Miranda, en el Capítulo
VII, Conclusiones: El vuelo de la integración, p. 151 de su
interesante libro El dios cautivo: Las Ligas Patrióticas en la
chilenización compulsiva de Tarapacá (1910-1922); Santiago, LOM
Ediciones, 2004; que: "Por parte del Perú, el agotado presidente
Augusto B. Leguía tomó las decisiones definitivas, pero ya no estaba
rodeado de los embajadores y cancilleres de años anteriores; como
ministro de Relaciones Exteriores estaba don Pedro José Rada y Gamio
(219) y de Subsecretario, don Samuel Barrenechea. La cita con ese
número, dice: "Supuestamente él y el canciller chileno Ríos Gallardo
(Conrado), fueron los creadores de la llave y el candado para Bolivia:
el artículo del Tratado de 1929 que impide ceder a una tercera nación
todo o parte de los territorios en disputa sin previa consulta al otro
país." Me temo que lo anotado es digno de categórica refutación.

El artículo 1 del Protocolo Complementario del Tratado de Lima del 3
de junio de 1929, dice a la letra:

"Los Gobiernos del Perú y de Chile no podrán, sin previo acuerdo entre
ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los
territorios que, en conformidad con el Tratado de esta misma fecha
quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán sin ese requisito,
construir, a través de ellos, nuevas líneas férreas internacionales."

En su notable trabajo, El Tratado de 1929. La otra historia, el
embajador Félix C. Calderón, autor a quien Sergio González subraya
haber leído, sostiene en su página 290: "De origen chileno e incluida
a insistencia de este país, lo que se persiguió con esa cláusula fue
frustrar cualquier eventual arreglo peruano-boliviano en detrimento de
Arica. Stricto sensu, esta limitación debió haberse aplicado solamente
a Chile, como resultado de la cesión territorial de Arica que hizo el
Perú. Lo curioso del caso es que habría sido la libre disponibilidad
del Perú sobre Tacna, sobre todo en lo que se refiere a la
construcción de una nueva vía férrea hacia La Paz, lo que habría
querido restringir Chile. Y para ello no se le ocurrió nada mejor a la
Cancillería de La Moneda que recurrir al texto del artículo sexto del
Tratado Boliviano-chileno de 10 de agosto de 1866, tal como lo
recordara Culbertson".

En efecto, se dice en el Tratado de Límites de Bolivia y Chile de esa fecha:

"Las Repúblicas contratantes se obligan a no enajenar sus derechos a
la posesión o dominio de territorio que se dividen entre sí por el
presente tratado, a favor de otro Estado, sociedad o individuo
particular. En el caso de desear alguna de ellas hacer tal
enajenación, el comprador no podrá ser sino la otra parte
contratante".

Por tanto, la fuente inequívoca y clarísima del artículo 1 del
Protocolo Complementario de junio de 1929, entre Perú y Chile, fue
¡otro tratado, esta vez entre Chile y Bolivia, con términos casi
idénticos de 1866!

Más aún. En su notable trabajo, el embajador Félix C. Calderón apunta
que durante una de las etapas de negociaciones para el Tratado de
1929: "La otra dificultad que suscitó el Departamento de Estado tuvo
que ver con la gestión reiterada que hizo el Gobierno de Bolivia, a
través de su representante en Washington, Diez de Medina, con relación
al párrafo incluido en el proyecto de memorándum original (20 de
abril), por el cual ni Chile ni el Perú podían ceder a un tercero
parte del territorio ni construir nuevas líneas férreas
internacionales. Tanto en la representación que hizo el enviado
boliviano el 26 de abril, como en el memorándum que presentara el
secretario Stimson el 4 de mayo, se subrayó que un acuerdo de esa
naturaleza constituía un bloqueo definitivo a la aspiración marítima
de Bolivia, por ser los intereses peruanos con respecto a Bolivia
contrarios a los de Chile y viceversa. Aparte de recordar la propuesta
Kellog de noviembre de 1926, Diez de Medina puntualizó que no era la
intención de su país alterar las negociaciones en curso; mas no podía
impedirse de llamar la atención de Washington en tanto promotor de un
acuerdo final entre esos dos países, de la inconveniencia e
improcedecencia de una cláusula de ese tipo (Ibid. pp. 776-793).

La oportuna gestión del Gobierno boliviano dio sus frutos de
inmediato. Ese mismo día, horas después, el Departamento de Estado
hizo saber al embajador Moore en Lima que si bien fue consistente en
su posición de no incluir a Bolivia en las negociaciones directas
peruano-chilenas, salvo que así lo hubiesen solicitado entre esos dos
países, también tenía entendido que el arreglo de la cuestión de Tacna
y Arica no podía ser inamistoso a los intereses de un tercer Estado.
Con mayor razón si ese acuerdo debía venir del Presidente de los
Estados Unidos en circunstancias que el tercer país concernido había
hecho una protesta vehemente contra una de las cláusulas del mismo.

Planteado este impasse por Moore al presidente Leguía, en la mañana
del día 27 de abril, la respuesta de éste fue inequívoca: "De ninguna
manera ni bajo ninguna condición haría el más pequeño gesto que
pudiera incomodar al presidente Hoover por quien siento la más grande
admiración. Pediré (al embajador chileno) que esa cláusula se retire
inmediatamente (Ibid. p. 780). Cosa que hizo minutos después, prevista
como estaba su reunión con Figueroa para las 12.30 horas.....Después
que el representante de Bolivia en los Estados Unidos reclamara ante
la Secretaría de Estado... el señor Stimson hizo públicamente una
declaración alentadora para Bolivia que mereció la protesta inmediata
del embajador chileno en Washington. " pp. 256-257

Es vital subrayar entonces que Perú, que no se apoderó por la fuerza
de las armas o de coacción legitimada por tratados de cualquier
índole, de territorios bolivianos en el litoral Pacífico u otro, no es
responsable de la condición actual de la república altiplánica de
Bolivia. Sostiene Sergio González en la página 135 de su obra citada,
en el capítulo VI, Tacna y Arica: El corte al nudo gordiano que:
"Tacna y Arica es otra historia. Por razones de espacio y porque
pensamos publicar la historia del conflicto peruano-chileno por Tacna
y Arica en otro libro prontamente, es que desarrollaremos los
elementos más importantes de ese conflicto asociados a la violencia de
grupos xenófobos, similares a las Ligas Patrióticas". De modo que,
estoy cierto que dándole algunas pistas de inevitable recorrido o
elusión involuntaria, tiene la chance, como propósito fundamental que
guía sus trabajos, de corregir o precisar la autoría de un texto a la
que se ha llamado de diversos modos a lo largo de esta difícil
vecindad entre Perú y Chile como tituló así el maestro Alfonso
Benavides Correa a su obra magna de 1997.

Gonzalo Bulnes, historiador chileno, afirmó que "la válvula de
seguridad de la paz con el Perú" era el mencionado artículo 1 del
Protocolo Complementario. No impugna su autoría o la atribuye al Perú.

Para el ex canciller de Arturo Alessandri, el León de Tarapacá,
Ernesto Barros Jarpa: "El Tratado de Lima, por medio del cual el
gobierno de la tiranía puso término a nuestro viejo conflicto con el
Perú es política, económica y patrióticamente considerado un desastre:
Políticamente. 1. Porque en el artículo primero del Protocolo
Complementario se entregó al criterio del Perú una posible solución de
nuestras diferencias con Bolivia al suscribir el compromiso, según el
cual, sin un acuerdo previo con el Gobierno de Lima, Chile no podrá
entrar en arreglos territoriales con la República del Altiplano". No.
577, 19-8-1931, El Diario Ilustrado (Santiago de Chile), citado por
Alfonso Benavides Correa en Una difícil vecindad, p. 168, Lima 1997.
Barros tampoco abomina de la autoría o se la otorga o endereza al
Perú, antes bien, se expresa críticamente de ésta en los términos que
vamos leyendo.

Advirtió con sabiduría el, por desgracia cuasi olvidado, hombre de
letras y política chileno, Carlos Vicuña Fuentes, en su célebre
trabajo, La libertad de opinar y el problema de Tacna y Arica, en su
p. 46, Imprenta, Litografía y Encuadernación Selecta, Santiago 1921:
"El problema de Tacna y Arica no estriba ciertamente ni en que Chile
se quede con esas provincias, ni tampoco en que las devuelva al Perú:
plantear en el terreno meramente político esta cuestión carece de
verdad, porque el problema es más alto y trascendental. Consiste él
esencialmente en que cese el entredicho de Chile y Perú, vuelva entre
ambos la amistad, nacida de la paz moral, y desaparezca el síntoma
perturbador de la armonía de nuestro continente. Consecuencia de ello
será el cambio de la política agresiva, la disminución de los
armamentos, el desarrollo del comercio y vuelta al predominio de los
conceptos morales, hoy día abandonados por la necesidad de cohonestar
nuestra política. Me parece una solución conveniente la devolución de
esas provincias al Perú, porque ésta es única manera de llegar a
aquella paz y amistad, ya que el Perú no renunciará ni por dinero ni
por la fuerza a sus sentimientos que son respetables y justos." A
buenos entendedores, pocas palabras.

Por tanto, pregunto no a los historiadores chilenos, cuya
responsabilidad es por entero suya, a veces con imprecisiones que
perturban el claro y sereno juicio de Clío, sino a quienes son
naturales del Perú: ¿qué han hecho para corregir, esclarecer,
enriquecer, los caminos del conocimiento histórico? Pretender que el
olvido, la amnesia, o el descuido, constituyan hitos o máscaras para
disimular el pasado, no es más que una monstruosidad de lesa historia.
Y que además tiene el pesado lastre culposo que habremos de señalar
quienes sí estamos atentos a la historia y su genuina fuente de hechos
favorables o desfavorables como ocurriera en 1879 y los años
subsiguientes.

Ni Perú es culpable de la mediterraneidad boliviana porque el artículo
1 del Protocolo Complementario de 1929, encuentra su precedente en
otro tratado de límites entre Chile y Bolivia, de 1866, y tampoco
tiene por qué abdicar de lo que allí se preceptúa y que es una previa
consulta para la cesión a cualquier tercera potencia de territorio en
Arica, lugar donde hay servidumbres, negativas y positivas, para el
Perú y en que hay cuestiones pendientes jamás estudiadas o sancionadas
por Congreso alguno, como la traición de 1999 y a cargo de algunos
miserables a quienes aloca la posibilidad de una gran tapadera que
oculte sus entreguismos. Y todos son conocidos con nombre y apellido.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

Lea www.voltairenet.org/es
hcmujica.blogspot.com
Skype: hmujica


Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
5-6-2007

Perú no es culpable de mediterraneidad boliviana*

Hay que apoyar a Bolivia en su legítima aspiración de salida al
Pacífico y hay que respaldarse en la historia, por tanto, el país
hermano del Altiplano tendrá que encontrar una fórmula inteligente
para, no sólo superar los alcances de su tratado con Chile de 1904 en
que cede definitivamente o renuncia a cualquier reclamación de lo que
fueron sus accesos al litoral, sino que deberá asumir que estas son
sus únicas posibilidades. Ni Perú enajenó territorios a Bolivia hacia
el mar y tampoco declinó la terrible y angustiosa circunstancia de
entrar en una guerra atroz contra la invasión chilena planeada desde
mucho antes y avituallada por la ambición del salitre a que empujaron
potencias que callaron al tronar de cañonazos y silenciaron su voz
ante el deguello y repaso que sólo bárbaros pudieron producir
entonces. Perú no es culpable de la mediterraneidad boliviana.

Reemplace, amable lector, la palabra gas en lugar de salitre y subraye
que Perú está tan desarmado y preso de pandillas como antaño y se
tendrá que la sombra siniestra de 1879 no está tan lejos ni es
imposible. Las aves de rapiña dan vueltas, los buitres otean el
horizonte y los pueblos que no aprenden las lecciones de la historia,
vuelven a cometer crasos errores. ¿Estamos, otra vez, al filo de la
navaja?

El desaparecido maestro Alfonso Benavides Correa redactó un formidable
alegato en defensa de la peruanidad histórica de Arica, territorio que
a través de desdorosas ofertas fuera prometido múltiples veces, bien
sea por la complicidad en el reparto como por la concupiscencia de
pasiones inferiores. El texto de esa argumentación salió publicada en
la opus magna de Benavides, Una difícil vecindad.

Se ha alegado, por voces ignaras, intonsas, desentendidas de cualquier
ligazón hacia la historia que en el tema binacional, estrictamente
entre Perú y Chile que nace a partir del 3 de junio de 1929, es decir
con el Tratado de Lima y su Protocolo Complementario, está el origen
de la obliteración de Bolivia y de su salida al mar. ¡Nada más falso!
Perú posee soberanía restringida sobre Arica y servidumbres
reconocidas en el pacto internacional. El historiador y brillante
diplomático peruano Félix C. Calderón, en su monumental obra, El
Tratado de 1929. La otra historia, dice: "Esta modalidad de
servidumbre se encuentra estipulada en la primera parte del artículo
primero del Protocolo Complementario que a la letra dice: "Los
Gobiernos del Perú y Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos,
ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios
que, en conformidad al tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus
respectivas soberanías…". Como puede apreciarse, ella consiste en la
autolimitación que ambos países se han impuesto respecto a la suerte
de Tacna y Arica, después de la entrada en vigor del Tratado de
1929….. De origen chileno e incluida a insistencia de este país, lo
que se persiguió con esa cláusula fue frustrar cualquier eventual
arreglo peruano-boliviano en detrimento de Arica. Stricto sensu, esta
limitación debió haberse aplicado solamente a Chile, como resultado de
la cesión territorial de Arica que hizo el Perú. Lo curioso es que
habría la libre disponibilidad del Perú sobre Tacna, sobre todo en lo
que se refiere a la construcción de una nueva vía férrea hacia La Paz,
lo que habría querido restringir Chile. Y para ello no se le ocurrió
nada mejor a la Cancillería de La Moneda que recurrir al texto del
artículo sexto del Tratado Boliviano-chileno de 10 de agosto de 1866,
tal como lo recordara Culbertson". (ob. cit., p. 290).

Leamos la entrega patriótica de Alfonso Benavides y no olvidemos a la
historia, ministerio grave, examen de conciencia, como faro iluminador
de nuestros mejores pasos en defensa irreductible y entrañable del
Perú de los Incas. (Herbert Mujica Rojas)

Arica jamás perteneció a Bolivia
por Alfonso Benavides Correa
Una difícil vecindad, Lima 1997

Los únicos puertos que Bolivia tuvo en el Pacífico fueron, en virtud
del Decreto de Bolívar del 28 de diciembre de 1825, Tocopilla, Cobija,
Mejillones y Antofagasta.

Son los que figuran en el croquis inserto en Guano, Salitre y Sangre
de Roberto Querejazu Calvo.

Por ello, infructuosamente, Antonio José de Sucre le pidió a Bolívar,
por cartas que le remitió desde Chuquisaca el 27 de enero y el 28 de
febrero de 1826, que intercediera ante el Congreso el Perú para que le
cediera Arica a Bolivia no obstante que, por carta del 2 de febrero de
1825, en clara exposición de la política bolivariana frente a las
provincias altoperuanas, el Libertador le había expresado: "Ni usted,
ni yo, ni el Congreso mismo del Perú, ni de Colombia, podemos romper y
violar la base del derecho público que tenemos reconocido en América".

Por ello –porque, según palabras de Bolívar, "los gobiernos
republicanos se fundan entre los límites de los antiguos virreinatos,
capitanías generales, o presidencias como la de Chile"- los pactos de
Federación y Límites que firmó el plenipotenciario colombiano Ignacio
Ortiz de Zevallos en Chuquisaca el 15 de noviembre de 1826 con el
ministro de RR.EE., de Bolivia Facundo Infante y el vocal de la Corte
Suprema de Justicia Manuel María Urcullu, cediéndole a Bolivia "el
puerto de Arica, y los demás comprendidos desde el grado 18 hasta el
21 y todo el territorio perteneciente a la provincia de Tacna y demás
pueblos situados al Sur de esta línea" (según aparece en el p. 160 y
siguientes, del tomo segundo de la Colección de Tratados por Ricardo
Aranda), fueron rechazados por el Consejo de Gobierno y por el
Congreso del Perú que, por haberse extralimitado Ortiz de Zevallos en
el ejercicio de las atribuciones que se le confirieron, no admitió "la
desmembración de una parte preciosa del Perú".

No es posible olvidar ni la nota de 18 de diciembre de 1826 suscrita
por José María Pando manifestándole al citado ministro
plenipotenciario del Perú en Bolivia "que no puede ocultarse que las
estipulaciones del tratado de límites son exclusivamente ventajosas
para Bolivia" y que "el gobierno no puede retrogradar en esta materia
sin faltar esencialmente a sus deberes y cargarse con una
responsabilidad muy grave"; ni que la negativa peruana a cederle Arica
a Bolivia no fue vencida ni en los días de la Confederación ni cuando,
como recuerda Mario Barros en la p. 148 de su Historia Diplomática de
Chile, el general José Ballivián, en 1847, después que el 31 de enero
de 1842 Chile declaró de propiedad de Estado todas las covaderas que
quedaban al sur del paralelo 23, dijo que "creía que el guano era
transitorio y que la verdadera política de su patria era lograr, por
medios pacíficos o violentos, la posesión de la provincia peruana de
Moquegua cuyo puerto principal –Arica- estimaba como naturalmente
boliviano".

Esta fue la razón, LA RAZON DE QUE ARICA JAMAS PERTENECIO A BOLIVIA,
por la que el Perú consideró totalmente infundada y abiertamente
inamistosa la Declaración que, con fecha 1 de agosto de 1929, hizo
circular el Ministerio de RR.EE. de Bolivia con el título de "La
reintegración marítima de Bolivia: reservas de su Cancillería al
tratado chileno-peruano sobre la soberanía de Tacna y Arica".

En tal Circular (editada en folleto en La Paz) arremetió la
Cancillería boliviana contra la cláusula primera del inseparable
Protocolo Complementario del Tratado de Paz y Amistad celebrado el 3
de junio de 1929 por las Repúblicas de Perú y Chile.

No enfiló su ataque Bolivia contra el Tratado que celebró en 1904 con
Chile, por el cual perdió toda su costa sobre el Océano Pacífico,
porque, en adición a un grave incidente con los paraguayos por la
posesión del Chaco en 1902 y a la desinteligencia con el Perú
–sometida a arbitraje- por las decisiones bolivianas que éste reputó
violatorias del statu quo establecido por el Tratado Ribeyro-Benavente
de 5 de noviembre de 1863, la Cancillería de Sucre se encontró ese año
con litigios de frontera en el territorio del Acre con Brasil y en
Santa Cruz de la Sierra con la Argentina.

Sobre el contradictorio aserto de que, como consecuencia de la guerra,
quedaron en posesión de Chile los territorios de Tacna y Arica "sin
soberanía definida" y que cuando el Perú y Chile concluyeron el
Tratado del 3 de junio de 1929 no sólo "limitaron recíprocamente sus
soberanías" y pactaron "un condominio imperfecto en ambos territorios"
sino que desapareció "el obstáculo de la indivisión y la falta de una
soberanía definitiva"; atacó Bolivia el Tratado y su Protocolo
Complementario "considerándose en todo momento parte principal en la
liquidación de la contienda" y afirmando con manifiesta inexactitud
haber abierto diversas negociaciones diplomáticas "para resolver su
soberanía marítima por Arica".

La Cancillería de La Paz, amnésica, olvidó no solamente que Bolivia no
podía invocar ningún título histórico de soberanía ni en Tacna ni en
Arica sino que olvidó igualmente: a) Que, a la nota que el 12 de
diciembre de 1921 le envió al gobierno chileno expresándole que sobre
la solución de la tenencia de Tacna y Arica existían grandes
expectativas en el Altiplano de que dicha zona le ofreciera una salida
al mar y proponiéndole una conferencia cuatripartita de Bolivia y
Chile con el Perú y EEUU., el 21 del mismo mes y año el gobierno
chileno se negó a aceptar dicha tercería boliviana manifestándole que
"todo acto de Bolivia encaminado a mezclarse en esta divergencia
entraña una intromisión ajena a los usos diplomáticos y contraria a
las buenas relaciones entre nuestros países"; b) que, cuando el
presidente de Bolivia le envió una nota el 21 de enero de 1922 al
presidente de los EEUU. de América solicitándole que presionara al
Perú y Chile para dejar oír la voz de Bolivia en las conversaciones de
Washington, Warren Harding le contestó a Bautista Saavedra que carecía
de atribuciones para concederle participación en dichas conferencias
que incidían en la búsqueda de un acuerdo exclusivamente bilateral
entre el Perú y Chile; c) que, cuando Saavedra le cursó una nota común
a las delegaciones del Perú y Chile en Washington, Carlos Aldunate
Solar respondió que no podía transmitirle a su gobierno el petitorio
boliviano por ser éste extraño a la misión que se le había confiado y,
por su parte, Melitón F. Porras sumó a su negativa a la impertinente
intromisión boliviana en el conflicto las siguientes expresivas
palabras: "Me parece un tanto injusta la afirmación de que el Tratado
de Ancón determinó la pérdida del litoral boliviano porque esto
equivale a decir que Bolivia perdió la guerra porque el Perú salió en
su defensa. Es punto generalmente sabido, por otra parte, que si el
Tratado de Ancón no hubiese existido, la suerte del litoral boliviano
no habría sido distinta de la actual".

Sólo repugnancia pueden provocar las atroces revelaciones –que
naturalmente no estigmatizan a ilustres y respetables chilenos y
bolivianos que, con verdaderos escrúpulos de conciencia, reprobaron
los desdorosos planes a que se refirieron- de Gabriel René Moreno en
Daza y las Bases Chilenas de 1879 (Ed. Universo, La Paz, 1938) y Luis
Salinas Vega en Mi Defensa (Tip. Andrés Freyre, Tacna, 1881).

En éste corren los dos siguientes documentos, sobre el tenebroso plan
de rectificación de fronteras en las costas del Pacífico que –fuera
del camino del honor y la dignidad- le diese a Bolivia territorios
peruanos más accesibles al mar desde la altiplanicie y a Chile todo el
territorio boliviano comprendido entre los paralelos 23 y 24, que le
entregó el canciller de Chile Domingo Santa María a Gabriel René
Moreno, en el entendido de que para Chile la mejor manera de asegurar
la tenencia de Tarapacá contra una futura acción reivindicatoria del
Perú era colocar a Bolivia como "país parachoque" en Tacna y Arica:

"CREDENCIAL. Santiago, 29 de mayo de 1879. Al señor Gabriel René
Moreno. Interesado el Gobierno de Chile en poner término a la guerra
que sostiene contra Bolivia, mira con placer la buena disposición de
usted para coadyuvar a la consecución de este deseo.- En consecuencia,
el Gobierno de Chile verá con satisfacción que usted se acerque al
excelentísimo presidente de Bolivia y le signifique nuestros
sentimientos a este respecto.- Mi Gobierno espera que el de Bolivia,
escuchará con benevolencia cuanto usted le exponga en este sentido, y
en conformidad con lo que usted ha expresado en nuestras conferencias
verbales.- La palabra de usted contará en su abono con sus
antecedentes personales y la presente nota.- Dando a usted mis
agradecimientos por el noble espíritu que lo anima, me ofrezco de
usted atento servidor.
Domingo Santa María.

"Bases:

1) Se reanudan las amistosas relaciones que siempre han existido entre
Chile y Bolivia y que sólo se han interrumpido desde febrero del
presente año. En consecuencia, cesa la guerra entre las dos repúblicas
y los ejércitos de ambas se considerarán en adelante como aliados en
la guerra contra el Perú.
2) En testimonio de que desaparecen, desde luego, todos los motivos de
desavenencia entre Chile y Bolivia, se declara por ésta última que
reconoce como de la exclusiva propiedad de Chile todo el territorio
comprendido entre los paralelos 23 y 24, que ha sido el que mutuamente
se han disputado.
3) Como la República de Bolivia ha menester de una parte del
territorio peruano para regularizar el suyo y proporcionarse una
comunicación fácil con el Pacífico, de que carece al presente, sin
quedar sometida a las trabas que le ha impuesto siempre el gobierno
peruano, Chile no embarazará la adquisición de esa parte de
territorio, ni se opondrá a su ocupación definitiva por parte de
Bolivia, sino que, por el contrario, le prestará la más eficaz ayuda.
4) La ayuda de Chile a Bolivia consistirá, mientras dure la guerra
actual con el Perú, en proporcionar armas, dinero y demás elementos
necesarios para la mejor organización y servicio de su ejército.
5) Vencido el Perú y llegado el momento de estipular la paz, no podrá
ella efectuarse por parte de Chile mientras que el Perú no la celebre,
igualmente con Bolivia, en cuyo caso Chile respetará todas las
concesiones territoriales que el Perú haga a Bolivia o ésta imponga a
aquél. Tampoco podrá Bolivia celebrar la paz sin la anuencia y la
intervención de Chile.
6) Celebrada la paz, Chile dejará a Bolivia todo el armamento que
estime necesario para el servicio de su ejército y para mantener en
seguridad el territorio que le haya cedido el Perú o que haya obtenido
de éste por la ocupación, sin que le haga cargo alguno por las
cantidades de dinero que haya podido facilitarse durante la guerra,
las que jamás excederán de seiscientos mil pesos.

Queda desde ahora establecido que la indemnización de guerra que el
Perú haya podido pagar a Chile habrá de garantizarse, precisamente,
atenta a la situación financiera del Perú y su informalidad en los
compromisos, con la explotación de los salitres del departamento de
Tarapacá y los guanos y demás sustancias que en el mismo puedan
encontrarse. Una convención especial arreglará este asunto. Iguales
convenciones se celebrarán sobre los demás puntos que sea necesario
esclarecer y completar".

No fue éste el único documento.

Otro fue el Memorándum que Eusebio Lillo le entregó a Mariano
Baptista, en los primeros días de diciembre de 1881, en la misión
secreta que lo llevó a Tacna y en el que en 1884 se inspiraron las
fracasadas misiones de Belisario Salinas y Eliodoro Camacho al Perú,
orientadas a convencer a los generales Cáceres e Iglesias de que
finalizaran la guerra civil en que se hallaban enfrentados y aceptasen
la modificación del Tratado de Ancón a fin de que, con compensación
pecuniaria, Tacna y Arica pasasen al dominio de Bolivia; y, en enero
del año siguiente, la misión diplomática de Aniceto Arce en Santiago,
como enviado especial del Gobierno de Bolivia presidido por Gregorio
Pacheco, para "procurar una solución definitiva en la cuestión
territorial que viene sustentando la política chilena, bajo la faz de
rectificación de fronteras" y, en desahuciada proposición como es de
verse en las Páginas Diplomáticas de Javier Vial Solar publicadas en
1900 en Santiago, celebrar "un tratado de paz y amistad que comprenda
la condición esencial del canje de territorio del departamento del
litoral boliviano por el de Tacna y Arica".

Dicho Memorándum, que según Querejazu en su ob. cit. se conserva en el
legajo de papeles del entonces ministro de RR.EE. de Bolivia Pedro
José Zilveti en la Sociedad Geográfica e Histórica de Sucre, dice así:

MEMORANDUM DE BASES PARA UN ARREGLO DE PAZ DEFINITIVO CON CHILE

"Ocupando Chile los territorios de Tacna y Arica, hallándose en
situación de ampliar esa ocupación inmediatamente y sin inconveniente
alguno hasta la quebrada de Ilo, la base de arreglo con Bolivia sería
una rectificación de fronteras que satisfaga la antigua aspiración de
la nación boliviana, de extender su dominio a esos territorios,
teniendo en Arica su puerto de salida al Pacífico".

"Si la seguridad de Bolivia exigiese mayor ocupación de territorio
hacia el norte y oriente, Chile se obligaría a operar, en unión de
fuerzas bolivianas, sobre esos territorios, estableciéndose en ellos
el dominio de Bolivia. De esta manera, Bolivia podrá navegar en aguas
propias toda la parte traficada del lago Titicaca".

"La cesión a Bolivia de los territorios de Tacna, Arica y Moquegua,
sería en compensación de la cesión que para continuar su territorio
hasta Camarones, necesita Chile del litoral boliviano que se extiende
al sur del Loa, sin que figure en la tal operación ninguna
compensación por gastos de guerra".

"Chile se obliga a dar libre tránsito, a perpetuidad, por todos sus
puertos desde Camarones hasta el grado 24, al comercio boliviano,
tanto de internación como de exportación. En los puertos bolivianos y
en los chilenos, se internarán libres de todo gravamen los productos
de uno y otro país".

"Chile se comprometería a establecer una línea férrea que, partiendo
de Iquique, Mejillones o Antofagasta, busque la altiplanicie
boliviana, para servir los intereses comerciales e industriales del
sur de Bolivia. Prestaría igualmente el apoyo de su crédito al
establecimiento de otra línea férrea que, partiendo de Arica, fuese a
servir los intereses de los departamentos bolivianos del norte".

"El tratado de paz que se celebrase ligaría de tal manera a uno y otro
país, en el presente y en el porvenir, que podrían unificarse no
solamente sus intereses comerciales e industriales, sino, también, en
lo que fuera posible, sus intereses políticos, para prestarse apoyo en
cualquier emergencia internacional".

"Como paso previo para discutir y arribar al tratado definitivo podría
estipularse entre ambos países una tregua que, en caso de no pactarse
la paz, no podría suspenderse sino después de cuatro meses de rotas
las conferencias".

"Hay otros puntos de detalle y cuestiones accesorias de un tratado de
paz que sería muy fácil resolver sin tropiezo alguno por los
plenipotenciarios debidamente autorizados por los respectivos
gobiernos".

Parece innecesario agregar: 1) que la política de Santa María respecto
a la cesión a Bolivia de los territorios de Moquegua, Tacna y Arica
fue variada radicalmente al asumir la presidencia de Chile José Manuel
Balmaceda para quien, repitiendo palabras de Querejazu en la p. 709 de
su ob. cit., "Tacna y Arica no debían servir de anzuelo destinado a
pescar una dudosa amistad boliviana sino como puntos avanzados del
territorio chileno, en los cuales se afianzase y fortificase su
soberanía, a fin de hacerlos servir de baluarte contra propósitos
revanchistas del Perú", 2) que después, en mayo de 1895, cuando
Bolivia y Chile firmaron los pactos secretos de Paz y Amistad y de
Transferencia de Territorios, el Congreso boliviano no hizo oposición
a los tratados sino al hecho que, siendo separados, Chile pudiera
conferirle validez a uno, para apoderarse del litoral boliviano, y
negársela al otro más adelante para frustrar la transferencia de Tacna
y Arica a Bolivia; 3) que el Congreso de Chile no le brindó su
aprobación al Protocolo Cano-Matta de 9 de diciembre de 1895 que, con
la aprobación del Congreso de Bolivia, aprobó en conjunto, como
estipulaciones recíprocas e integrantes las unas de las otras, los
tratados de Paz y de Transferencia de Territorios concertados en
Santiago el 18 de mayo de 1895; 4) que más adelante se ajustó el
Tratado de Paz y Amistad de 20 de octubre de 1904, con su Acta Secreta
Complementaria, poco después del abrazo en el Estrecho de Magallanes,
el 12 de febrero de 1899, entre los presidentes de Argentina Julio A.
Roca y de Chile Federico Errázuriz Echaurren así como de la estocada
de Abraham Koning al canciller Eliodoro Villazón el 13 de agosto de
1900 en que fue preciso al expresarle que, "siendo cosa sabida y
entendida que Bolivia no pretende zona ni puerto en el territorio de
su antiguo litoral", "que una salida al Pacífico que produjera una
solución de continuidad en el mismo territorio chileno es inaceptable
por su propia naturaleza" y que tampoco Chile podría ceder Tacna y
Arica a Bolivia, como se ofreció en los tratados de 1895, porque no
había podido obtener todavía dominio permanente sobre esos
territorios, "menester es declarar que Bolivia no debe contar con la
transferencia de los territorios de Tacna y Arica, aunque el
plebiscito sea favorable a Chile"; y 5) que el mismo 20 de octubre de
1904, se suscribió y protocolizó un Acta Secreta Complementaria del
Tratado que, sin ninguna promesa chilena de puerto para Bolivia, fue
redactada en los siguientes términos:

"En Santiago, a 20 días del mes de octubre de 1904, reunidos en el
Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile don Alberto Gutiérrez, y
el ministro del ramo, don Emilio Bello Codesido, con el objeto
principal de suscribir el Tratado de Paz y Amistad, concluido en esa
misma fecha, el representante de Bolivia expuso: Que, de acuerdo con
el espíritu que ha guiado a los gobiernos de Bolivia y Chile a
celebrar el referido pacto, e interpretando los propósitos de
cordialidad y de armonía manifestados por sus gobiernos en el curso de
las negociaciones que acaban de terminar, Bolivia empeñará todos sus
esfuerzos, ya sea conjunta o separadamente con Chile, para que los
territorios de Tacna y Arica se incorporen definitivamente al
territorio chileno.- Por su parte, el ministro de Relaciones
Exteriores expresó que, de acuerdo con su gobierno, consideraba que
los intereses comunes de Chile y de Bolivia establecían entre ambas
repúblicas el compromiso de unir su acción y sus esfuerzos en el
sentido de hacer definitivo el dominio de Chile en los territorios de
Tacna y Arica.- Agregó que, en reciprocidad, Chile presentaría a
Bolivia su apoyo diplomático en favor de los derechos de Bolivia sobre
el territorio que actualmente ocupa, si llegase a serle disputado por
otra nación vecina, ofreciendo su mediación, los buenos oficios u otro
recurso amistoso".

El Acta Secreta no fue sometida a la consideración del Congreso de
Bolivia. Como "un deber doloroso y sin gloria", según palabras del
presidente Ismael Montes, el Tratado sí que, al cabo de varias semanas
de ardoroso debate, con 30 votos en contra, fue aprobado por 42,
mereciendo de Daniel Sánchez Bustamante la siguiente apreciación en su
libro Bolivia, su estructura y sus derechos en el Pacífico, que vio la
luz en La Paz el año 1919: "El tratado de 1904 no fue la obra de un
negociador aislado, ni de un momento infeliz de nuestra diplomacia.
Fue el nudo en que se recogieron sucesos adversos, desengaños
repetidos, precipitaciones angustiosas, necesidades urgentes,
ilusiones muertas".
..........................
*El ex canciller Javier Arias Stella ha incurrido en un yerro de
concepto bastante inexplicable al sostener que Perú tendrá que dar el
visto bueno a lo que acuerden Chile y Bolivia con respecto a su salida
al mar. La lectura permite colegir la tremenda imprecisión del aserto
inaceptable en quien alguna vez dirigió la Cancillería. (hmr)

1 comment:

Patricio Lynch Solo de Saldivar said...

Pero si los peruanos son iguales a los indios bolivianos.... es la misma "mierda y con las mismas moscas"...

que asco...estos paises son la verguenza de la humanidad...y estos peridistas solo son revolvedores de estiercol---

Cordiales Saludos,