29-1-2008
La tragedia del 79, Alfonso Bouroncle Carreón, Lima, Studium
21 La guerra inglesa
"Chile jamás habría entrado una sola pulgada dentro de la guerra, si
no hubiera sido por el respaldo del capital inglés" agregando: "era un
completo error hablar de dicho conficto como de una guerra entre Chile
y Perú. . . es una guerra de Inglaterra contra el Perú, con Chile como
instrumento. . . Asumo la responsabilidad de esta afirmación". (46).
James G. Blaine, Secretario de Estado de los Estados Unidos en el año
1881 así se expresó en el Senado durante el mandato del presidente
James A. Garfield.
El 30 de enero de 1882, el mismo James G. Blaine, en declaraciones al
diario "The Washington Post" habló sobre las relaciones de Inglaterra
y Chile en la guerra del Pacífico, y declaró que esa república: (47).
"consiguió de Inglaterra acorazados y material de guerra. Los soldados
chilenos marcharon hacia el Perú con uniforme de tela inglesa, con
fusiles ingleses sobre sus hombros, la simpatía inglesa respaldó a
Chile en su conquista y los intereses comerciales ingleses reciben un
tremendo impulso del engrandecimiento de Chile".
Seguidamente al referirse a las transacciones que Chile buscaba en ese
entonces con Inglaterra sobre el salitre y guano peruanos, expresó:
(47)
"Banqueros ingleses proveerán el dinero, comerciantes ingleses
efectuarán los negocios, buques ingleses cargarán los productos. Más
de 800 barcos están implicados en este negocio". . . La guerra contra
el Perú ha sido hecha en pro de los mismos intereses que Clive y
Hasting tuvieron en la India".
Para mejor comprender la referencia sobre Clive y Hasting se debe
conocer que el primero fue el conquistador de la India a nombre de la
East India Company y después de dominar el país, se dedicó a
expoliarlo al máximo de sus riquezas. Hasting a nombre de la misma
Compañía, desarrolló el cultivo del opio y, a nombre de la cultura,
cristianismo y civilización, decretó el monopolio del opio y después
de generalizar su consumo en la India, donde hasta con ese producto se
pagaban los salarios de la Compañía; a cañonazos la subsidiaria,
Sociedad Jardine, Matheson y Compañía impusieron durante el siglo XIX
el libre comercio y consumo en la China a través de dos guerras para
doblegar la resistencia de ese país a consumir la droga, por eso la
referencia a esos personajes implica perfidia, engaño, abuso,
prepotencia y brutalidad.
Desde la independencia y antes también, el comercio inglés había
sustituido al español en el trato directo con las colonias. Por ese
interés económico Inglaterra dio el apoyo simbólico a la emancipación
y, cuando ésta se produjo, trató, en compromiso con Estados Unidos,
hacerse dueños del comercio continental, situación que no aprobó
Estados Unidos, pero tampoco impidió el florecimiento del comercio
británico que, como primera potencia marítima e industrial, impuso
agresivamente sus condiciones, sea para extraer o adquirir materias
primas o vender sus productos.
Cuando surgió la riqueza del guano, los comerciantes ingleses
procuraron tener el control de esa riqueza y en mucho lo consiguieron
a través de los consignatarios y bonistas, por eso se disgustaron
cuando el Perú suscribió un acuerdo con el francés Dreyfus, al perder
esa riqueza. La situación se incrementó con el salitre que estaba en
sus manos en Antofagasta, aunque Chile ponía los obreros para
explotarlo. En Tarapacá se estatizó la comercialización lo cual estuvo
en contra de sus proyectos, en cambio Chile les dio todas las
facilidades, frente a esa situación, Inglaterra decidió que Chile, por
ser quien le daba mayores ventajas fuera elegido para manejar las
riquezas y comenzaron a fraguar disculpas: como la inestabilidad del
gobierno peruano, sus frecuentes golpes militares, su seriedad en
cumplir compromisos como el no pagar la deuda, que es monopolista y,
por último, país de indios que no merecen mayor respeto. Se debe tener
presente la coincidencia de fechas. El Perú firmó el convenio el 5 de
julio de 1869, teniendo como Ministro de Hacienda a Piérola que
negoció con Dreyfus y, 1871, cuando se abren los recursos, astilleros
y arsenales ingleses al servicio de Chile. El intervalo fue el tiempo
que demandó la negociación para aniquilar al Perú.
El gobierno inglés, siguiendo las indicaciones de la City, ubicación
de banqueros, comerciantes, especuladores, quienes dictaban la
política del imperio y lo siguen haciendo, decidieron jugar a la carta
chilena al haber mostrado ese país su entero servilismo al
mercantilismo británico, sumisión de las Malvinas de 1982, cuando
Chile entregó sus bases y plena ayuda a los aviadores y barcos
ingleses para que pudieran, no sólo atacar a la Argentina, sino que
bajo la protección del territorio, realizaran labores de espionaje y
sabotaje a cambio de dos escuadrones de aviones Hawker Hunter y
bombarderos Camberra, quedando pendiente la entrega de un portaviones.
Seguramente también está el pleno apoyo a Chile, en caso de algún
conflicto de ese país.
Pinochet consideró que eran más positivo para Chile los criterios de
expansionismo geopolítico que la dignidad del pueblo chileno y el
sentido de solidaridad continental latinoamericana. La colaboración
entre Inglaterra y Chile viene desde 1851, cuando la flota inglesa,
actuando como policía del gobierno chileno, en época del presidente
Bulnes, quien preparó elecciones fraudulentas a favor del candidato
Manuel Montt, lo cual motivó la sublevación de los liberales chilenos
quienes se hicieron fuertes en Concepción y la Serena. Para combatir
dicha revolución, se dispuso el bloqueo de Coquimbo, acción naval
ejecutada por los barcos británicos en conjunción con el ejército del
general Montt. Como se produjo una nueva sublevación en Magallanes, el
nuevo presidente recurrió igualmente a la flota inglesa para doblegar
a los insurgentes.
El capitalismo británico, dueño igualmente de la prensa, desató una
campaña aleve de desprestigio al Perú, ya el 30 de mayo de 1879
editorializaba el "Times" de Londres: (48)
"En cuanto a las razones de la guerra, no hace mucho que dijimos que
estaban de parte de Chile y que los extranjeros neutrales deben
concederles sus simpatías. La querella es mercantil y mientras Chile
pelea por la libertad de comercio, el Perú ha tomado el partido de la
restricción y del monopolio".
Por su parte "The Economist" aplaudía las críticas efectuadas contra
el Perú por diferentes articulistas y en especial a las propuestas
chilenas de arreglar con los bonistas ingleses la deuda peruana del
guano. En el Anexo 11 se presentan fragmentos de un artículo del
"Standard" de Londres, traducido y reproducido por el "Mercurio" de
Santiago, y en los Anexos 12, 13, 14, 15 y 16, se aprecia la forma
parcializada, tendenciosa y tergiversada como Inglaterra presentó a su
público diferentes episodios de la guerra, pretendiendo justificar su
esbozada agresión al Perú.
Quienes avalaron a Chile ante el gobierno inglés fueron algunas
empresas o casas inglesas dedicadas al comercio del salitre
mencionándose a Guillermo Gibbs y Compañía, Melbourne Clark, Jorge
Smith, J.D. Campbell y Compañía, en especial la primera que sirvió
incluso para financiar el espionaje chileno en el Perú y no durante la
guerra sino desde años previos a ella, sea en forma directa o a través
de los consulados chilenos. Igualmente sostuvo en Londres, que a
Inglaterra le interesaba apoyar a Chile por ser el país de mayor
eficiencia en la costa del Pacífico sudamericano. Sus diplomáticos
mintieron a su público y denigraron al Perú y sus habitantes,
incluidas sus altas esferas sociales y terminaron incluso aplaudiendo
la posibilidad que Chile se anexaría al Perú como lo expresó el
almirante Lyons en 1882.
Una vez comprometida Inglaterra en la guerra contra el Perú, brindó a
Chile toda clase de ayudas, abiertas unas, encubiertas las otras. Lo
que buscó fue la seguridad de las utilidades de los inversionistas
ingleses, por eso, cuando el Perú entra en negociaciones con Turquía
para adquirir el "Tehlz-Bolend" o "Fehlz-Bolen", acorazado de
magnífica calidad y avanzadas las negociaciones a través de un
banquero griego, un marino inglés al servicio de Turquía, Hobbart
Baja, inmediatamente hizo un obsequio de más de tres mil libras de oro
al sultán y logró influenciarlo para que la operación de venta quedara
sin efecto con el pretexto de que el país no se viera privado de una
de sus mejores unidades navales.
También Inglaterra encontró la forma de canalizar su apoyo económico a
Chile, mediante algunos subterfugios, como la "Noticia Halagüeña"
tomada del Boletín de la Guerra: (49).
"UNA NOTICIA HALAGÜEÑA.
De Inglaterra se nos dice que varios jefes de casas relacionados con
Chile han hecho un fondo nada despreciable, i lo han invertido en
armas para la guerra en que se debaten los derechos i el porvenir de
Chile. Esas armas deben haber sido despachadas ya".
"Nuestros amigos de Europa nos envían, pues, los medios de vencer i de
mitigar los sacrificios que cuesta la victoria. Con ello dejan
empeñadas la gratitud nacional".
En 1880 después de producido el combate de Angamos se edita en Londres
un folleto con el informe de los marinos ingleses de la flota que
estaba en el Pacífico, constituida por el "Thetis" a cargo del capitán
P.V. Stephens y el "Turquoise" con el capitán G. Robinson y al mando
del almirante F.H. Stirling y tomando exclusivamente los informes
chilenos presentan una versión unilateral de dicho combate y
totalmente a favor del país victorioso. Censuran a la "Unión",
seguramente por no haberse hundido. Por lo menos reconocen que Grau
fue un buen marino.
La Peruvian Guano, empresa inglesa que desde 1876 explotó el
fertilizante peruano, pagando ínfima cantidad al Estado por ese
concepto, desde el momento que Chile se apoderó de Tarapacá, dejó de
pagar un centavo y, no sólo eso, sino que siguió vendiendo el guano
que tenía en depósitos en Inglaterra, aunque eran propiedad del
gobierno peruano de lo cual nunca dio cuenta y terminó abriendo
tratativas y negociaciones directas con el gobierno de Chile. Desde
ese momento la Peruvian se mostró renuente a negociar con el Perú y
por el contrario, se le declaró hostil.
En Londres se formó un Comité Central con los tenedores de bonos y
fueron presididos por M. Croyle quien delegó su representatividad en
un aventurero que estaba en Chile, Procter, a quien se aduló y endiosó
y él retribuyó con lisonjas a Chile y vituperios al Perú. Terminó
acordando que bajo el amparo de la flota chilena, podían recoger
cuanto guano desearan de las islas, con lo cual, pagarían deuda e
intereses a los bonistas, y a Chile, una libra esterlina por cada
tonelada. Exigió que si se llegaba a firmar la paz entre los países
beligerantes, Chile impondría que los tenedores de bonos peruanos
continuarían explotando el guano, debiendo ser considerados dueños
absolutos de las guaneras. Compromiso que fue sintetizado en la frase:
(50).
"Si Chile, que hoy, por el derecho de la fuerza, es poseedor de los
depósitos de guano del Perú, me permite sacar, sin consentimiento del
dueño, cuanto guano pueda, le daré una libra por cada tonelada, y del
resto confiad en mi palabra, yo pagaré a los pocos tenedores que
coadyuven al robo que perpetre Chile de las riquezas del Perú".
Chile aceptó la propuesta pero solicitó que le dieran libra y media
por tonelada. Estas propuestas fueron publicadas por el "Time" de
Londres y varios otros periódicos de Europa y América.
Al producirse la emancipación de América latina, Inglaterra realizó
todo lo posible para adueñarse de esas colonias en la medida que
pudiera lograrlo. Para asegurar las ventajas comerciales logradas, el
ministro inglés de relaciones exteriores George Canning, comenzó por
reconocer indirectamente a las nuevas repúblicas en 1823 mediante el
nombramiento de cónsules para la protección del comercio. Deseosa de
consolidar e incrementar esa situación, pero teniendo como rival a
Estados Unidos, Canning invitó al presidente de los Estados Unidos,
James Monroe, a una declaración conjunta, manifestando la oposición a
cualquier intento de intervención de la Santa Alianza en América
latina, con lo cual Inglaterra se precavía de la expansión
colonialista norteamericana en el nuevo continente. Monroe consideró
favorable la idea pero la tenaz oposición de su ministro de Estado,
John Quincy Adams, al considerar que había otro poder extracontinental
que había que detener, refiriéndose a Rusia dueña de Alaska que, había
establecido mediante un úkase, la prohibición de pesca y navegación
dentro de 100 millas de sus costas, que motivaron las protestas
angloamericanas. Esa situación pesó más en la decisión americana,
produciéndose en diciembre de 1823 la declaración de la llamada
Doctrina Monroe que, en resumen, dice que Estados Unidos tiene el
derecho de intervenir donde mejor le parezca en el íntegro de América,
pero que, frente a confrontaciones entre países del continente o
agresiones extracontinentales, que cada país se defienda como pueda.
Frente a esa política unilateral de Estados Unidos, Inglaterra se
avoca de inmediato a encontrar aliados en el continente para suscribir
o desarrollar acciones unilaterales y, el país que mejor se acomodó a
sus deseos, fue Chile.
Esa política de obsecuencia chilena determinó que en 1865, cuando la
flota española bloqueara Valparaíso, los diarios ingleses protestaran
airadamente por tal acción, manifestando que el bloqueo realizado era
como si se efectuara en un puerto británico, ya que Chile debía ser
considerada como una provincia europea o mejor aún, británica. Así fue
el colonialismo británico en Chile, sin embargo, no envió una sola
embarcación a enfrentarse a España en defensa de la república
mapochina.
Debemos tener presente que los acontecimientos mundiales fueron
dirigidos por Inglaterra a través de la presencia de sus mercaderes,
quienes procuraban mover al mayor volumen de importación de
mercaderías inglesas y exportar a la isla materias primas, con
transacciones en libras esterlinas, permitiendo incrementar el
comercio exterior. Ya en 1823 Nathan Rothschild manifestó al Selecto
Comité de la Cámara de los Comunes inglesa: (51).
"Este país en general es el banco del mundo entero; cualquier
transacción en India, en China, en Alemania, en cualquier parte del
mundo queda establecido y dirigido a través de este país".
Los ingleses habían jugado a la carta chilena, decretando la derrota
peruana, cuando sus negocios decrecieron en el Perú debido a la
nacionalización del salitre.
"The Times", el 1 de diciembre de 1862, al comentar las posibilidades
para la formación o fusión de nuevos negocios en Inglaterra, que con
las empresas que tiene en el país, que son las más (52):
"vastas y más variadas de lo que hubiera podido concebirse por el
mayor visionario e incansable de los déspotas... Uno se pregunta qué
campos de la actividad han sido dejados a individuos o asociaciones
privadas. . . Nada que pueda suministrar placer o utilidad, desde la
manufactura y venta de hielo en Liverpool al cultivo del café en los
Hill Districts en la India ha escapado de la vigencia de esta
organizada corporación".
Justamente ese conglomerado de negocios y bancos que conformaban la
City y dominaban económica e industrialmente al mundo, son los que
decidieron apoderarse del negocio del salitre peruano y boliviano. A
ellos les importaba poco la nacionalidad del propietario, sólo
buscaron el provecho utilitario.
Lo anterior está corroborado por las palabras del Ministro de
Relaciones Exteriores de Chile y, al mismo tiempo, accionista de la
Compañía Chilena de Salitre, Alejandro Fierro, quien expresó: (53).
"Es de pública notoriedad que el Perú ha edificado su sistema fiscal y
consiguientemente el económico de todo el país, sobre la base estrecha
y esterilizadora de un monopolio altamente suspicaz y opresivo. Dueño
en parte, de los dos abonos químicos que requiere para su fertilidad y
producción el suelo europeo, ha pretendido de tiempo atrás de imponer
la ley a los agricultores de aquella parte del mundo, sin tener en
cuenta que equilibrados como se hallan entre Europa y América la
producción y los consumos, aquella como manufacturera y ésta como
productora de las materias primas, necesariamente tiene que recaer
sobre la última las consecuencias de las carestía artificial que se
imponga al producto europeo, ya que está consignado y demostrado que
dentro de la ley de la solidaridad económica no hay jamas ni daños ni
beneficios parciales. . .
"Quede, pues, constancia, de que efectivamente el conflicto bélico que
el Perú ensancha tomando en él indebida participación, reviste todos
los caracteres de una gran cuestión de producción, que afecta por su
base la condición de las subsistencias en una gran parte del mundo;
cuestión en la que el Perú y Chile enarbolan banderas opuestas; la del
monopolio explotador aquel; éste el de la producción libre, regular,
armónica, que no recargue el costo del producto agrícola en Europa,
para no reagravar el precio del producto manufacturado en América".
Se aprecia la profunda defensa que el ministro chileno hace a la
economía agraria europea, como si se doliera que los europeos paguen
un poco más por el salitre o el guano. Lo que no dijo o ignoraba el
señor Alejandro Fierro era que su manifestación solo expresaba una
parte del problema y no justamente la mayor, consistente en la
industria química que recién nacía y donde los nitratos tenían enorme
importancia.
Es necesario tener presente que en esa época Inglaterra estaba en el
auge de su poderío económico e industrial, dedicados a invertir
grandes sumas en el país y sus colonias, pero igualmente fuera de
ellas cuando así les interesaba.
Explotaban grandes depósitos de oro, estaño y plomo en Australia, pero
también el estaño lo extrajeron de Malaya, España les proporciona
mercurio y hierro y, Estados Unidos fue gran proveedor de materias
primas. Cuando necesitaban algo, lo conseguían por cualquier medio,
incluso la fuerza, pero prefirieron la diplomacia disimulada, el
soborno, la mentira y el engaño.
En ese mundo industrial de creciente mercado interno y exportación,
los nitratos comenzaron a crecer en importancia al incrementar el
conocimiento de la química aplicada, que les permitió obtener acido
nítrico del salitre, el cual a su vez fue utilizado en la preparación
de explosivos, en especial el glicerol trinitrato, más conocido como
TNT, o nitroglicerina y con ella la preparación de dinamita y que
durante muchas décadas fue el más poderoso explosivo y, el control de
su producción, brindaba increíbles utilidades. Otras derivaciones
fueron los nitrobencenes o anilinas, lo cual revolucionó la industria
textil de la cual Inglaterra era el más grande productor mundial, sin
mencionar las propiedades de oxidador de metales, como base a la
preparación de lacas y es origen de los plásticos. Igualmente se
inició la industria químico farmacéutica con la serie de productos
nitrogenados, así como el inicio de los productos nitro alifáticos que
dieron lugar a los solventes.
Esa industria química inglesa tuvo como principal abastecedor, desde
fines del siglo XVIII, a los yacimientos de caliche que descubrieron y
explotaron en la India, pero dichas salitreras no fueron de mayor
cuantía y rápidamente comenzaron a agotarse, llevando a una
disminución y casi paralización de esa creciente industria, por eso,
cuando llegó la noticia que en Perú y Bo-livia habían descubierto
gigantescos depósitos, los ingleses decidieron inmediatamente hacerlos
suyos, que para eso eran los dueños del mundo y, al colocarse el Perú
en posición nacionalista en defensa de sus riquezas, fue cuando el
consejo económico de comerciantes, y banqueros decidieron la guerra y
derrota del Perú, ya que Chile se prestaba a cualquier maniobra por
dolosa que fuera.
La situación fluctuante de utilidades o pérdidas por el "Banco de
Londres, México y Sud América" a partir de 1868 fue otro elemento
decisivo para la guerra. El banco había gozado de prosperidad y
bonanza y sus accionistas en Inglaterra cobraban anualmente magníficos
dividendos, pero la política nacionalista de Balta orientada al
desarrollo nacional mediante la construcción de ferrocarriles de
penetración en especial de Lima a Huancayo y de Mollendo y Arequipa a
Cusco y Puno, determinaron cuantiosos empréstitos que se pagaban con
las riquezas del guano y el negocio del banco floreció hasta que se
firmó el contrato con Dreyfus como único agente para la venta del
guano en Europa, lo cual alteró la situación, al no ser el "Banco de
Londres, México y Sud América" el que manejó el dinero y, la remisión
de utilidades procedentes del Perú disminuyen drásticamente, obligando
a los directores del banco a buscar nuevas fuentes de ingresos y
compensasen las pérdidas de la sucursal peruana, lo cual los lleva a
la apertura de una sucursal en Iquique, 1872, y aprovechar la
creciente exportación de salitre que se embarcaba por ese puerto.
Seguidamente aperturaron otra sucursal en Valparaiso.
La revolución de los hermanos Gutiérrez y crisis fiscal originada por
la caída de precios, no sólo del guano, sino otras exportaciones
peruanas como azúcar y algodón, determinaron una recesión económica,
hasta que se llegó a la quiebra del país en 1876, y con el precio del
guano en baja cotización, lo cual produce grandes pérdidas al Banco y
las consiguientes protestas de sus accionistas y disminución de
confianza del público inglés.
Pese a mantener la sucursal de Lima abierta, sus negocios declinaron y
las operaciones se orientaron a favor de Chile, que se presentó como
el país con el cual se podrían efectuar mejores negocios, si tuvieran
el salitre en sus manos.
Un elemento de trascedencia en la derrota frente a Chile se debió a la
pérdida, por parte del gobierno peruano, de créditos y capacidad de
financiación frente a los países europeos, en especial Inglaterra, por
causa de la irracional e irresponsable política económica, hacendaria
de gobierno y diplomática que desarrollaron los diferentes gobiernos
peruanos desde el 11 de octubre de 1822, cuando se efectuó el primer
préstamo en Inglaterra por la suma de un millón doscientas mil libras
esterlinas (£1'200.000) para atender los gastos de la naciente
república y la guerra de la independencia, y desde ese desafortunado
comienzo, la deuda en una u otra forma y por uno u otro gobierno fue
incrementando y por ello hipotecando las diferentes rentas del Perú.
Se comenzó en 1822 con las rentas de la Casa de la Moneda y Aduanas en
forma preferencial y a partir del año 1842 se continuó con el guano,
después siguió el salitre, los ferrocarriles y todo aquello que
produjera alguna utilidad, pues los sucesivos gobiernos, en más o en
menos se dejaron engañar y robar o permitieron que así sucediera en
forma reiterada por los inescrupulosos agentes ingleses y franceses en
connivencia con peruanos que solo vieron las arcas fiscales como
elementos de lucro personal.
Por parte de Inglaterra, la casa Gibbs inició sus actividades como
agente peruano para la venta del guano desde el 19 de febrero de 1842
cuando se suscribió el Contrato para la venta del guano en Inglaterra
e intervinieron como contratistas Quiroz y Allier, —fueron los
primeros en suscribir un Contrato el año anterior— ademas de Puymerol
Poumarroux & Cía y Gibbs Crawley & Cia. En esa fecha, las deudas
anteriormente comprometidas fueron consolidadas en nuevos préstamos
con grandes ventajas para los prestamistas y sus agentes y total
desventaja y pérdida para el gobierno peruano.
Cuando Gibbs, frente a la inicua explotación que realizaba fue
sustituido por Thomson T. Bonar y Cia en 1861, protestó y trató de
recuperar su posición de agente y al no lograrlo, inició sus intrigas
con el gobierno de Chile para despojar al Perú y Bolivia de sus
riquezas, brindándole dinero, créditos y servicio de espionaje en sus
agencias y sucursales en territorio peruano. No sólo se orientó al
guano, sino igualmente al salitre que comenzaba a figurar como la
principal riqueza. Inglaterra que siempre defendió los intereses de
sus súbditos, sin importarle la honestidad de sus negocios, acreditó a
Chile el papel de país cumplidor de sus compromisos y por ello debía
hacerse dueño de las riquezas guaneras y salitreras, que como buenos
socios sabrían repartir la riqueza entre el león y el ratón.
Al margen de las intrigas anglo-chilenas y los Gibbs como uno de sus
agentes y testaferros, fueron los sucesivos gobiernos peruanos los que
forjaron y desencadenaron la ruina del Perú, pues con su actuar
carente de rectitud y cumplimiento de los compromisos contraídos
fueron labrando el descrédito del país ante los gobiernos y fuentes
crediticias extranjeras, en especial las anglo francesas, al haberse
perdido toda credibilidad, por los desaciertos, engaños y dualidad de
comportamiento que en forma irresponsable realizó el gobierno y sus
agentes, llegándose al momento que nadie les creía y para resarcirse
del dinero comprometido en sucesivos prestamos, ofrecieron ayuda a
Chile para que les devolviera el capital e intereses que el Perú no
podía cancelar y por el contrario, la deuda incrementaba al ser
imposible por parte del gobierno peruano poner en orden la hacienda
pública y estimular otras fuentes de riqueza y el país se
desenvolviera dentro de una ordenación fiscal que estabilizara el
gasto en armonia a los ingresos y no como venia sucediendo, que estos
sólo cubrían a no más de dos tercios de los egresos, y que en su mayor
porcentaje de más del 65o/o estaban referidos a los ingresos del
guano.
22 North el aventurero
Desde el momento que Valparaíso se convirtió en el principal puerto
exportador de salitre en 1860, los intereses anglo chilenos trataron
de lograr las mejores concesiones en territorio boliviano. En 1869
llegó a Chile John Thomas North enviado por una firma inglesa para
instalar maquinarias. Poco después se retira de la compañía y logró el
cargo de Ingeniero Jefe en el ferrocarril de Carrizal en los
yacimientos de nitrato Santa Rita. Apreciando que en los campamentos
mineros se requería de todo, en especial agua potable, se dedicó a
suministrarla, y para ello organizó una flota de barcos cisternas que
llevaran el líquido. Apoyado en el éxito, adquirió acciones en la
industria del nitrato a la par que se hizo representante de las
compañía navieras, decidiendo retirarse a Inglaterra en 1875
convertido en hombre rico.
Al comienzo de la guerra y cuando Chile capturó Tarapacá, North se
hizo presente en Iquique y, mostrando su buena fe al triunfador, le
vendió uno de sus barcos cisternas y a los otros integrantes de la
flota los colocó a su disposición. Al mismo tiempo se asoció con
Robert Harvey, quien desempeñaba el cargo de Inspector General de
Nitratos del Gobierno Peruano. Harvey inmediatamente se puso a órdenes
de Chile y conservó el cargo. El tercer socio fue John Dawson que en
varias oportunidades fue el gerente del "Banco de Londres, México y
Sud América" en Lima, así como Iquique y Valparaíso. En 1879 estaba de
gerente en Valparaíso. En esa forma North logró tener en sus manos la
magnífica información que sobre salitre y salitreras le proporcionaba
Harvey y el dinero del Banco por medio de Dawson, incluso este último,
trató que el Banco adquiriera bonos y acciones, en especial aquellas
que aún pudieran encontrarse en Lima. Como el desarrollo bélico se
presentara por demás favorable, el gobierno chileno, cumpliendo su
compromiso con el gran capital inglés y sus socios, en Santiago, el 11
de junio de 1881, por decreto reconoció la plenitud de los derechos de
los propietarios de minas, bonos y acciones. Harvey que pasó de un
gobierno a otro con el mismo cargo de Inspector General conoció
anticipadamente la intención del gobierno chileno de reconocer la
propiedad de los bonos, entonces, con sus socios, incrementaron las
compras por las cuales pagaron centavos y, al darse el decreto,
resultaron dueños de inmensas cantidades de salitreras, por lo cual,
en forma inmediata formaron diversas compañías en Londres para la
explotación conjunta de la nueva riqueza o venderles las salitreras a
precios magníficamente encarecidos, iniciándose el auge increíble de
las transacciones de salitre en la bolsa londinense.
En 1886 quedaron tres grandes empresas dueñas del salitre, las tres
organizadas por North: Compañía de Nitrato de Liverpool, Compañía de
Nitrato Colorado y la Primitiva Compañía de Nitratos. En 1888 se
hicieron dueños de la mayor parte de las acciones de la Compañía
Ferrocarrilera de Nitratos que, al ser la única, usufructuó a su
antojo el monopolio. Posteriormente fundaron el "Banco de Tarapacá y
Londres" que resultó el centro bancario en el negocio de nitratos.
Como corolario de esta situación, cuando el presidente Balmaceda trató
de nacionalizar la riqueza salitrera, como lo hizo el Perú, los
ingleses fomentaron y financiaron una revolución que lo llevó a
suicidarse en 1891.
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