Friday, January 31, 2025

¡Vendepatrias a la carta!

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

31-1-2025

 


¡Vendepatrias a la carta!

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Los hay, esos que no dudan en vender a sus patrias en contratos de estabilidad jurídica muy concesivos, los que idolatran a las potencias foráneas y los que sugieren sus planes estratégicos para que fuerzas militares extranjeras invadan sus propios países con el pretexto de que hay dictaduras.

 

Son los vendepatria a la carta. Se los escoge y encuentra en las grandes instituciones financieras, en los ministerios en que compiten quienes más concurren a las fiestitas en las embajadas y prefieren el gran garrote en lugar de pelearla en su cuna de origen.

 

Hay millones de venezolanos que marchan multitudinariamente en decenas de países allende y aquende las fronteras peruanas. Eso está muy interesante. Una sola pregunta: ¿no es en Caracas donde está la sede del gobierno en Miraflores y desde donde manda Maduro? Sus marchitas, cantos y fiestas bien pagadas, no derrocarán al chavista por email, whatsapp o facebook.

 

Afirmo que el señor Edmundo González Guaido II y Corina Machado, no representan a la totalidad del pueblo venezolano. ¿De dónde sale el dinero que paga sus giras y viajes, hoteles, recepciones, propaganda impresa y televisada?

 

Pretender, como he escuchado a varios lunáticos que sean comandos militares extranjeros los que lideren una supuesta invasión armada en Venezuela, es una traición patética.

 

Cuando los días agónicos del régimen ruso con Kerensky 1917, Lenin regresó a Petrogrado por Finlandia en un tren sellado. En su tierra y con su gente, logró desencadenar la revolución de octubre. Y esto es historia.

 

La invasión de Bahía de Cochinos en Cuba -1961- que terminó en un vergonzoso fracaso alentado por el gobierno de Kennedy en la isla caribeña, por lo menos estuvo a cargo de cubanos disidentes y financiados.

 

Parecen dudosos hasta hoy los caminos empleados para desalojar a Maduro de su férreo dominio. Pero esa respuesta no la tienen tropas mercenarias ni fletadas con dólares. ¡Será, si ese es su anhelo y deseo legítimos, la voluntad de los venezolanos de llevar a cabo en sus confines, semejante tarea!

 

En Argentina se llamaba a los vendepatria, serviles orgánicos, esos monstruos concesivos, regalones de lo que no era suyo, mamarrachos burocráticos enquistados en todos los gobiernos, y así lo acuñó el brillante periodista platense cuasi olvidado, Raúl Scalabrini Ortiz.

 

A mí me gusta la combinación vendepatrias orgánicos, a aquellos que genéticamente, deshonrando a la nación y traicionando al Perú, salen a defender cual bestias enfurecidas a empresas foráneas, depredadoras, abusivas de siempre y coimeras a granel.

 

El cuentazo siempre es el mismo: “el Estado es ineficiente”, “sólo los privados tienen experiencia y respaldo financiero”, “es más rentable que lo haga la inversión extranjera” y cantinelas por el estilo.

 

Entonces hay que desacreditar al Estado y a sus obras como es el caso de la Refinería de Talara.

 

No es un acápite aislado. ¡De ninguna manera!

 

Los siervos, vendepatrias orgánicos, no dudan en alquilar la muelle conciencia de comunicadores que defienden a capa y espada, según lo que les paguen y con tarifas internacionales.

 

Verbi gracia.

 

El Perú en manos de los vendepatrias corre el peligro, como en los años 90 de Kenya Fujimori, de ser presa de reparto masivo en concesiones. ¡No importa que la nación pierda presencia y afirmación! ¡Lo único que interesa a estos miserables, es la venta de activos y las coimisiones que traen consigo! ¡Gratis, no es!

 

La historia, madre y maestra, siempre trae lecciones. A pesar de los cánticos de los nuevos teóricos que sostienen que el imperialismo ya no existe y que son quimeras antiguas, Mr. Trump, desde su mensaje inicial, se ha encargado de enmendarles la plana al 100%.

 

Perú es un tabladillo de box en que dos superpotencias, China y Estados Unidos, miden fuerzas e ingenio. Para la comisión de sus trampas y trucos, requieren de empleados serviles, incapaces de sentir a la Patria y hábiles en venderse en dólares, euros y con depósitos cifrados en paraísos fiscales.

 

El vendepatria orgánico actúa con todo el descaro que una prensa miserable otorga pero no de una manera gratuita sino muy bien remunerada.

 

En Perú vivimos en un estado de hipocresía permanente. Al imbécil, llamamos analista; y al repetidor y copión, politólogo.

 

Al juecesito marrullero, le nominamos jurista aunque todo nos indique de su nepotismo, de su mediocridad insuperable y de su vanidad infinita y sus fallos siempre son controversiales.

 

En otra oportunidad recordaremos a un señoritingo que fuera ministro de Relaciones Exteriores y condecoraba a Soledad Alvear cuando en Chile (2002) ¡pulverizaban a Aerocontinente, vía mañas de diverso calibre!

 

Y entonces cuando se llama vendepatria orgánica a una ministra o a un ministro, por la razón de sus actos públicos, todos traidores, hay voces invocando “cordura”.

 

 

 

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