Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
30-1-2025
¡Hora de los líderes!
https://senaldealerta.pe/hora-de-los-lideres/
El desmadre gigantesco que padece Perú hace agua por todos
los sectores, industrias, poderes, dinámicas. Por dónde se mire, el
atolondramiento es notorio y a nadie pareciera conmover este zafarrancho
informe y descastado.
¡Es la hora de los líderes, hombres y mujeres, en sus
respectivos nichos sociales para impulsar una conducta decente, un orden
elemental y la comprensión más simple que el país requiere de todos. Pero con
acentuado entendimiento que los beneficios tienen que ser para las mayorías ciudadanas,
desde siempre postergadas.
¡Precisamente, el añejo cartabón peruano, ha privilegiado
siempre a las minorías, a los grupos egoístas y racistas y no ha entendido que
una nación obedece con disciplina a un colectivo unido y con un plan del cual
no puede desviarse en por lo menos, ¡50 años!
¿Qué diferencia al líder del adláter o seguidor común y corriente?
Tengo la viva impresión que el adalid siempre sonríe, piensa y mira al
horizonte.
Hacer y organizar son columnas de su pensamiento y, sobre
todo, es un ser ético que NO roba dinero
o bienes ajenos y que tampoco estafa la fe del pueblo.
Los grandes capitanes del pueblo, en el ámbito en que se
desempeñen como dirigentes o gerentes, carecen del "derecho" al
pesimismo.
Delincuentes en la cosa pública, por generaciones, han forjado
un Estado servil para con el mandato de los poderosos y obsecuente con quienes
pagan sus impuestos para mantenerlo.
La gran contradicción es mostrada como "normal"
por los miedos de comunicación que embrutecen al lector, televidente u oyente
vía los ríos de sangre que propagan durante las 24 horas del día y así en el
decurso de meses y años.
Para hacer política
no es necesario robar, transitar por los derroteros culposos de la coima ni
el conchabo que edifica asociaciones ilícitas para esquilmar al Estado.
Debe recordarse que aquél es una convención ciudadana, una
herramienta para cualquier gobierno y que su definición torna fundamental para
saber qué clase de Estado o Estado de qué clase queremos.
¿Es posible ser honrado en la cosa pública en Perú? Una
simple revisión de las principales entidades estatales nos daría un dictamen
abominable.
Encontrar funcionarios honestos es casi una aventura porque
o roban o dejan robar o se hacen de la vista gorda ante saqueos que malgastan
el dinero del pueblo.
Más fácil -dicen- es dejar las cosas como están porque ganan
"alguito" y "nadie" dice o protesta nada. En buena cuenta,
ser ratero o ladrón sí es rentable, en cambio ser ético, es contraproducente.
El liderazgo auténtico requiere el mantenimiento perenne de
conductas éticas tanto en la cosa pública, como partidaria o empresarial.
La sonrisa, el optimismo constructor, el entusiasmo
edificante que amalgame voluntades que griten al unísono por la conquista de
sus ideales, una tarea imprescindible y a la que no pueden renunciar quienes
deben estar a la cabeza y en la primera fila de la responsabilidad en la marcha
por las calles, en el micrófono de la tribuna parlamentaria o en el Ejecutivo
en Palacio.
Los traficantes de influencias, esos que aspiran a repetir
la diputación o la senaduría, bajo el pretexto que tienen “experiencia”, son
aves de paso y, por lo mismo, robarán todo a su paso porque el tiempo “se les
va”.
¡Vivir del Estado con sus sueldos en fecha fija, protocolos
adulones, comidas y almuerzos, viajes al por mayor disfrazados de tareas del
cargo, son moneda común en los últimos 204 años!
¡Hay que dar vida al Estado y que cumpla con sus tareas
básicas de salud, educación y trabajo! En los ministerios, todos, una banderola
debiera anunciar a todo aquel que llegue ante sus puertas: ¡Aquí NO se roba al
ciudadano!
El hombre y la mujer que llega a la función pública debe
poner a disposición, los años del cargo, sus cuentas bancarias en Perú y en el
extranjero. Si ganan X y gastan como x3, algo raro pasa y no auditar o
reinventar los juicios de residencia, una complicidad inaceptable con quienes
sólo deben servir al país.
El 95% de la costra “dirigente” está constreñida a su
indiscutible mediocridad e ignorancia. Es allí que tiene que apuntar, exigiendo
eficiencia y honradez, el voto ciudadano. El viejo y repugnante lema: “tú lo
conoces vota por él” es una ofensa a la cultura cívica.
Cada uno de nosotros, en el nicho que nos toque actuar,
somos parte de la gran solución que exige el país. Mirar al costado y exhibir
indiferencia, una cobardía inaceptable.
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