Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
21-11-2004
Hablar en estúpido*
Los políticos peruanos,
con escasísimas excepciones (las hay, las hay), se destacan no por sus actos y
determinaciones, sino por hablar, con maestría inigualable, en estúpido. Con
sus comas, interjecciones, muletillas, bufidos y dramáticos quiebres de voz,
han convertido la política en una deleznable práctica de logreros, débiles
mentales y madreselvas humanas de infecta presencia cotidiana.
Si Cantinflas, el genial
cómico mexicano, discurría por el lenguaje profiriendo multitud de términos
para no decir nada y embrollar más las situaciones, nuestros políticos abundan
en “conceptos”, reiteran naderías y diagnostican con gesto grave, enarcan cejas
y al hablar en estúpido unen sus rostros –también estúpidos- y vaticinan quién
tiene o no razón.
Veamos. La interpelación
de pocos días atrás fue tan poco sólida que luego del encuentro en que Perú se
impuso a Chile, nadie se acordaba del asunto. El Apra, antaño el Partido del
Pueblo, apenas si hace gala de esta clase de acciones para no perder titulares
y que sus políticos salgan a bramar en canales y estaciones de radio. No hay un
sólo, pero ¡uno solo!, comentario de fondo. Engrilletada al vaivén personal de
Alan García, un movimiento que tuvo mártires e historia popular, hoy sólo depende
de cuánto más cerca esté el señor García de la presidencia. Y, tal como va, se
aleja día a día. ¡Qué lamentable que el caudillismo sea el elan vital de lo que
alguna vez pareció ser la esperanza popular!
Interrogado, cualquier
político, habla mucho, no se compromete, no sindica, no denuncia, sólo enuncia,
frisa la epidermis, calienta el ambiente, pero es lo suficientemente cobarde y
pusilánime como para no ser taxativo o categórico. ¡En eso está precisamente la
pobreza de sus existencias: no pelearse con nadie para estar bien con todos! ¿Y
el pueblo?: ¡qué importa el pueblo!
Pandillas periodísticas
usan como piñata todo tipo de pretextos. En cambio brindan tribuna y espacios
abundantes a quienes ayer nomás cobraban miles de dólares en las campañas de
Fujimori y sus adláteres. Hoy son los “referentes” de la prensa y asquea ver
cómo se prodigan elogios y salmodias entre sí. ¿Hay sólo un pronunciamiento
sobre los múltiples entuertos y latrocinios de uno de los dueños del Perú,
Dionisio Romero, el banquero de los banqueros?
El país se sigue regalando
en bandeja de plata, Peruvian handcraft. Los tecnócratas, esos vendepatria de
nuevo cuño, porfían por un TLC ominosamente simpático a los Estados Unidos. Los
pillos de las ONGs financiadas por las transnacionales urgen que Perú se
adhiera a la Convención
del Mar, olvidando que hay un insalvable escollo constitucional y que ya
Francisco García Calderón, había escrito en 1878, que cualquier regalo o
atentado contra el territorio de la nación, se llama: traición a la patria. Y
así, los políticos prefieren hablar en estúpido y no decir lo que debieran
porque pierden todo apoyo financiero. ¡Qué desverguenza!
Cuando en España se
empieza a discutir el apoyo gubernamental que recibe la Iglesia Católica , nuestros
políticos callan y ya ni siquiera hablan en estúpido cuando se menciona que
aquí un Concordato entre el Vaticano y el Estado peruano hace que la Iglesia Católica sea excluyente
y primordial y ni siquiera pague impuestos. ¿Cundirá el ejemplo ibérico?
¡Atentos a la historia;
las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el
gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto
infame y tácito de hablar a media voz!
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*Publicado
originalmente en la Red Voltaire el 21-11-2004 https://www.voltairenet.org/article122906.html
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