Friday, May 27, 2011

¿Respetan los medios el derecho a la información? por María del Pilar Tello

From: María del Pilar Tello <mptello2@gmail.com>
Date: 2011/5/27
Subject: VA ART DE MPT PUBLICADO TB EN MI BLOG. Elblogdemariadelpilartello.blogspot.com
To: h m <hcmujica@gmail.com>, h m herbertmujica@gmail.com



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LIBERTAD DE PRENSA Y DERECHO A LA INFORMACION

¿RESPETAN LOS MEDIOS EL DERECHO A LA INFORMACIÓN?

MARIA DEL PILAR TELLO

Tenemos un Derecho a la Información que nunca es mencionado ni
respetado por la mayoría de los medios escritos y audiovisuales. Sus
propietarios y principales voceros reaccionan airadamente ante
cualquier amenaza a la libertad de prensa, lo que está muy bien, pero
callan en siete idiomas cuando atropellan sin escrúpulos nuestro
derecho a estar al tanto de lo que sucede sin que ellos contaminen,
distorsionen u oculten la información que nos deben.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos enumera la progresión
histórica de los derechos: opinión, expresión, información. Este
último, el derecho a la información, es el de emitir, recibir y
difundir la información. La Declaración califica el acto informativo
como algo que se debe al público.

El derecho a la información es nuestra garantía fundamental de obtener
información (noticias, datos, hechos, opiniones, ideas) y de informar
y ser informado. Engloba libertades individuales (de pensamiento,
expresión e imprenta) y de carácter social (el derecho de los
lectores, oyentes o espectadores a recibir información completa,
objetiva, oportuna). Opera en dos sentidos y presupone la libertad del
emisor, que es el periodista, y la del receptor, que es el público o
sea todos nosotros.

El derecho a la información, conceptualmente hablando, es lo más
avanzado que tenemos. Más que la libertad de prensa o de expresión
pues protege a ambos polos, al emisor y al receptor, e incluye los
derechos de grupo, género o clase. Como garantía nos alcanza a todos,
incluyendo al Estado obligado a difundir con la verdad, a abstenerse
de dar información manipulada, incompleta o falsa. Sólo puede estar
limitado por los intereses nacionales y sociales y por el respeto a
los derechos de terceros.

Y es que tan importante como suceden los acontecimientos es la forma
como se transmiten. La sociedad puede y debe exigir la información
completa, oportuna y objetiva, no parcial, no retrasada o fuera de
tiempo, no plagada de medias verdades, como lamentablemente viene
sucediendo. Una segunda batalla no electoral se dando en los medios
que usan todo sus recursos para imponerse. Hasta pagar a sicarios
mediáticos que conjugan el verbo difamar en lugar del de informar.
Saben, como bien lo dice el reputado experto mundial en
comunicaciones, don Manuel Castells, que "El Poder se construye en la
mente de las personas". Y quieren construir la aceptación del poder
mafioso que quieren de retorno en la mente de todos nosotros.

El derecho a la información, la libertad de prensa y la libertad de
expresión son tres conceptos jurídicos con rasgos comunes pero no
equivalentes. El primero tiene en la verdad su fundamento esencial y
junto a la libertad de expresión es la base del Estado de Derecho y de
la Democracia por la que todos luchamos y que nos costó tanto
recuperar.
En esta campaña electoral hay medios que atienden sus propios
intereses o sus propios temores, o los que tienen quienes les pagan
para evitar la victoria de Ollanta Humala. Nos dan una sola visión y
nos transmiten cuentos y temores absurdos. Dejan ostensiblemente de
lado la imparcialidad y violentan nuestro derecho a estar informados
para tomar las mejores decisiones el 5 de junio en una contienda que
se revela histórica. No queremos que la mafia vuelva y para ello las
redes sociales y la comunicación alternativa están librando sus
propios esfuerzos al igual que la intelectualidad y los jóvenes. Somos
testigos de ello desde la docencia universitaria.

Es innegable que la mayoría de los medios ha emprendido con entusiasmo
y dedicación la demolición de Humala para prohijar el retorno del
fujimorismo que los compró en su momento. Ello está haciendo estragos
en su credibilidad pero no parece importarles. ¡Qué pena!!

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