por Herbert Mujica Rojas
16-8-2007
¡Telefónica produjo un sismo grado 10!
Si la naturaleza nos hizo recordar ayer a las 6.40 pm. y por más de
dos minutos que apenas somos casualidades mortales impotentes,
sacudiéndonos con un sismo grado 7.9 en su peor zamacón, la empresita
española Telefónica produjo otro que llegó o superó el número 10 en
cualquier escala de sinverguencería que, como todas las desfachateces
en Perú, hoy tendrá alguna "explicación" a cargo de los asalariados de
imagen.
Apenas segundos después del sismo, los teléfonos fijos y celulares
dejaron de funcionar. Pero las comunicaciones en Internet, que usan la
misma línea continuaron normalmente. Es decir, no había impedimento
alguno como que no se yuguló esa única veta en que pudimos informar de
lo acontecido en el país. ¿O será que cuando hay sismos, Telefónica
tiene un servicio automatizado, de alto nivel científico y tecnología
de punta que permite apagar los teléfonos, dejar Internet y provocar
el pánico en el resto del mundo?
Quien está fuera del país, y pareciera ser que de esos hay cientos de
miles de compatricios, captura su teléfono, celular o fijo, y llama al
terruño para saber qué ocurrió y si sus familiares están a buen
recaudo o accidentados. O, como ha sucedido, en más de una lamentable
centena de casos, fallecidos por el impromptus terráqueo. Pero no.
Decenas de comunicaciones por correo electrónico protestaban
furiosamente porque ¡no había forma de hablar con Perú! Gracias, por
supuesto al plan de inversiones modernísimo y de última generación de
los ladrones de Telefónica.
Ya que hablamos de una de las empresas con mayor prontuario generoso
de los últimos tiempos, a algún genio de la misma, se le ha ocurrido
una sola factura para tres servicios: cable, teléfono e internet. Sin
consultar con el usuario que a duras penas paga uno de esos tres, y
siempre a destiempo (soy uno de ellos), Telefónica se zurró en el
público que la sufraga y decidió ofrecer una "ventaja" que, en el
mejor de los casos, sólo ahorra papel de impresión a quienes vienen
estafando al público desde hace larguísimos años. ¿Se puede desdoblar
la obligación a honrar y cumplir de manera parcial? ¡No es ese el
espíritu! Se trata de ahogar al deudor para que pague ¡sí o sí! o ¡se
le cortan los servicios! No sólo son caras, las barbaridades
deficientes que presta Telefónica, ahora hay que asumirlas con un
dolor enorme en las alicaídas faltriqueras. ¡Y con el silencio más
abyecto de todas las instituciones!
Con ese tenor colectivista en las facturas, uno de estos días,
fusionan la compañía de electricidad con la del agua y nos zampan cada
mes, facturas conjuntas. Si no paga la luz, no tiene luz y tampoco
agua. Si no paga el agua, tampoco tiene luz y viceversa. ¿Cómo la ven?
El genio de mercadotecnia que impera en Telefónica hace ¡lo que le
viene en gana porque de lo que se trata es de esquilmar a los
usuarios! Pero ¿saben estos señores que nunca se ha cobrado una deuda,
ahorcando al deudor?
Es evidente, palmario, inconcuso, que Telefónica es una empresa
millonaria pero que aplica o usa tecnología para país bananero en
Perú. ¿Cómo se explica el corte masivo de comunicaciones telefónicas?
El presidente García ha hecho bien en demandar explicaciones. ¿Será
suficiente? Yo creo que no. Es hora de castigar, azotar y de modo
ejemplar con multas por un hecho penal como es impedir la capacidad de
comunicación que millones de peruanos pagan a esta firma ladrona. ¡Y
al contado! ¡A ver si aprenden! El problema del Perú no es económico
¡es moral! El día que veamos a parlamentarios escupidos en lugares
públicos, a ediles o alcaldes azotados por sus vecinos, ministros
echados y apostrofados en todas partes y ex presidentes en la cárcel
¡ese día, retorna el nuevo Ayacucho y la redención de este país
acostumbrado a perdonar a sus traidores, elevar al rango de prohombres
a sus estafadores y envilecido en la tara que es mantener castas
políticas podridas y hediondas!
El terremoto que provocó Telefónica superó en muchos grados al que
madre naturaleza, sin pedir explicaciones, espetó a buena parte del
Perú. ¿Y ahora qué hacemos? ¿será todo apenas discurso para la platea?
¡Res non verba!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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