por Herbert Mujica Rojas
21-8-2007
¿San Dionisio el gran concertador?
Con el entusiasmo a las derechas que caracteriza al presidente Alan
García ha enunciado la necesidad de una figura concertadora para que
dirija la gran tarea en pro de los damnificados del sismo en Ica.
Entre los candidatos (¡no se ría, amigo lector, en Perú cualquier cosa
ocurre!) está ese pro-hombre de cualidades inefables y que es un
símbolo a imitar por los empresarios del Perú: San Dionisio Romero
Seminario, el banquero de los banqueros. La versión, from the horse's
mouth, no haría sino cerrar una brecha histórica que se remonta al
primer desgobierno de García Pérez.
Los más jóvenes no guardan memoria de un suceso que salió de la
fecunda imaginación del señor García que entre 1985-1990 no llegaba
aún a los 40 años. Entonces decidió la afectación de la banca y entre
estas instituciones estaba el Banco de Crédito, fortín, base y
sacrosanto templo de San Dionisio que se resistió heroicamente, sacó a
sus empleados a la calle y hasta los hizo accionistas. Reveló, secreto
a voces, que él había repartido dinero entre todos los candidatos y
que había apostado, arriba y abajo, para garantizar la estabilidad
jurídica y la posición de dominio de su organización. La historia es
conocida, García salió por la pata de los caballos. Pero se forjó una
deuda histórica, a punto en nuestros días, de saldarse, para alegría
de unos cuantos.
¿Podría parecer inverosímil que San Dionisio sea el gran concertador
del que habla y enuncia con características maravillosas el jefe de
Estado? ¡De ninguna manera! El banquero es un déspota cabal; su
frialdad en la toma de decisiones la sufre su entorno inmediato con
mentadas de madre, dicterios y maltratos a los que se han acostumbrado
y cuyo linimento mensual se traduce en miles de dólares. Es decir, el
trueque humillación por la compra de sus conciencias, tiene una
patética realidad en este mal ejemplo. ¿No ha negociado, dando
muestras de su capacidad de concertación, San Dionisio, con todos los
gobiernos? ¿no ha comprado al peso, por viajecitos con bolsa de viaje,
a múltiples parlamentarios, ministros, jefes de gabinete, burócratas,
generales, embajadores, periodistas, sociólogos, abogados, poderes de
Estado completitos, con opíparos y registrados dólares el generoso
empresario de marras? Su capacidad de acercamiento con el hombre que
marca la diferencia la soluciona San Dionisio con su versatilidad de
hierro que no admite ni la más mínima réplica porque quien lo haga es
puesto de patitas en la calle ipso facto. Por tanto, San Dionisio es
concertador, un ejecutivo de éxito (y éste, entre los pervertidos
empresarios peruanos consiste en agachar la cabeza y aguantar de todo,
mientras que ganen a manos llenas), es decir en buen romance, tiene
las condiciones para capitanear la campaña que hoy nos ha enseñado lo
bondadosos que son los dueños de empresas en Perú.
Curioso país en que las cuitas tribales, de parroquia pequeña, de
covacha minúscula, entre personalidades, dictan la vida de 26 millones
de habitantes sin proyecto nacional, aguantadores de empresas
forajidas que, como Telefónica, yugulan apenas producido el sismo, la
comunicación total y enmudecen a la nación, y nadie puede hacer nada
porque todos los ministerios están al servicio de las transnacionales
y a favor de las concesiones y privatizaciones porque éstas traen
capital, tecnología, modernidad. Algo así como los espejitos que
mostraban los conquistadores a los regnícolas, produciendo asombro,
destello e idolatrías hasta hoy en el alma colectiva y popular. Es
decir, se habría cerrado el ciclo de aparente enemistad entre el
carismático banquero de los banqueros, San Dionisio, y el hoy
nuevamente mandatario Alan García. Los ochentas se enterrarían en los
2000, en nombre del lucro criminal y lava-rostro que se emprendería
desde las alturas, para forjar la gran concertación, el Perú de todas
las sangres (azules y dolarizadas), de las que el pueblo sólo forma
parte literaria y para el discurso, porque sigue aherrojado a un
sistema en que son pobres porque así deben serlo y otros son ricos
porque son los Mesías que la historia propone.
No extrañe pues que en las próximas horas se consagre a San Dionisio
Romero Seminario como el gran concertador que el Perú necesita. O que
cualquiera de sus esbirros haga ese papel y éste se reserve, como hoy,
como siempre, el puesto inobjetable de gran titiretero de esta
república bananera con hombres acostumbrados a estar de rodillas y a
hacer según el monto de dólares puestos a su disposición.
¡Impresionante por fétido el acervo de sorpresas de esta caja de
Pandora chola!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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