Tuesday, December 03, 2024

¿Son serios nuestros políticos?

 

Informe

Señal de Alerta-Herbert Mujica Rojas

3-12-2024

 


¿Son serios nuestros políticos?

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De cada diez políticos (así suelen llamarse) ¿cuántos son tomados en serio por la ciudadanía?¿Siquiera uno? El descrédito de que gozan esos especímenes que están en la cosa pública ¡es de escándalo!

 

Se va el 2024 con su largo rosario de frustraciones en todos los ámbitos. El régimen autoritario de doña Dina acentúa su orfandad y nada descarta que el 2025 por venir, estalle en añicos de toda índole.

 

Pero ¿quién toma en serio a nuestros políticos?

 

¿No es común ver, para cualquier fenómeno u ocurrencia que demanda una sola explicación, mil o más conjeturas, revestidas de palabras bonitas, mucha nadería y soberbia estupidez la que emiten nuestros políticos de juguete?

 

Algunos pertenecen a hoy vulgares clubes electorales, antaño partidos políticos, sin masas adherentes, con nula influencia ni siquiera en una modesta asociación escolar de padres de familia y proclaman que ganarán las elecciones del 2026. Mentir es gratis pero a la larga es muy costoso el precio social.

 

No dudan, nuestros políticos de juguete, en agenciarse cursos de gobernabilidad en el extranjero y aunque casi nunca el seso les acompañe, orondos, muestran sus diplomas que los nominan como “facilitadores, gestores, estrategas” del tan manido arte de “gobernar”.

 

Pero más allá de la voz “profunda”, los lentes que intelectualizan cerebros congénitamente idiotas, hay poco, tan solo palabras, palabras, palabras. Y, ciertamente la “gobernanza”, neologismo simplón, queda en garrulería.

 

Nuestros políticos de juguete lo son ¡precisamente! porque de cada mil términos que emiten, 998 son ejercicio hueco o habilísima destreza para confundir más, no proponer nada y ¡mucho menos! impulsar un mensaje orgánico pensando en los más y en el horizonte de cinco o siete décadas.

 

Inmediatistas, vocingleros en la forma y palurdos categorizan que la aparición en cualquier medio, radio, periódico o televisión, llena el objetivo de sus casi ciegas y torpes ambiciones. Con ese marco más bien pobre, no importa lo que emitan, el asunto es “tener presencia”.

 

En los clubes electorales viejas tortugas taimadas han desempolvado sus ternos y trajes y visitan a sus cófrades, con el objetivo que les acompañen en sus candidaturas a diputados y senadores, bajo el supuesto insólito que tendrán votación para no desaparecer, otra vez.

 

¿Por causa de qué el ciudadano nacional es tan poco exigente? No le extraña que el político sea de juguete, al contrario, se solaza en cuál de los escándalos fue de mayor estrépito o intimidad, como si ello procurara una luz de esperanza para el habitante común y corriente.

 

¡Cuánto más escabroso el intríngulis, más pita para el chisme o las famosas bolas peruanas! Aciago futuro aguarda al país que basa su camino en dimes y diretes.

 

En cambio, los miedos de comunicación han fabricado a un elector acrítico, bobo, profundamente mecanizado. Todas las mañanas los noticieros dan cuenta escrupulosa si el asesinado lo fue por ajuste de cuentas, asalto y la precisión de saber si fue el tiro a la cabeza o al pulmón, es francamente morbosa.

 

En Perú hemos tenido decenas de miles de muertos a bombazos y crímenes masivos en todas direcciones, desde el terrorismo dinamitero hasta el Estado nocturnino y alevoso que cohonestó matanzas en nombre de la “democracia”.

 

Hay una conclusión irrebatible: el peruano de hoy, es genio y figura, diseñado por los miedos de comunicación. No extraña, por tanto, que estos mismos miedos, no sean criticados ni emplazados porque, además, están concentrados en una o dos manos propietarias.

 

Es muy fácil conocer a los políticos de juguete. Hablan con una intelectualidad de que carecen y para eso vomitan por donde pasan, términos que suenan bien y a difícil: gobernabilidad, generación de mercados, sociedad civil, la defensa de la democracia, etc.

 

Usan anteojos (por imagen) y pronuncian citas de libros que no entienden pero que abundan en sus “conferencias” y tratados que las más de las veces son compilaciones de sus intentendibles “artículos periodísticos”.

 

Alquilan trebejos de prensa con desayunos, almuerzos y comidas y son los que suelen alimentar desde la efímera coyuntura del gobierno o posición de dominio con propinas a malos elementos que los dejan apenas pierden la pitanza.

 

Hace largas décadas que Perú carece de políticos de fuste, con vocación de futuro y capacidad de renuncia al yo personal para abundar y discurrir en el yo colectivo. Si se los convoca a trabajar en equipo declinan porque sus egos son elefantiásicos.

 

No es en definitiva, un panorama alentador. Pero tampoco es una meta invencible. Depende de cuanta convicción pongamos en el tema para erradicarlo a favor de las grandes mayorías.

 

Y los políticos más jóvenes deberían darse cuenta que imitar los vicios veteranos sólo produce monumentos grotescos y ¡olvidables!

 

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