Informe
Señal de Alerta-Herbert
Mujica Rojas
22-10-2023
Nuestros gorilas politicantes
https://senaldealerta.pe/nuestros-gorilas-politicantes/
Individuos hay en nuestros lares a quienes gusta de
presentarse como “políticos”. Como dicha disciplina en Perú equivale a ser
traficante de influencias, débil mental con oratoria recurrente o, en el peor
de los casos, imitadores de cuarta o quinta categoría de poses y frases, el
asunto pinta feo en lo estético y en lo esencial de cualquier planteamiento.
Un venero rico, retorcido y feraz en la producción antedicha
de esa clase de personajes, lo es, qué duda cabe, el Congreso. El actual, desde
muy lejos, destaca a la inversa con sus mochasueldos, turistas de cinco
continentes, plenos en juicios penales y civiles y bocatanes que derraman
lisura desde el puente a la curul.
Si se mira a la diestra sólo se encuentra a golpistas
ignaros y tozudos, incapaces para comprender que el fino tejido social no es un
úcase o diktat que nace de los caprichos de mandones inmorales.
Voltear a la siniestra y los hallazgos no pueden ser más
desconsoladores: improvisación a mares; ineptitud absoluta para diferenciar la
algarada universitaria con los grandes temas de la agenda nacional; miopía
ideológica cuanto que anacrónica también ineficaz para los durísimos retos de
la hora presente.
Perú naufraga, y no parece existir mano, gobierno o
administración, embebida y convicta de su misión gobernante.
Una deplorable constante revela el desinterés, falta de
perspicacia o tesón, de los hombres y mujeres públicos para enterarse del
detalle de qué y por qué ocurre, sobre el mundo y sus escenarios
multilaterales. Suicidio colectivo de nuestros gorilas politicantes.
El Congreso es una colección de personajes huérfanos de
cultura, rudimentos elementales en la construcción política y básicamente
chismosos a quienes seduce la declaración vaga, la expresión ilógica y la
sentencia “categórica” que endereza a sus contrincantes. Resultado: pocas veces
un Parlamento ha sido tan repudiado por su escasa calidad.
¿Qué podemos decir de los clubes electorales, mal llamados
“partidos políticos”? Son proveedores de vagos y ganapanes dispuestos a
expoliar la caja fiscal en cuanta oportunidad se les presente.
Ilustres ignaros, fuera del recinto legislativo, municipal o
regional, resultaron dueños de bienes inmuebles, vehículos, viajes, honores que
no merecían y distinciones hechizas que se fabrican en nuestras sociedades para
llamar el genéticamente idiota como estratega, internacionalista, hombre probo,
ciudadano ilustre.
El dramatismo de la hora presente no debe ser exagerado.
Pero tampoco minimizado. En cualquier momento los yerros pueden conducirnos a
un quiebre vía vacancia, golpe o tormenta avisada que zarandea literalmente al
Perú todos los días, sin excepción.
Lo precedente obliga a preguntar si los cuadros de recambio
para este u otro gobierno, están listos para asumir con ciencia y conciencia,
ideas valientes y realistas, los duros compromisos de guiar el timón del país.
¿Hablan nuestras gavillas electoreras del asunto minero y su
explotación racional, con cautela del medio ambiente? ¿Discurren acaso sobre la
reforma tributaria que es necesaria y urgente aunque los privilegiados y sus
voceros chillen lo contrario? ¿Hay designio y horizonte de un país no para
cinco años sino para 50 ó 100?
¿Qué hay de nuestra soberanía marítima o aérea, empeñada por
gobiernos irresponsables que aprovecharon la falta de ciencia masiva sobre
temas en que obsequiaron recursos no renovables o los cielos como desde el
2011?
La ignorancia de la ley, no inhibe de su cumplimiento. Si no
se sabe, se estudia y aprende. La contumacia no es índice de persistencia sino
de terquedad improductiva. Y por eso el dicho: ¡más terco que una mula!
¿En qué está comprometida nuestra juventud? No pocos quieren
asegurar ingresos y eso es legítimo, pero si pescan la oportunidad no les será
difícil irse a donde les paguen bien con mayores goces terrenales y materiales
para sus respectivas familias. ¿Es tan difícil crear empleo atractivo para
evitar la fuga de talentos?
Las estadísticas no mienten, aproximadamente 400 mil
peruanos, fundamentalmente jóvenes, dejaron Perú en los últimos años.
No hay buenas ni malas masas, repetía con incansable tesón
Víctor Raúl Haya de la Torre, sólo hay buenos o malos dirigentes, advertía con
voz pionera e imbatible. La multitud de gorilas politicantes que afea el
ambiente cotidiano del Perú es resultado de una degradación calculada por el
sistema pero alimentada por miedos propios y mediocridades superlativas hacia
fondos abisales.
Acaso convenga recordar como desafío, las recias palabras de
Manuel González Prada: “tomar a lo serio
cosas del Perú. Esto no es república, es mojiganga”.
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