Informe
Señal de
Alerta-Herbert Mujica Rojas
11-10-2023
Elites se dedicaron a robar
https://senaldealerta.pe/elites-se-dedicaron-a-robar/
“Las élites
políticas se centraron mucho en gobernar y no en representar. Eso marcó la
ruptura entre representantes y representados”, así afirmó la politóloga chilena
Claudia Heiss en entrevista reciente al diario La República.
Diría que la pregunta pertinente ante un aserto categórico
que no admite refutación, es: ¿alguna vez, cualquiera de las élites latinoamericanas,
hizo otra cosa que robar y vivir del producto de sus asaltos?
No poca de la producción histórica ha merecido juicios benévolos,
edulcorados, perdonadores. Si se revisan los apellidos de sus autores, se
encontrarán vínculos de sangre y eso en Perú, es patente de corso para escribir
mentiras con disfraz de verdades.
Cierto, también, que hay profesionales serios y consagrados
con rigurosidad científica, a la investigación en que aún Clío tiene muchos
misterios por informar. Y su producción es copiosa y seria, muy seria.
En el grueso tomo, La República Inconclusa, Raúl Chanamé
Orbe, 5ta edición, 2021, encuentro estas afirmaciones:
“Para los nativos, la República fue una promesa fallida, e
incluso más abusiva, pues mientras que el vireeinato centralizó la tributación,
la República descentralizó a discrecionalidad a los más abusivos caudillos
militares”. (p. 19)
“La guerra con Chile demostró la fragilidad del Estado
Republicano, que cayó merced a sus propias omisiones”. (p. 20)
“Era una República, pero había apartheid”. (p. 21)
La Colonia se apoderó, vía las encomiendas, de las mejores
tierras andinas; la República –o sus detentadores- se adueñó de Costa y Selva,
vía las concesiones, sin justiprecio o consulta previa”. (p. 21)
“Somos un país de formas, de normas, de solemnidades, donde
las instituciones republicanas han convivido con tradiciones autoritarias y
premodernas”. (p. 23)
“La República está inconclusa. Hemos tenido una República
censitaria (excluyente de la mayoría), otra República práctica (gobernada por
los patricios) y la República oligárquica (hegemonizada por la plutocracia);
todavía no hemos arribado a la República de ciudadanos, que reclaman todas las
instituciones hasta hoy incumplida. Esta República es la tarea del siglo XXI”.
(p. 24)
Fácil inferir el carácter instrumental que las minorías
–todas- otorgaron al Estado y a sus sucesivos gobiernos, de manera directa,
dictatorial o con la farsa de democracias que hemos tenido desde hace más de
200 años.
Al ser grupos minúsculos, las élites mostraban sus preseas
para los de su círculo y sus conquistas, exaccionando las riquezas y recursos
no renovables del Perú, engordaban las faltriqueras de grupúsculos
privilegiados o con cercanía al poder real.
¿Y el pueblo? Fácil recurso votante que otorgaba su voluntad
vía el sufragio pero a quien se traicionaba con velocidad descarada, una vez
instaladas las élites o sus testaferros en los goznes administrativos del
poder.
Una comprobación poco usual pero que puede verificar el
lector. ¿Qué nombres y apellidos figuran en muchas calles de las principales
ciudades del país? Un mal ejemplo, ¿no hay avenidas Piérola, Iglesias, etc.,
por citar a dos apóstatas de dudosísima lealtad al Perú en los aciagos
entresijos de la guerra que Chile planteó al Perú entre 1879-1883?
Por si acaso surge el rebuzno de algún pierolista, es bueno
recordarle que aquél se fue del Perú con visado de la fuerza de ocupación de
Lima en 1881 y luego de entrevistarse con Patricio Lynch, jefe de las tropas
entonces enemigas.
El mal ejemplo cundió desde siempre. Los llamados partidos
políticos, en realidad palurdos clubes electorales, guardaron en el desván, su
cometido educacional, académico y político, para trocar en factorías de
asaltantes del Estado y ministerios. Uno de esos, hoy en angustiosa extinción,
estuvo en el gobierno en dos oportunidades y hasta hoy no levanta las serias
dudas de falta de honradez pública.
¿No fue ese miedo deshonesto el que condujo a la
autoeliminación a un felón?
¿Qué hacen nuestros intelectuales? Viven de una gloria
efímera, sin cuestionar el sistema que les obsequia pitanzas y homenajes a
condición que produzcan naderías e insignificancias, tal cual actuaron las
élites desde siempre.
Las élites no se dedicaron sólo a gobernar por y para los
suyos, fundamentalmente se empeñaron en robarle al país y a perpetuar un
sistema abyecto por desigual que es el Perú, tal cual lo conocemos.
Que otros callen, es problema ajeno. Yo debo acusar, yo
acuso.
Denunciaba González Prada “tomar a lo serio cosas del Perú”.
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