por Herbert Mujica Rojas
1-8-2008
La estupidez es "gratuita"
por Luis Alberto Pacheco; luisitopacheco@hotmail.com
Entre 1920 y 1956, Ludwig Wittgenstein, simpatizante del Wienner Kreis
de Austria, fue desarrollando una nueva forma de hacer filosofía a
través del análisis del lenguaje. Esta labor está plasmada, sobre
todo, en sus dos más importantes textos: "Tractatus
lógico-philosophicus" e "Investigaciones Filosóficas". A este esfuerzo
se le conoce con el nombre de Filosofía Analítica.
El punto de partida de esta "nueva" filosofía es el lenguaje. Desde
los tiempos de Aristóteles se sabía que el lenguaje humano es el fiel
reflejo de los pensamientos. Por ello, matemáticamente hablando, bien
podemos decir que el lenguaje es directamente proporcional al
pensamiento. De ahí que se escriba como se habla, y se hable como se
piensa.
Gracias a Locke y los empiristas posteriores se supo que la mente del
hombre es tam quam tábula rasa, vale decir, que venimos al mundo con
mentes en blanco, las que se van llenando en el proceso mismo de la
experimentación sensorial que nos caracteriza a lo largo de nuestras
vidas. Y dado el hecho de que somos animales sociales, en el proceso
de comunicación transmitimos nuestros pensamientos para poder
socializar.
Pero, a la vez, existe un proceso inverso. El lenguaje externo ingresa
a nosotros y nos amolda a una estructura mental del lenguaje en el
cerebro. Así que también hablamos como hemos aprendido a hablar en el
medio.
Así, tenemos que existe una íntima relación entre el pensamiento y el
lenguaje, en la que existen también varios factores que influyen
ex-ante y ex-post nuestras formas de pensar y de hablar.
La generación y aprehensión de conceptos, juicios y raciocionios serán
determinados por estos factores, a los que se suman (hoy ya se sabe)
los caracteres genéticos para tales y cuales capacidades humanas, que
varían de individuo a individuo.
Jean Paul Sartre escribió en su novela "El idiota de la familia" que
una de las armas fundamentales de las clases dominantes de la
actualidad es la estupidez, la que se "distribuye" gratuitamente a
través de los procesos educativos directos (ministerios de Educación y
escuelas públicas y privadas) e indirectos (medios de comunicación de
prensa masiva). En otras palabras, se enseña a ser idiota al ciudadano
común, a través del lenguaje y a través de los demás elementos
comunicativos, castrándoles la capacidad de razonar sobre aspectos
elementales y fundamentales de la sociedad como la política. El
resultado: los idiotas de los cuales hablan. Beneficiados: los
poderosos.
Yo también me resisto a usar esos menajes tecnológicos en mis clases.
Creo, por supuesto, en la fuerza motivadora del orador que llega a la
consciencia del oyente que aprehende mejor con el raciocionio que con
la mera imagen.
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