Monday, February 18, 2008

La Breña, 1882

Historia, madre y maestra
18-2-2008

La tragedia del 79, Alfonso Bouroncle Carreón, Studium, Lima

57 La Breña, 1882

Chile conoció que cualquiera que fuere su designio, para con el Perú,
no podría materializarlo mientras Cáceres continuara luchando, por
eso, el lo de enero de 1882, a un año de haberse apoderado de Lima,
Lynch, personalmente inició la segunda campaña contra el Brujo de los
Andes, al frente de una columna de tres mil hombres, y estando libre
la ruta de Canta, por la traición y deserción del coronel Vento. Tomó
esa ruta para llegar al pueblo y de ahí, atravesar el contrafuerte
andino por Llallaqui y caer sobre Chicla, cortando la retirada a
Cáceres en caso se encontrara aún en Chosica.

El día 5 salió de Lima una segunda columna de dos mil soldados al
mando del coronel Gana y dirigieron por la quebrada del Rímac,
apreciándose el movimiento de pinzas proyectado contra el ejército de
La Breña, el cual, por información recibida de la salida chilena, se
replegó oportunamente, pues su situación no le permitía enfrentarse al
enemigo, al haber cambiado totalmente la situación, por las
deserciones y el tifus, en los últimos tres meses. Retirada que
terminó con la tragedia de Julcamarca, seguido por la batalla
fratricida de Acuchimay.

Los chilenos de Gana siguieron a distancia el retiro de Cáceres,
pareciendo que dicho coronel, no tenía apremio en darle alcance y, de
acuerdo a lo programado en el estado mayor, se encontró con las
fuerzas de Lynch en Chicla. donde se fusionaron los dos contingentes,
formándose una columna de tres mil hombres a los cuales se les dotó
del mayor poderío militar y, a órdenes de Gana, el 19 de enero partió
en busca del ejército breñero, llegando a la Oroya el 23, a órdenes de
Canto, mientras Lynch, con el resto del contingente, regresó a Lima.

El ejército del centro, después de la derrota de Panizo, en la ciudad
de Ayacucho se dedicó a su reorganización. Por la escasez de armas y
vestuario, sólo pudo contar con un efectivo de 1500 hombres y cuatro
piezas de artillería. Cáceres se encontró con la situación que no sólo
debía atender a los aspectos militares, sino, que al desaparecer el
gobierno del dictador, debió igualmente atender los aspectos
administrativos de una tercera parte del país, para lo cual creó y
organizó tres secretarías.

Cáceres se enteró que el coronel Suárez, de guarnición en Apurímac,
había avanzado hasta el puente de Pampas, dando la impresión que lo
hacía para incorporarle sus tropas, por lo cual, se le envió, desde
Izcuchaca, una invitación con ese fin, siendo declinada por Suárez,
quien manifestó que estaba en ese lugar por órdenes de Montero,
respuesta que desconcertó de inicio, viéndose poco después la
finalidad de esa situación. Cáceres ha conjeturado que Suárez estuvo
en Pampas, para impedirle cruzar el puente en caso que fuera derrotado
por Canto y éste lo persiguiera. Nuevamente surgió el increíble y
bochornoso cuadro de dos coroneles que triunfaron en Tarapacá y, por
celos o ambiciones, en este caso del contralmirante Lizardo Montero,
quien temeroso que el gran luchador le hiciera sombra con su actividad
y carisma, le arrebatara el gobierno, ya que el mismo Cáceres lo había
reconocido como presidente del Perú, en ausencia del titular García
Calderón, sino, que la simpatía popular se volcase a su favor y
exigiera a Montero que dejara la vida apacible que desde la batalla
del Alto de la Alianza y Miraflores, llevó y, actuara como soldado y
gobernante en defensa de la patria. Ese temor u otro oculto, motivaron
a Montero a que nuevamente se produjera una división en las fuerzas
peruanas para enfrentar al común enemigo, y en lugar de ello,
resultaron en bandos opuestos, resintiéndose la defensa nacional.

Nuevamente Cáceres se encontró solo, sin apoyo de sus mismos
compañeros de armas, quienes, como en el caso de Montero, jamás se
enfrentaron directamente a los chilenos, desde que Lima cayó.

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