por Herbert Mujica Rojas
9-6-2007
Caso Fujimori: disparates "noticiosos"
Aún no es extraditado, porque el juez pertinente no se ha pronunciado,
Kenya Fujimori, y el cúmulo de idioteces que se anticipan y vierten
sobre el caso es inmenso y palurdo. Los medios de prensa, presos de
una mediocridad abisal, caen en el juego (¿o lo hacen adrede porque
así conviene al entorno?) y publican boberías de calibre superlativo.
Dice el señor Ismael Vega, representante de Amnistía Internacional que
"Es una ironía y resulta ofensivo, es una bofetada para las víctimas
de las violaciones a los derechos humanos en el gobierno de Fujimori
que este personaje cumpla arresto domiciliario con todas las
comodidades del mundo". ¿Pretende la luminaria intelectual y jurídica
que habla por las expresiones de este señor que a Kenya le
engrilleten, lo flagelen y lo escupan? Aún no hay pronunciamiento o
veredicto, que así se llama, del juez competente, pero a ciertos
intereses conviene avivar el fuego y odio contra el nipón que fue
presidente del Perú.
Los miedos de comunicación consignan hoy que la señora Keiko Fujimori,
confía en que sea pasajero lo que ocurre con su padre. Sin duda que
así será. Lo más probable es que se confirme la extradición entonces
deberá volver al Perú y ser encarcelado (hábitat natural) y juzgado.
La pregunta es ¿por causa de qué se convierte un caso de tribunales en
novela de facetas, dimes y diretes de quienes tienen intereses muy por
encima de la justa indignación de quienes fueron víctimas de ese
régimen delincuencial? Sin Fujimori, tras las rejas o en el exilio
dorado, buena parte de ciertas pandillas se queda sin pretexto, sin
dólares para sus talleres y folletitos y pierden la posibilidad de
seguir jugando a partidos políticos sin grey ni votos de ninguna
especie, pero convertidos, por la fábrica mediática, en supremos
jueces intocables de la moral pública que ellos violan desde el primer
momento al emitir condenas que carecen del debido proceso.
Como si fuera necesario decirlo, el presidente García Pérez
"garantiza" un juicio imparcial a Kenya Fujimori. Sobre esto se ha
hablado poco. Y ciertamente no han dicho esta boca es mía, los
lenguaraces profesionales. ¿Por causa de qué ocurre esto? El disparate
que significa que un jefe de Estado tenga que salir a la televisión
para, según él, "garantizar" lo que de suyo debía ser claro,
inobjetable y sobre-entendido, llama la atención. ¿Entonces, es cierto
lo que afirman los fujimoristas que no hay garantías para un debido
proceso? Sí que es una ironía que los más grandes monreros de la fe
pública, que hicieron tabla rasa de todos los derechos ¡precisamente!
a través del corrupto Poder Judicial, los fujimoristas, hoy invoquen
la limpieza que ellos jamás podrían exhibir porque sus currículas son
más bien prontuarios. Pero en Perú todo es al revés, un jefe de Estado
tiene que anunciar al mundo que su país "dará" tratamiento equilibrado
a un probable extraditado. ¿No suena ridículo aquello, innecesario y
baladí, atentatorio contra la propia y genuina democracia semejante
esperpento?
Las pasiones deben dar paso a serenos llamados e invocaciones para que
la justicia, cuando sea convocada, haga lo que deba hacer. El
periodismo tiene que declinar la estulticia que caracteriza su pobreza
informativa. La inteligencia debe imponerse. Unos pobres infelices han
logrado embutir al país que son sólo los casos de injustificables
muertes las ocurridas durante el fujimorato, las causas por las que
hay que condenar al nipón. Sin embargo, nadie quiere hablar u
obliteran hacerlo, en torno a la destrucción moral del patrimonio
histórico del Perú vía concesiones y privatizaciones onerosas y
entreguistas; a través de la destrucción del yo peruano vía una
globalización salvaje entregada a tecnócratas irascibles y
vendepatrias como muchos de los que están en el gabinete del señor
Alan García. ¡De eso ni chis ni mus! ¿Porqué colegas de la prensa y
"analistas" miles, que hay debajo de cada piedra del territorio
patrio?
Un país no se construye con disparates ni con prensa mediocre y
pusilánime vendida a la publicidad que pagan –o silencian- los grandes
consorcios. En cambio, así sí es fácil destruirlo. La prueba está a
ojos vista: Perú.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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