Thursday, June 25, 2015

Con los pies en la muralla china

Con los pies en la muralla china
por Zully Pinchi Ramírez; alertasenhal@gmail.com

26-6-2015

“Exígete a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos”
 Confucio

Para cuando abrí bien los ojos, con un frío escalofriante y un sol en su esplendor, nada era suficiente, tenía a la muralla china frente a mí y era tan inmensamente infinita que sospechaba que el cielo alcanzaba un poco a ver su majestuosidad.

Poco era pensar,  ¿Qué existía detrás de tal maravilla mundial?, historias llenas de dolor, lágrimas y sufrimiento, que en ese momento, entendí, todas las antiguas civilizaciones tuvieron que pasar el mismo martirio, en algunos casos más que otros.

Años atrás había decidido realizar un paseo al pasado en un lejano y extraordinario paraje asiático también conocido como Changcheng.

Y es que la historia, no es más que un poco del universo, del mundo en sí, de nosotros mismos, del ayer que a veces encontramos sus sombras y destellos al recorrer el paso a paso, el kilómetro a kilómetro del día a día, no sólo en lo físico, también en lo emocional, el pasado a veces nos provoca amor, ternura, y otras veces nos trae el recuerdo de la desilusión y la desazón y unas locas ganas de tener un poco de chance para -alguna vez- ser valientes y cambiarla.

Aquella congelada mañana al despertar, observé detrás de las cortinas del hotel, la nieve que cubría casi todo mi panorama, con la ilusión exacerbada de poder, al menos por unos minutos, jugar sola haciendo bolas con aquella materia blanca y blanda.

Me dirigí entonces cerca del desierto de Gobi (que significa lugar sin agua), en Mongolia y la frontera con Corea del norte, a encontrarme con la intimidante muralla China.

Fue edificada y construida aquella para proteger al imperio de los manchúes y mongoles cerca del siglo V a. C. Casi un millón de hombres trabajó durante muchos años en el entonces extenso terreno triste y vacío que se ha convertido hoy en una de las siete nuevas maravillas del mundo, y que alguna vez grandes historiadores llamaron: el más grande cementerio del mundo, por las tortuosas largas horas que tuvieron que pasar cada uno de los varones como esclavos antes de morir.

Y se destruye la mística de que fue construida con huesos humanos, pues en concreto fue erigida con piedras, granito, arcilla y tierra comprimida, importante saber que el primer explorador  en poner pie en la muralla china fue el jesuita y misionero portugués Bento de Góis, quien viajó por tierra desde la India vía Afganistán cerca del año 1605.

Inspirado por la Catay del controversial Marco Polo, quiso el religioso confirmar si se trataba de un mismo lugar, puesto que años después, Catay desaparece ante los oídos de todos los hombres  del mundo y se quedó en simplemente China.

Mientras caminaba iba escribiendo en mi corazón los recuerdos de mi día en una maravilla del mundo, y las palpitacionas se hacían menos intensas, de tan sólo suspirar con el mismo aire que cientos de años atrás lo hicieron los soldados guerreros terracotas en la dinastía que para imponer su poder y autoridad, fue posteriormente la dinastía Ming que logró terminarla en toda su extensión.

En el trayecto vi no sólo un muro enorme, sino torres de vigía, fortalezas y lugares secretos, como para guardar documentos de información militar, guarniciones para armas y alimentos  no perecibles que los soldados debían tener para poder sobrevivir las largas temporadas de observación a los terrenos enemigos.

La gran muralla china brindó protección al desarrollo de la economía ya que salvaguardó la muy conocida y comercial ruta de la seda, camino que tuvo por su paso a Alejandro Magno y a Marco Polo para conquistar territorios, la ruta de la seda unió al imperio romano con el chino y logró que las damas romanas lucieran  más elegantes,vestigio de paraísos y arqueologías románticas, por aquella ruta circularon no sólo mercaderes de micro y macro lucro, también filosofías, ideas y guerras.

Con tanto éxtasis de conocimiento sólo me quedó fuerza para saciar el hambre en un peculiar restaurante típico del Chinatown.

“Sólo puede ser feliz siempre el que sepa ser feliz con todo”. Confucio





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