por Herbert Mujica Rojas
2-11-2007
¡Cuasi solos, pero más fuertes que nunca!
Tuve, días atrás, la peregrina como insólita idea de plantear un
esfuerzo de asociación de voluntades, ideas, cuanto que de recursos
tangibles e intangibles, con el revolucionario y valiente elan de
estudiar, diseccionar y denunciar a una mafia de embusteros
multidisciplinarios que se alaban entre sí, se enriquecen con la
pobreza y que ha establecido una dictadura monopolizadora de ciertos
temas que dan muchos y abundantes dólares. A nadie escapa la certeza
que una tarea hercúlea como aquella, demanda enorme inversión de
tiempo e investigación. Y tampoco, que son muy pocos los que se han
atrevido a romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
Entonces, comunicador, noticié de la decisión. Encontrando sorpresas
inesperadas y fraternas. De inmediato, varios se apuntaron con
grandilocuentes dosis de entusiasmo, aliento, buenas ideas, magnífico
humor y las consabidas advertencias de lo políticamente incorrecto que
podría resultar semejante comisión. De quienes no esperaba nada,
llegaron con su hermosa carga material y militante.
Sin embargo, y aunque esta nota no sea sino una de humor muy personal
y de confesión ante el hecho, la desidia, indiferencia, silencio
sepulcral, "prudencia" exacerbada, también dieron testimonio vívido y
hubo quienes no se dieron por enterados, ni siquiera para pronunciar
un simple como entendible no, y ahora son inexistentes o han viajado
de súbito. Es parte de la vida y símbolo triste que evidenciaría que
en Perú las empresas, las grandes fraternidades humanas, si no están
sufragadas por algún premio de lotería, entonces, son imposibles o
quimeras de soñadores profesionales. Y por tanto, irrealizables.
El facto no podía ser más desopilante. ¿Representaría esto el abandono
de la partida o la prematura muerte del trabajo que nos propusiéramos
antes como piedra de toque y reto contemporáneo a investigar, escribir
y denunciar? ¡Por supuesto que no! ¡Estamos cuasi solos pero más
fuertes que nunca!
Años atrás en La fe del carbonero, 15-7-2003, escribí, luego de una
malograda, por mano y conspiración ajena, experiencia periodística, lo
siguiente: "Con la fe del carbonero que echa el mineral para que la
máquina no pare ni dubite en su impulso dinámico, con el amor a una
causa de justicia, en la identificación con el Perú, sus tradiciones y
su gente multicolor, plurilingue, me quedo en la avalancha de los
nuevos tiempos que no son otros que los del nacionalismo continental y
desarrollo con igualdad de oportunidades."
Por tanto, a quienes se han embarcado a navegar contra viento y marea,
hay que decirles que todo sigue igual y con ratificados impulsos
anhelantes del triunfo de nuestra victoria noticiosa. Poco vale, si
importa acaso un ardite, la frialdad novísima de quienes ahora están
atacados de mudez imprevista; no interesa el desinterés calculado del
pesimista que da todo por perdido sin presentar pelea ni atreverse a
hacerlo en buena lid con clase y rutina de ganadores; es entendible
que al conservador le sea importante dejar las cosas como están porque
así vive feliz. Si feliz se puede ser cuando millones transitan por la
pobreza material y, sobre todo, espiritual, más misérrima. Sin
ambiciones, ni horizonte, ni voluntad de horadar la montaña y
construir los nuevos caminos y carreteras para el pueblo peruano. En
fin, cada quien es dueño de sus decisiones.
Esta humilde cantata de optimismo es la promesa que vence
obstinaciones, conquista porvenires, derrota negativismos. Y si hay
que morirse de algo, que sea de un ataque de fe. De fe en el Perú, de
fe en el prójimo que sí se arriesga y de fe en que los rutilantes
signos de los próximos andares serán creación heroica de los hombres y
mujeres que vibran con el fuego espectacular que construye países y
proyectos nacionales. Gracias a los intrépidos y una mirada
contemplativa para aquellos que creen que las cosas caen del cielo. O
por la gracia de algún dios dadivoso y bienhechor.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
¡Sólo el talento salvará al Perú!
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