Saturday, September 10, 2011

Los descargos de Karadima y la bomba que lanzó contra el Cardenal Errázuriz



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Date: 2011/9/10
Subject: Karadima contrataca
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Los descargos de Karadima y la bomba que lanzó contra el Cardenal Errázuriz

Por : Juan Andrés Guzmán en Actualidad y Entrevistas Publicado: 09.09.2011

http://ciperchile.cl/2011/09/09/los-descargos-de-karadima-y-la-bomba-que-lanzo-contra-el-cardenal-errazuriz/

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Fernando Karadima Fariña, uno de los sacerdotes más influyentes y respetados por le elite chilena, insistió en mayo de este año en su inocencia al ser interrogado por la ministra González. Atribuyó algunas acusaciones a la acción del demonio y a la ingratitud de decenas de sacerdotes que lo acusan, "para no agradecerme públicamente lo que yo he hecho por ellos". Aprovechó también para lanzarle una bomba al ex arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz: "Me dijo que contra él habían escrito un libro en que decían que él era un pedófilo y que pagó $500.000.000 para callar una mentira".

"Ante lo que me imputa Francisco Javier Gómez Barroilhet, en el sentido que yo hacía tocaciones en los genitales y daba besos cuneteados a los jóvenes en el comedor, que me acercaba a ellos y le metía los dedos de las manos por debajo de la pretina de los pantalones, acercando los cuerpos, hablándoles al oído y acercando los labios de manera que si no corrían la cara les daba besos en la boca, y que a Gonzalo Tocornal le habría introducido un dedo en el ombligo abriéndole la camisa entre los botones en forma prolongada, diciéndole que me gustaban los pelos de su ombligo, debo decir que todo lo que dice es falso".

La declaración la formuló el sacerdote Fernando Karadima en mayo pasado cuando fue interrogado por la ministra en visita Jessica González. El sacerdote, que permanece recluido en el convento de las Siervas de Jesús de la Caridad, luego del fallo del Vaticano que ratificó sus abusos, fue enfrentado en esa oportunidad a los testimonios de medio centenar de personas que lo recuerdan besando a jóvenes y a otros curas y obispos, o tocándoles los genitales o el trasero, o manipulando sicológicamente sus vidas e incluso montando operaciones para acabar con la reputación de otros sacerdotes.

Según diversas fuentes que han participado en la investigación, Karadima se mantuvo firme en negar todas las acusaciones llegando a atribuir algunas de ellas a la intervención del demonio, como en el caso de las imputaciones hechas por los sacerdotes Sergio Cobo y Hans Kast, los cuales pertenecieron durante años al círculo del sacerdote en El Bosque. Este último hizo fuertes cuestionamientos de los métodos de Karadima, cuando sus abusos estaban siendo investigados por el ex fiscal Xavier Armendáriz (ver reportaje: Los secretos del imperio financiero que controla el sacerdote Fernando Karadima). El ex párroco de El Bosque atribuyó las palabras de Kast, quien era hasta hace pocos meses canciller del Arzobispado de Santiago, a la envidia que habría sentido éste por no haber tenido cargos en la Acción Católica.

Francisco Gómez Barroilhet, el primer testimonio que refutó Karadima, también describió al clérigo como un hombre obsesionado con el dinero: "Una vez lo vi vaciar las bolsas de la colecta de la misa suya, que era muy concurrida y se juntaba bastante dinero, y arrojar monedas y billetes al aire, diciendo 'Y pensar que toda esta plata es mía'. Pero lo que más me desconcertaba era su actitud física, pues tenía la costumbre de dar golpecitos en la zona genital, como a la pasada. Lo vi muchas veces hacerlo, y también lo hacía conmigo. Siempre se iba a esa parte del cuerpo. También daba besos en la cara muy cerca de la boca; había que corrérsela, y a veces los besos quedaban 'cuneteados'. Incluso me daba cuenta de que algunos de los jóvenes eran como expertos en esquivar la situación, como Horacio Valenzuela, el actual obispo de Talca, que era maestro".

Karadima también negó las acusaciones del arquitecto Juan Pablo Zañartu Cerda, (Ver entrevista "Yo era un niño muy destruido y ese cura se apoderó de mí") El arquitecto contó a CIPER, que cuando él tenía 12 años, Karadima lo obligaba a confesarse sobre temas sexuales. "Él se sentaba con las piernas abiertas y tú te tenías que arrodillar entre ellas. Y la cabeza de él estaba en tu oreja. Y sentía su respiración, su voz, su aliento, su temperatura, su olor su transpiración. Claramente el tipo sentía placer cuando le contaba de mi vida sexual a los 12 años. Cuando hablo de placer, me refiero a placer sexual", describió Zañartu.

Al respecto, Karadima dijo que las acusaciones "de que cuando él tenía 12 años de edad, a diario y durante seis meses lo confesaba en el templo sólo sobre el tema sexual de la masturbación y que me sentaba, abría mis piernas y lo hacía ponerse de rodillas frente a mí, que su torso rozaba mis genitales, le hablaba al oído, sentía mi aliento y que lo manipulaba para obtener satisfacción sexual, no recuerdo haber conocido a esta persona y el hecho es totalmente falso, nunca he confesado a nadie en esa posición".

Los testimonios sobre la posición física que adoptaba Karadima para confesar a los jóvenes y su predilección –casi obsesión- por hurgar en la vida sexual de los mismos, fue descrita en detalle por el abogado Fernando Batlle, uno de sus principales acusadores; y por el sacerdote Andrés Ferrada, entre casi un medio centenar de testimonios sobre ese mismo tópico. Lo increíble es que casi todos usan las mismas palabras para describir esos episodios, los que Karadima insiste en calificar como falsos.

RELATOS DE UNA VIDA OSCURA

En su tercera declaración judicial (la primera duró cinco horas), Karadima rechazó las acusaciones del sacerdote de la Pía Unión Sacerdotal, Jorge Eduardo Merino Reed, de que le daba besos al también sacerdote Julio Sochting, uno de los curas que hasta hoy le guarda lealtad, negándose a firmar cualquier declaración de aceptación al fallo del Vaticano.

En la misma línea de rechazo tajante a cada una de las acusaciones en su contra, el sacerdote afirmó que no es efectivo que le metió la mano al interior del calzoncillo a Luis Lira Campino, quien relató cómo y cuándo lo hizo "para tocarle los genitales". Karadima calificó a Lira como "desequilibrado y artista", y negó "que le haya introducido los dedos de mis manos por debajo del pantalón para comprobar que se había rasurado el vello púbico según me lo habría manifestado en confesión".

A las acusaciones del sacerdote Javier Barros Bascuñán, miembro de la Pía Unión Sacerdotal de El Bosque, Karadima replicó: "son una infamia, un sacrilegio". Al sacerdote Eugenio de la Fuente, ex vicario de El Bosque por nueve años, lo calificó de "mentiroso" y de haberse dejado influir por otros sacerdotes. También desmintió a uno de sus sacerdotes más leales, Antonio Fuenzalida Besa, que fue parte de la directiva de la Pía Unión Sacerdotal -institución a través de la cual administraba los cuantiosos fondos de la parroquia El Bosque-, pero que ante la justicia dijo que vio a Karadima dar "piquitos" a varios jóvenes. Karadima lo refutó afirmando que sus acusaciones eran falsas y las explicó como una "pasada de cuenta" por las críticas que él le hizo cuando era su director espiritual.

También desmintió al sacerdote Andrés Ariztía De Castro, capellán de la Fundación Las Rosas. Ariztía relató a CIPER que compró un departamento en Viña del Mar (Avenida San Martín 1020, N° 126 y su respectivo estacionamiento), el que terminó destinado al usufructo vitalicio de Karadima (como lo demuestran las escrituras respectivas), tras una serie de papeles que le hicieron firmar y que no supo bien que significaban. (Ver reportaje Nuevas propiedades y testimonios urgen decisión del cardenal sobre Karadima). El ex mandamás de El Bosque explicó que Ariztía "hizo una cosa muy fea al quitarme el departamento que me había regalado para el descanso de los sacerdotes".

INTRIGA EN EL VATICANO

Una de las acusaciones más duras que recibió Karadima, provino del sacerdote Andrés Ferrada. Este clérigo es hermano del también sacerdote de la Pía Unión Sacerdotal, Fernando Ferrada. Muchos clérigos del mismo círculo aseguran que Karadima separó a los hermanos a través de intrigas y amenazas. Según antecedentes reunidos por CIPER, más allá de los múltiples episodios de abuso sexual que lo acusan, Andrés Ferrada habría relatado cómo mientras estuvo en Roma, Karadima lo hacía hablar mal de sacerdotes chilenos ante la curia romana, para desacreditar a sus pares. Ferrada reconoció, arrepentido, haber cumplido esos encargos.

Interrogado al respecto, Karadima reconoció esas operaciones para desacreditar a otros sacerdotes y obispos, pero las atribuyó a la maledicencia de Ferrada. Dijo: "Él (Andrés Ferrada) estuvo cinco años en Roma y cada 10 ó 15 días me llamaba para hablar mal del Cardenal Errázuriz, del Clero y de su hermano Fernando. El tiene un carácter difícil, es un poco atolondrado".

Sin embargo, contradiciéndose sobre la marcha, Karadima aprovechó de decir algo inquietante respecto del mismo Cardenal Francisco Javier Errázuriz, ex Arzobispo de Santiago, diócesis de la cual depende la parroquia El Bosque: "El Cardenal me dijo en su casa que habían unos rumores en contra mío, pero que él no los creía, que no hiciera caso. Me dijo que contra él habían escrito un libro en que decían que él era un pedófilo y que pagó $500 millones para callar una mentira".

La existencia de operaciones para desacreditar a sus propios hermanos de credo, no fue sólo atestiguada por Ferrada. También lo afirmó el sacerdote Sebastián Vial Cruz, al describir cómo Karadima intentó acabar con la reputación del sacerdote y párroco de la iglesia Santa Rosa de Lima (Lo Barnechea), Cristóbal Lira.

Cabe recordar que Cristóbal Lira fue uno de los hombres más cercanos a Karadima en los años 70, pero que se distanciaron cuando Karadima se sintió amenazado por la capacidad que mostraba Lira para despertar vocaciones (Ver reportaje: Las operaciones secretas que ordenaba Karadima para aniquilar a su competencia). La guerra final se desató cuando el sacerdote Jaime Tocornal, uno de los más leales y files seguidor de las órdenes de Karadima, fue sacado de su función de párroco de la iglesia Santa Rosa de Lima, por orden del Arzobispo Errázuriz y trasladado a la Parroquia de San Luis Beltrán, en Pudahuel. En el lugar de Tocornal se designó a Cristóbal Lira. Karadima, según relataron varios testigos a CIPER -una historia ratificada por Lira en el tribunal-, sintió que ese era un ataque de Errázuriz en su contra y planificó y ejecutó una operación para desacreditar a Lira, tildándolo de homosexual.

Sebastián Vial Cruz, quien empezó a ir a El Bosque en 1995, cuando estaba en cuarto año de Teología en la Universidad Católica, relató ante la justicia: "En algún momento el padre Fernando me pidió que no me acercara al padre Cristóbal Lira porque tenía conductas impropias y, según él, era homosexual, lo que no atendí. En mi opinión, el alejamiento entre ambos es el celo que el padre Fernando sentía por la labor pastoral del padre Lira, o sea, era un asunto de vanidad por el cariño que la gente sentía por el padre Lira". Vial relató además, que el sacerdote Juan Estaban Morales también propaló la idea de que Lira era homosexual.

Cabe señalar que Cristóbal Lira fue acusado de tocaciones indebidas por José Murillo y otro testigo, sobre lo cual fue interrogado en tribunales. Pero los antecedentes reunidos muestran que Karadima no buscaba prevenir a otros jóvenes, sino usar los datos de que disponía para demoler a un competidor. Para el ex párroco de El Bosque, sumar vocaciones sacerdotales a su paternidad y conducción espiritual, fue una de sus principales armas para consolidar su influencia y convertirse en un intocable ante el Arzobispado de Santiago.

Al finalizar el extenso interrogatorio, Karadima se refirió a los testimonios de Raimundo Varela, Guido Chacón, Andrés Ferrada, Guillermo Ovalle, José Tomás Salinas, Eduardo Botinelli, Sergio Della Maggiora y Pablo Arteaga, "quienes dicen haberme visto haciendo tocaciones en los genitales, todas estas declaraciones son falsas. Casi todos eran mis dirigidos hasta el año pasado y nunca me dijeron nada y seguían contándome cosas íntimas de ellos".

Según antecedentes reunidos por CIPER, y cumpliendo el dictamen del Vaticano de febrero de este año, la Iglesia ya designó a un alto personero eclesiástico para intervenir la Pía Unión Sacerdotal de El Bosque, a través de la cual Karadima logró controlar las vidas de medio centenar de sacerdotes para proveerse placer y poder. Dos de sus tareas serán rescatar todos los documentos que permitan reconstruir qué pasó con los bienes y los dineros de esa entidad y de todos los recursos que, según los antecedentes, Karadima usó hasta el final bastante discrecionalmente.

Una de las tareas más difíciles que restan por cumplir es designar en qué lugar Fernando Karadima cumplirá el castigo que le dictaminó el Vaticano, un aislamiento que varios sacerdotes de su mismo círculo aseguran que no estaría cumpliendo en el convento de calle Bustamante. Diversas fuentes mencionaron a CIPER que uno de los lugares que está siendo considerado es un monasterio trapense ubicado en las afueras de Santiago, que se caracteriza por su austeridad.


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